EL AMOR A LA PATRIA (*)

 

Héctor H. Hernández

 

Sumario

 

 

Introducción

I. La Patria

II. La virtud de la "pietas"

III. Circunstancias argentinas

IV. El argentinismo.

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Introducción

Como el patriotismo es una virtud que tiene su objeto, me vino a la mente una primera división de esta exposición: la Patria, que es el objeto de esa virtud, y el Patriotismo o la "Pietas", que es la virtud en sí.

Pero como estas palabras quieren colocarse bajo lo que llamaríamos ley de la encarnación, se hicieron dos partes más, a saber: algunas circunstancias especiales de la Patria Argentina, como un desdoblamiento de la primera, que viene a ser la tercera; y exigencias concretas del patriotismo argentino, desdoblamiento de la segunda, como cuarta. De ahí las cuatro que la integran.

Ella está presidida como por dos grandes principios generales, que son la citada "ley" ("de la encarnación") y otra que podríamos llamar la de la "importancia de la persona en moral". Para que esta última no se entienda en sentido antropocentrista o egoísta o liberal o maritainiano, siempre que pensemos en ella sepamos que debemos entenderla según la primacía del bien común, las exigencias de solidaridad que de allí dimanan y esta enseñanza paulina: "Todo es vuestro...; y vosotros de Cristo y Cristo, de Dios" (1 Cor., 3, 22 ). -Entendiendo, por lo demás, que Dios es bien común ("Dios es el bien común de todo el universo y de todas las partes del mismo". Santo Tomás, Quodlibeto I, q. 4, a. 8 c).

Pronunciamos estas palabras con el "horizonte afectivo" y de alto simbolismo que significa hablar en uno de los días - el segundo- destinado a recordar la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas e islas del Atlántico Sur (10 de junio, la primera el 2 de abril). Por lo que tendrán también sentido de homenaje a los que dieron su vida poniendo en acto la virtud del patriotismo en el intento de recuperar esa parte entrañable de nuestro territorio.

 

I. La Patria

La etimología nos indica que "patria" significa "tierra de los padres". Como suele suceder, a partir de la etimología nos podemos adentrar en la noción.

Hemos dicho "tierra". Hombre y tierra están relacionados. Contra todo espiritualismo exagerado, recordemos que el hombre es espíritu encarnado. Es material; sensible; temporal; histórico; social; se podría decir que es "altamente carenciado" al nacer. Y también defectible.

Es concebido y nace de padre y madre carnales. Comienza a vivir en el útero materno y, una vez nacido, generalmente convive con sus padres. No nace adulto sino infante, y va creciendo (niño, púber, joven, adulto, anciano ...). Entre sus carencias, está la de no saber caminar durante un largo tiempo. Inicialmente ni se puede sentar ni estar parado. Su primer conocimiento lo adquiere estando acostado, frente a un mundo de personas y de cosas que se le aparecen encima suyo. Necesita, además, del alimento. Pero en su primera edad necesita ser alimentado, normalmente por la madre; y en su "segunda edad" recibe el alimento de su familia.

Sus conocimientos provienen del mundo exterior. Primero conoce las cosas exteriores; sólo después sus facultades y su yo. Su "primer exterior", normalmente, son su madre y su padre, su familia, y un ámbito físico (de cosas) determinado.

La primera relación social, la que deja una impronta muy profunda, es la que tiene con sus padres y demás familiares. Estos tienen un modo concreto, determinado, de ser; no son "el hombre" en universal.

Igualmente primera es la relación del niño con un ámbito físico con el cual se pone en contacto a poco de nacer. Entonces empieza a mirar una ciudad y un paisaje concreto y determinado y no otros. No nace mirando "la geografía" ni "la ciudad". Ve su ciudad; ve la pampa. Y el río. O la montaña, y el arroyo. No empieza a conocer los vegetales mirando "el árbol" universal, sino el sauce, el jacarandá, el paraíso, concretos y determinados. Con un clima determinado y no con "el clima".

El niño, entonces, recibe la influencia de sus padres y familiares (hermanos, abuelos); recibe la influencia de un ambiente social; de una tierra : aquí en la palabra "tierra" podríamos sintetizar el mundo físico que lo rodea, y también el espiritual. ("Tierra de los padres"...).

Influencia de un ambiente social que le transmite cosas a su vez recibidas. Su padre tampoco "empezó de cero", sino que recibió una tradición. Hay un legado cultural que se transmite: transmisión; tradición.

Bien se ha dicho que el hombre nace heredero. En esa tierra que a poco andar él puede descubrir, suelen están enterrados sus abuelos o bisabuelos o tatarabuelos. De ahí que "tierra de los padres" signifique primero "tierra donde están enterrados los antepasados".

Las personas que forman su ambiente inicial, y las cosas que constituyen tal ambiente, lo configuran; él es de una manera y no de otra, por obra de ellas. Por eso son principios de su ser.

Y sin en "tierra" se significa todo ese conjunto de elementos configuradores del hombre, se puede decir que el hombre es "hijo de la tierra". Además de hijo de Dios (desde luego). Dios que le ha dado estos padres y estas cosas. Esta tierra. Legada por Dios para el cultivo del hombre. Cultivo de la tierra física; cultivo del alma. Cultura configuradora. Cultura madre. Si se quiere "madre tierra", a condición de rechazar todo sentido panteístico.

A través de su ámbito físico y social inicial (familia y "pago") el hombre se va insertando en ámbitos mayores, donde se registran ciertos caracteres comunes, que constituyen un pueblo y lo diferencian de otros pueblos.

Esos son los elementos configuradores de la patria. La gente, incluyendo también a los antepasados y la preocupación y presencia intencional de los herederos; idioma; costumbres; leyes; historia común; suelo; tradición (arte, bailes, música...); cultura; destino común y conciencia de ese destino común; organización política estatal (aunque no siempre se dé la coincidencia de Patria y Estado). También la religión.

Patria, entonces, de "tierra de los padres", de la mera tierra física, de lugar adonde están enterrados los antepasados, por extensión pasa a significar un ámbito cultural y físico formador o hacedor del hombre y en el cual debe ser, obrar y realizar su destino. Pasa a ser entonces

un conjunto de personas, que incluye a los muertos, que dice una relación constitutiva de pertenencia a la tierra, que tiene una tradición cultural, y que se proyecta al futuro.

La Patria pertenece al mundo misterioso de lo que nos es dado. Admitir la realidad de la Patria, es admitir que estamos ligados a un mundo que no proviene de nosotros. Y ligados en un sentido de dependencia. En ese sentido, contemplar la realidad de la Patria es en cierto modo, adoptar una actitud "religiosa", de religación ante algo que nos supera y de lo que dependemos; una actitud de dejarse medir y no creerse medida de todas las cosas. Sin perjuicio de comprender que esa realidad que nos influye y nos sobrepasa es a su vez un don de Dios; una participación en la Paternidad por excelencia. Con lo que estaremos así ante una realidad propiamente religiosa sin comillas.

Saint-Exúpery y Delos expresan bien esta realidad que arraiga al hombre, lo configura y que le da continuidad y perfección:

"Si tú separas las generaciones es como si quisieras recomenzar al hombre mismo en el medio de su vida, y habiendo borrado de él todo lo que sabía, sentía, comprendía, deseaba y temía, reemplazar esta suma de conocimientos encarnados por las magras fórmulas sacadas de un libro, habiendo suprimido toda la savia que subía a través del tronco y no transmitiendo nada más a los hombres que aquello que es susceptible de codificarse.... Ellos cesan de ser alimentados por la vida". (Saint-Exupery, "Oeuvres", en Bernardino Montejano (h.), Familia y nación histórica, Cruzamante, Buenos Aires, 1986, p. 17).

"La familia que constituye la Nación no es la sociedad nacida del libre contrato de personas independientes; es una comunidad que no comienza con cada matrimonio y no se disuelve tampoco con él. No comprende solamente los vivientes, sino los muertos y su sucesión; no solamente las personas, sino las cosas que han poseído o marcado a su imagen; no es solamente un patrimonio de bienes muebles o inmuebles, sino las tradiciones, las costumbres, las creencias, los modos de expresión, todos los factores elementales de una cultura y de un genio cuya transmisión está ligada a la propagación de la vida" (Delos, "La Nación", en Montejano, idem).

Si quisiéramos recapitular con palabras aisladas nuestro itinerario diríamos, entonces: tierra de los padres, *hombre; *origen; *padres; *familia; *cultura; Patria. Hasta aquí hablamos solamente del objeto de la virtud del patriotismo. Estamos a las puertas de la segunda parte.

 

II. El patriotismo

Hablábamos del objeto. Es evidente que tal objeto no es algo frío, por así decir, que nos deja indiferentes. Es algo valioso. Que pide espontáneamente una respuesta afectiva (Afectiva alude a todas las facultades apetitivas, voluntad y pasiones). De sólo pensar en la Patria brota como naturalmente nuestra respuesta. Es exigida una respuesta nuestra a la patria. Estamos, así, como asistiendo al "arranque" de la virtud del patriotismo.

Desde luego que en esto incidirá la libertad del hombre, pues no estamos hablando de realidades físicas sino morales. De pensar en lo que es una madre brota como naturalmente un esbozo de respuesta afectiva hacia ella: aunque haya hombres que, en el ejercicio de su libertad, pervierten ese sentimiento primario y espontáneo. Hay deuda pero no siempre se paga.

Veamos el texto central en que Tomás de Aquino explica la piedad (subrayado nuestro, H.H.):

"El hombre se hace deudor de los demás según la excelencia y según los beneficios que de ellos ha recibido. Por ambos títulos Dios ocupa el primer lugar, por ser sumamente excelente y por ser principio primero de nuestro existir y de nuestro gobierno. Después de Dios, los padres y la patria son también principios de nuestro ser y gobierno, pues de ellos y en ella hemos nacido y nos hemos criado. Por lo tanto, después de Dios, a los padres y la patria es a quienes más debemos. Y como a la religión toca dar culto a Dios, así en un grado inferior, a la piedad pertenece rendir un culto a los padres y a la patria. En este culto de los padres se incluye el de todos los consanguíneos, pues que son consanguíneos precisamente por proceder todos de unos mismos padres. Y en el culto de la patria se incluye el de los conciudadanos y de los amigos de la patria. Por lo tanto, a éstos principalmente se refiere la virtud de la piedad" (II-II, q.101, a.1, c.).

Véase el ad 3, en donde pone la proximidad que hay entre piedad patriótica y religión:

"La comunicación entre consanguíneos y conciudadanos se aproxima, más que cualquier otra, a la que existe con el principio del ser. Por eso a ella se refiere ante todo el nombre de piedad".

Decía por su parte San Agustín:

"Examina, pues, quiénes son tus superiores. En primer lugar, el padre y la madre... Y por encima de tus mismos padres hállase la patria; en tal modo que mandato de los padres contra la patria no ha de ser oído..." (Sermón 62).

Para ver más claramente y justificar cómo nacen los deberes hacia la Patria, vayamos a un ejemplo muy concreto, concretísimo: Sucedió en la guerra de Malvinas:

En un combate un sargento tucumano perteneciente al cuerpo de comandos quedó herido, sin posibilidad alguna de movilizarse; un oficial porteño que ni siquiera lo conocía y que podía escapar y ponerse a resguardo sin ningún problema, arriesgando permanentemente su vida se puso a su lado, le practicó curaciones, lo llevó al hombro, lo ayudó, lo empujó, lo sostuvo, trató de fabricarle elementos para que pudiera avanzar a pesar de sus graves heridas. Andaban de noche; de día se escondían por temor al enemigo. Fueron cuatro días larguísimos en los que se los dio por desaparecidos. Finalmente llegaron a lugar más seguro. El oficial le salvó la vida al suboficial, al que debieron amputarle una pierna.

Siendo la experiencia un lugar privilegiado de acceso al campo moral, reflexionemos sobre este caso muy concreto. ¿Cuál debe ser la actitud correcta del sargento ante su benefactor?

Lo que brota espontáneamente de la consideración del acto del oficial salvador es que el sargento debe ser, por de pronto, agradecido. En su corazón, en su interior, debe hacerle un lugar preferente al que le salvó la vida. Y debe manifestar esto, si es del caso, en actos exteriores.

Hemos captado así el sentimiento del suboficial que es congruente con el acto del teniente primero. Hay, sí, una cuestión de sentimiento. Pero de sentimiento humano: Vemos racionalmente que esto es bueno.

A veces es más fácil evidenciar lo que es malo que lo bueno y debido. Pensemos si el sargento herido se mostrara desagradecido con el oficial. ¿Qué diríamos de él? -Evidentemente, nadie discutiría que si hay algo que está mal es el desagradecimiento en un caso semejante.

Volvamos a la Patria. El Sargento cayó herido en una circunstancia de su vida. Si por eso debe agradecimiento al oficial, ¿qué no le deberá a sus padres, que no le han salvado la vida en un momento sino que le han dado la vida? Y, ¿qué no le deberá a Dios, que le dio todo? Volvamos a los padres: ¿No es cierto que nosotros tenemos como malo por excelencia, y tenemos una expresión muy gráfica al respecto ("más malo que pegarle a una madre"), a quien no tiene un especial sentimiento y conductas congruentes con los padres? ¿Y no es la Patria una especie de padre y madre mayores, que engloban y han dado de algún modo el ser también a nuestra madre y a nuestro padre?

Nuestro tema es "orden y afectividad - el amor a la Patria". La recta razón nos dice que es ordenado y santo el culto debido a la Patria. Cuando nos manifestamos emocionados y agradecidos ante el benefactor, y ante nuestros padres, y ante nuestra Patria, cumplimos el orden moral.

Sigamos cotejando la Patria con amores más cercanos para avanzar en la explicación. Nosotros amamos a nuestros padres o a nuestra esposa no porque sean objetivamente los mejores. Los amamos porque son nuestros padres o nuestra esposa; y como son; queriendo, sí, por ese mismo amor que les tenemos, que sean mejores. Una continuación de esa piedad hacia los padres es a su vez el amor hacia los hijos. Una proyección de todo esto es la realidad de la Patria: que se extiende desde los muertos a las generaciones futuras...

De la misma manera. A la Patria no debemos amarla porque sea mejor que otras. Debemos amarla porque es nuestra Patria. Porque tenemos, así como tenemos una vocación de hijos y de padres, una vocación patriótica.

 

"Ser argentino, amigos, anuda dolorosas

coyundas y comporta un lazo de alegría

que me une a cierta rosa, distinta de otras rosas

por saber con certeza que esa rosa es la mía.

 

¿No es verdad, Principito? Sin embargo sería

inexacto fundar el nexo en cuidadosas

opciones racionales o en mera simpatía.

 

Son ataduras leves y a la vez poderosas,

en virtud de las cuales nuestra rosa sería

la más bella entre todas las rosas más hermosas"

(Ser argentino", Juan Luis Gallardo, fechada en 1985, en Gladius, nº 6, Buenos Aires, 1986 ).

Y porque es nuestra Patria debemos a la vez defenderla y a la vez pretender mejorarla. La amamos en lo que nos gusta; y en lo que no nos gusta.

Amamos todos esos elementos que hemos dicho constituyen la Patria. Idioma; costumbres; leyes; historia; suelo; tradición; cultura; religión. Los símbolos nacionales. Pero sobre todo y propiamente, -y aquí se explica el sentido de la "segunda ley" que preside nuestra exposición- amamos a su gente. Su gente viva de hoy; su gente de mañana; sus muertos; nuestros muertos. Y a los demás pueblos del mundo, primero los más cercanos y más amigos de la Patria. Es la enseñanza de nuestro poema nacional:

"Y he de decir ansí mismo

porque de dentro me brota,

que no tiene patriotismo

quien no cuida al compatriota"

("Martín Fierro", 3721 ss.).

 

No debemos amar un ideal de nuestra Patria como si no dándose ese ideal nosotros quedáramos desligados de los deberes de la "pietas". Porque está la tierra; está la gente; y está la vocación.

Hace poco conversaba con un amigo que me decía: "ya no existe la Argentina". -Esto es aparentemente muy piadoso; y estaba en boca de un joven inteligente. El quiso decir que no queda mucho ni de la Argentina católica; ni del coraje argentino; ni de la cultura argentina; ni de la grandeza argentina, etc. -Yo veo en esto un peligro. El que en vez de amar a su madre ame al ideal de su madre. Y se pueda entonces razonar así: "Como lo que yo amo es la Argentina ideal, que ya pasó: yo no tengo obligaciones patrióticas; puedo entonces insertarme sin arisqueos a la globalización del nuevo orden". Débese amar a la madre concreta como es, vieja, añosa, cargada de enfermedades y quizá defectuosa, porque es su madre. Por la ley de la projimidad. -Lo mismo a la Argentina. El ideal de la Argentina ha de ser buscado, pero el objeto del amor patriótico es ante todo la Patria concreta. Hay que ser ascetas de la Patria."Ser argentino, amigos, es una empresa dura" (Gallardo).

Y la Patria es sobre todo su gente. De nuevo Gallardo:

"Ser argentino, amigos, implica una armonía

secreta que se entabla con la gente y las cosas.

Con la gente y las cosas de acá. Y es compañía

que arraiga en entrañables razones misteriosas".

 

-Otro peligro podría ser un patriotismo elitista; o toda forma de "ideologización" de la Patria, o mistificación de los intereses de una oligarquía que amara la Patria como la ama el tirano ("la Patria soy yo o somos nosotros; el Pueblo son servidores de nosotros").

"El derechismo quiere conservar la Patria, quiere conservar la unidad, quiere conservar la autoridad; pero se desentiende de esta angustia del hombre, del individuo, del semejante que no tiene para comer" (José Antonio Primo de Rivera, Obras Completas, Falange, Madrid, 1955,p. 67). "Nosotros integramos estas dos cosas: la Patria y la justicia social..." (ibídem, p. 82).

Con lo expuesto no quedan señaladas, desde luego, toda las posibles desviaciones del patriotismo (v.gr., la de absolutizarla y no entenderla sometida al orden moral).

Vamos a terminar este capítulo indicando el gesto más fuerte que puede imponer el deber del patriotismo: dar la vida por ella. El texto de Santo Tomás que citaremos alude propiamente a la república, que puede de algún modo coincidir con la Patria.

Se pregunta el maestro si sólo la fe es causa del martirio. Y responde con la autoridad de la Iglesia, que "celebra ... el martirio de San Juan Bautista, que no sufrió la muerte por defender la fe, sino por haber reprendido un adulterio" (II-II, q.124, a.5, c.). Y en el ad 3, se añade: 

"El bien de la república es el más alto entre los bienes humanos. Pero el bien divino, causa propia del martirio, es más excelente que el humano. Sin embargo, como el bien humano puede hacerse divino al referirse a Dios, cualquier bien humano puede ser causa del martirio en cuanto referido a Dios".

Oigamos de nuevo a Gallardo:

"Ser argentino, amigos, consiste, me parece,

en sentirse partícipe de una guerra perdida

y pese a la derrota mantenerse en sus trece.

 

Es conservar girones de gloria compartida

y es saber que algún día, si el motivo se ofrece,

deberemos jugarnos, sobriamente, la vida".

 

 

III. Circunstancias argentinas

Somos herederos y fundadores. Tenemos Patria. O los tecnócratas del nuevo orden mundial no lo quieren ver o aparentan no verlo para imponer despóticamente el dominio de las suyas.

Vayamos a nuestra Patria concreta, la Argentina, las llamadas todavía en la constitución "Provincias Unidas del Río de la Plata". Y vayamos a algunas características que registramos y que quizá debamos tener en cuenta para ejercitar prudentemente nuestros deberes en la materia.

Desde luego que esto exige estudios de historia, sicología y sociología, conociendo y comparando los distintos pueblos. Como a menudo se carece de ellos y sin embargo se habla del tema, hablar de "cómo somos los argentinos" está muy desprestigiado, y con razón. Así, es común oír a gente que quizá no ha salido nunca de la Argentina hablar, por ejemplo, de que "a los argentinos nos gusta comer una buena comida", o "los argentinos somos así o asá...". Cuando ellos no han corroborado nunca si todos los pueblos no registran las mismas características. (¿Habrase visto alguna vez un pueblo al que no le guste comer una buena comida ?).

A pesar de mi ignorancia no puedo, sin embargo, dejar de poner a la reflexión algunas notas que creo nos singularizan.

 

1.

Hace unos años la escritora Sara Gallardo publicó un artículo, "La Argentina, país autista", (La Nación, 17.2.83, p. 7), donde señalaba que exhibiendo una gran capacidad individual en distintos campos los argentinos no la tenemos para empresas colectivas, todo lo cual atribuía a la enfermedad del autismo. -Yo contesté en "carta de lectores" del mismo diario el 24 de marzo de 1983. Mi idea, habiendo vivido en Roma durante la guerra, era que algunas cosas, como que nunca se pusiera la bandera argentina en la Embajada, en el Consulado y en la "Casa Argentina", se corregían sancionando a los culpables de no cumplir con las obligaciones más elementales. "La causa es, a mi criterio, que prácticamente no tenemos diplomacia", sostenía, atemorizado de que la atribución a todos de una difusa enfermedad impidiera toda corrección: "si a la culpa la tienen todos no la tiene nadie".

-A pesar de mi réplica y mi disconformidad, me pregunto si no hay empero algo real de lo que la citada escritora decía. Por ejemplo: en esos días de la guerra una amiga me escribía suponiendo que por el 2 de abril habríamos salido con la bandera a la calle; pero cuando un hijo de argentinos que visitó mi casa en Roma vio la bandera en su interior me preguntó si yo era de la "Lazio", equipo de fútbol que había ascendido ese año, que vestía colores celestes: Hay que tener conciencia de que no nos conocen... Y esto forma parte de una adecuada ubicación en relación al mundo. Cosa que no se da, por ejemplo, en los mendocinos, que normalmente tienen ubicación de argentinos frente al vecino en tanto tal. (Me estoy refiriendo, como siempre en este tipo de reflexiones, a un cierto número determinante de argentinos, los que pueden tener una opinión y una actitud general, que a ese nivel es que juzgamos; nunca juzgamos de todo un pueblo).

 

2.

Quizá la experiencia de la lucha doctrinal perdida por el Beagle nos haya enseñado algo: En momentos álgidos de las negociaciones un obispo argentino llegó a decir (y en un contexto de presión internacional contra nosotros) que como poseedores de más territorio deberíamos ceder a quien tiene menos..; mientras que un obispo chileno intentó aludir en Mendoza a hechos históricos de donde extraería algún "derecho" del vecino ... Acá hay quizá alguna nota singular nuestra ... no halagüeña.

 

3.

Parece que tuviéramos a veces un universalismo excesivo, quizá en parte vicioso y que en parte obedezca a algo positivo como un cierto hálito de grandeza que nos convocara solamente para cosas grandes. Recuerdo de mi estadía en Italia que los argentinos nos mirábamos, en general, desde nuestras trincheras doctrinales o ideológicas salvo -hecho significativo- durante la guerra... Esa fue nuestra guerra, si la hubo... que nos unía.

 

4.

Se ha señalado muchas veces nuestra falta de conciencia territorial (prueba: el poco interés general actual en la cuestión de los hielos continentales) . -No hay que apresurarse, sin embargo, a atribuir actitudes colectivas que son exclusivamente de los medios ... o que se registran sobre todo en la Capital .. De todos modos, algo de aquella falta de conciencia hay, indudablemente.

 

5.

Ya Irazusta y Scalabrini denunciaban, también la falta de conciencia económica que nos aqueja. Prueba:

Que haya quienes nos gobiernen -una y mil veces, sin que los echen a patadas- predicando como virtudes de una política económica que nos den créditos y nos endeudemos. Cuando los acreedores tienen intervenida nuestra economía, nuestros gobernantes son sus gerentes y hay más de 30 millones de personas en general capaces en un país riquísimo trabajando cada vez más para pagar fraudulentas deudas. Esto en las cosas particulares no sucede: el argentino medio normal es vivo y hace un juicio económico negativo ante un vecino que tiene un buen sueldo y se mete con los usureros obteniendo créditos sin salir de ellos ...

 

6.

Ricardo Paz señala que allá por el fin de siglo él nota como un "quiebre" en el alma de un pueblo que antes pedía públicamente la guerra invocando el honor y que de golpe se vuelve pacifista a ultranza. Señala en otro estudio cómo, en épocas pasadas, el argentino común, en sus cartas íntimas que presumiblemente nadie leería y que por lo tanto excluían todo fin de apariencia, hablaba normalmente de "la Patria".(La Patria y el 25 de mayo, en revista Bellarminus, del Centro de Formación San Roberto Bellarmino, Buenos Aires, año 1, nº 1, diciembre 1992, p.17, referencia en p. 25)

"Yo siempre repito que cuando Belgrano pasó por San Nicolás rumbo al Paraguay en septiembre de 1810 juntó 357 jóvenes que se le sumaron para la guerra (de ellos, 60 eran veteranos de las invasiones inglesas en los Blandengues de la Frontera); y cuando la triste guerra del Paraguay intervino todo un batallón, el de San Nicolás de Guardias Nacionales, formado exclusivamente por nicoleños ... Había un coraje argentino muy extendido, con el que se pudieron hacer las guerras de la independencia contra el inglés y el francés, contra el rey, y asegurar las fronteras. Coraje que resurgió en Malvinas y en la Guerra de Tucumán, pero quizá no volvió a ser generalizado como antes. La política desnacionalizadora destruye también esto. Quizá hoy expresiones como el fútbol sean tristes sucedáneos de virtudes de otrora. Tal vez las riquezas argentinas; quizá cierta prosperidad asociada empero a una situación políticamente dependiente; quizá hasta cierta conformación geográfica y el espíritu extranjerizante que entra por el puerto, y sin quizá siempre la responsabilidad de minorías dirigentes que traicionan las mandas patrióticas, tienen algo que ver con todo esto". (G. Santiago Chervo, Crónica de San Nicolás de los Arroyos (1608-1988), San Nicolás, 1988, pp. 57 y 144).

 

7.

Sea por la causa que fuere, lo cierto es que en la Argentina hay un coeficiente grandísimo de cipayos. Es decir de personas que, como Sarmiento, se vanagloriaban de servir a los enemigos de la Patria contra ella. El abc de la política sociológica es que a la política la hacen las minorías; el abc de la política normativa es la primacía del bien común. La política, decía Maurras, es lo primero... No hay que olvidarlo a la hora de explicarnos el porqué de algunas realidades nacionales. Hay que recordar, entonces, que en la Argentina se instauró un régimen jurídico-político, asentando en una guerra iniciada en Caseros con el ejército brasileño a la puertas y desfilando por Bs.As. y continuado con una campaña de exterminio contra el federalismo (y contra el catolicismo ancestral en la medida en que no quedara reducido a la Sacristía), que tuvo su símbolo, si no su causa, es un hombre, el llamado "Solón argentino", servidor obsecuente, no siempre consecuente, de los intereses del "nuevo orden internacional" de entonces, llamado Juan Bautista Alberdi.

Aunque casi nadie suele tenerlo en cuenta en sus vidas individuales, a la hora de algunas decisiones políticas, económicas, constitucionales, o de los discursos en ciertas fechas ("la política primero", la política como causa de bienes y males de todos los días, aunque "los eternos apolíticos" no lo quieran ver), aparece su "ideario" ("patrono de los abogados"; -tan luego!!!). Vamos a recordar algunas de las frases más célebres, repetidas y antiargentinas del tucumano:

"Hace dos mil años que se dijo esta palabra que forma la divisa de este siglo: ‘Ubi bene, ibi patria’ ("Bases", p. 78) ... Recordemos a nuestro pueblo que la patria no es el suelo... La patria es la libertad (p. 75) ... Hoy deben preocuparnos especialmente los fines económicos (p. 95) ... Cuando la constitución es oscura o indecisa, se debe pedir su comentario a la libertad y al progreso, las dos deidades (sic) en que ha de tener inspiración (p. 193) ... A la necesidad de gloria ha sucedido la necesidad de provecho y de comodidad, y el heroísmo guerrero no es ya el órgano competente de las necesidades prosaicas del comercio y de la industria que constituyen la vida actual de estos países (p. 66) ... Ha pasado la época de los héroes; entramos hoy en la edad del buen sentido" (p. 79). "No temáis que desaparezca el tipo nacional..." (p. 78)." Y ante los reclamos europeos por inobservancia de los tratados que firméis, no corráis a la espada...No va bien tanta suceptibilidad a pueblos nuevos, que para prosperar necesitan de todo el mundo. Cada edad tiene un honor peculiar... Mirémonos mucho antes de desnudar la espada; no porque seamos débiles, sino porque nuestra inexperiencia y desorden normales nos dan la presunción de culpabilidad ante el mundo en nuestros conflictos externos y sobre todo porque la paz nos vale el doble que la gloria" (p. 79). "Haced pasar el roto, el gaucho, el cholo, unidad elemental de nuestras masas populares, por todas las transformaciones del mejor sistema de instrucción; en cien años no haréis de él un obrero inglés que trabaja, consume, vive digna y confortablemente". (p. 68). (Juan Bautista Alberti, Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina, se cita según ed. Eudeba, Bs.As., 1966)

En suma, nosotros tenemos una lista interminable de hombres que trabajaron contra la grandeza del país, en favor de su sometimiento, alegando distintas razones pero casi siempre obteniendo ventajas económicas de su postura, en suma y objetivamente traidores, que figuran como héroes. Nos han cambiado la historia. Refiriéndose a Alberdi dice el maestro Irazusta:

"Lo peor está en haber fundado y acreditado el sistema de la antipatria como si fuera el de la patria..." (p. 169). "Por el afán de fomentar el desarrollo material de cualquier manera...se sometió a sus hijos como individuos a un tratamiento de recua trasladable, expulsable, explotable, mestizable y domesticable a discreción ... Que en suma, el pueblo ha sido llevado a la opresión bajo la bandera de la libertad" (p. 174).(Julio Irazusta: Alberti en 1838 - Un trascendental cambio de opción práctica, en Ensayos históricos, Eudeba, Buenos Aires , 1968)

 

8.

Es cierto también que si alguien exalta el amor a la madre o elogia en una poesía a su ciudad, a nadie se le ocurre prevenirle sobre las posibles desviaciones de ese amor. Pero si se exalta el patriotismo de un modo político práctico, aparecen entre nosotros por doquier múltiples censores que nos advierten sobre los "pecados", o nos ponen alguna "lápida" ilevantable y desprestigiante (v.gr. "nazis").

 

9.

Me parece incluso que hasta hay a veces en la "pietas" de nuestros mejores un cierto "patriotismo mediatizado", como si se razonara: "la buena doctrina antiideológica defiende el patriotismo; estamos en la Argentina; ergo somos patriotas argentinos" ...

Esta nota se da quizá por obra de aquel mentado "universalismo" (?); quizá por cierto intelectualismo (muchos nacionalistas de pro han sido destacados intelectuales y sus seguidores no han sabido asumir lo suyo sin complejos); quizá por la lucha doctrinal contra la ideología liberal o sobre todo contra la marxista; quizá por la influencia de enseñanzas maurrasiana o joseantonianas o de conservadores franceses fuera de contexto; quizá por la ingerencia indebida de la política clerical, avanzada (ilegítimamente) a mérito de nuestra religiosidad a la que está ligada nuestro patriotismo (vuelvo a recordar el caso Beagle).

Me parece que al hilo del deber patriótico de "pensar la Argentina" (Castellani: Lugones) habría que avanzar, ratificar o rectificar, ciertamente ampliar y fundamentar, este tipo de indagaciones, para hacer una buena "doctrina concreta del patriotismo argentino" que nos ayude a poner los actos prudentes del argentinismo. A pesar de las deficiencias de este registro de notas, quede hecho así un modesto aporte.

 

IV. El Argentinismo

Vayamos al orden práctico que debe seguir nuestra afectividad en orden a la Argentina concreta. Esta parte, a su vez, tendrá, para terminar, dos capítulos.

1) ¿Qué modelos o enseñanzas debemos concretamente seguir? (empezaremos con un "antimodelo"); y 2) Algunas propuestas para nuestro patriotismo.

 

1

Leamos un reportaje a un alto dirigente católico destinado en el Vaticano, que quizá denote alguna característica que nos ponga en camino de las verdaderas enseñanzas de la recta moral sobre el asunto.

Le pregunta el periodista de "Clarín": "Qué es lo que más extraña de la Argentina?" -He aquí la respuesta: "Nada, absolutamente nada". El periodista, quizá pensando en tantos jugadores de fútbol que recuerdan aspectos que los religan a su tierra y que quieren terminar su vida profesional en el país, insiste interrogando: "Monseñor, ¿ninguna nostalgia típica del ser nacional como el tango, el mate y los bifes?" -He aquí la respuesta: "Ninguna. Cuando uno elige una cosa como ésta, hay que hacerse a la idea. Pero la verdad es que no me cuesta nada estar en el Vaticano. No sufro. Estoy encantado de estar allí, creo que si no fuese un hombre de la Iglesia me pasaría lo mismo. Pero soy un hombre de la Iglesia, y usted sabe ... Roma es Roma".(Reportaje a Monseñor Mejía en diario Clarín de Buenos Aires, 4.7.93, 2da. secc., p. 16.

Oigamos, para orientarnos en el juicio, lo que decía un montañés en Vietnam del Sur, según cita de Montejano:

"La muerte que mata el recuerdo es la que mata el alma ... Nosotros vivimos ahí, al pie de esta gran montaña. Estamos acostumbrados a la muerte: la que mata los cuerpos no nos da miedo. Pero la que mata el recuerdo, la que rompe los lazos que nos hacen vivir, que borra todas las cosas que son la prolongación de nuestros recuerdos y de nuestras almas... esa muerte nos da miedo: mata más fácilmente que la otra. Ha matado nuestra alma". (idem, p. 40, con cita de Penfentenyo).

Contra el contenido del reportaje, debemos decir con toda fuerza que no tenía razón Hitler cuando sostenía que el catolicismo es enemigo del patriotismo. Escribe y transcribe un patriota argentino:

"...Defender las características singulares de la Nación. Porque como afirma Haecker el valor de la Nación ha sido sublimado por el cristianismo... la exigencia de la desnacionalización no puede ser admitida por nosotros, a no ser que queramos renunciar a nosotros mismos. La nivelación de lo espiritual es anticristiana. ¡Ante el trono de Dios, rodeado de banderas, están los ángeles de cada Na-ción! ¿Quién pretenderá nivelar ángeles?" (Montejano, idem, p. 41).

Sigamos utilizando el mismo excelente "Familia y nación histórica", ornado esta vez con citas del Papa Juan Pablo II:

"Un abanderado, hoy, de esta auténtica reinvindicación nacional, es el Papa Juan Pablo II. Citando a un escritor polaco, dijo el 8 de junio de 1983: ‘la Patria es la tierra y las tumbas; las naciones que pierden el recuerdo perecen’. La definición de la Patria es casi la de Barrés: ‘la Patria es la tierra y los muertos’ ".

"Dos días antes, en Varsovia, había dicho: ‘El beso sobre el suelo polaco tiene un sentido particular para mí. Es como colocar un beso sobre las manos de una madre, porque la Patria es nuestra madre terrestre..." (p. 41).

Recuérdese también la enseñanza del Papa aludiendo a los soldados polacos muertos en Montecasino y enalteciendo el valor de la entrega de la vida por la soberanía de su propio país:

"Es una causa justa -y nunca dejará de serlo- el derecho de una nación a la existencia... a la soberanía de su propio país" (Homilía durante la misa en el cementerio de los soldados polacos en Montecasino, Italia, 18 de mayo de 1979).

Esto no es nada, queridos amigos. A esto lo dice el Papa porque es polaco. ¡Imagínense lo que diría su fuera argentino!:

Lo que emocionadamente diría de Hernandarias, el fundador; de Pedro de Cevallos el reconquistador de tierras traicionado por los jefes; del heroísmo de los que derrotaron al inglés en 1806 y 1807 y 1982, y de nuestro Santiago de Liniers, que reconoció, como los de 1982 a la Virgen del Rosario patrona de las guerras por la soberanía de la Patria; y de los que los derrotaron a ellos y a los franceses en la guerra de 1845; del heroísmo, el patriotismo y la generosidad y la pobreza del General Belgrano; del genio de San Martín y del coraje visceral de Güemes y del Comandante Piedra Buena; ¿Qué no diría del martirio de Genta y Sacheri, y de la santidad de Brochero, que piden los altares y que es hora de que los tengan? (¿Si tuviéramos un Papa nacido en el país estarían? ...).

¿Y qué no diría un Santo Papa de nuestras derrotas gloriosas en el campo cívico-político-cultural? Luchábamos contra el divorcio y muchos dirigentes abandonaban la trinchera para fortalecer la del aborto; luchamos solos con el judío Schonfeld por la constitución católica y ellos nos la sacaron; luchamos en el Congreso Pedagógico y ganamos (a lo Pirro..., traición en "la paz"). Luchamos, contra toda esperanza terrena, por nuestros altares y nuestros hogares. Hasta a veces nos quieren preparar para convivir con el laicismo y secularismo y anticristianismo declarados. O, antes de plantearse a fondo los debates, para no resultar perdedores, ya están pensando en qué aflojar por vía de "tolerancia". (Conseguirán la peor de las leyes sobre fecundación asistida, como consiguieron, por no luchar, la peor de las leyes de divorcio vincular...). ¡Qué elogio no nos haría un Santo Papa, incluso si no fuese argentino! Luchamos por seguir hablando el idioma español; por seguir siendo argentinos; por el pan de nuestras familias contra la desindustrialización, la globalización, la entrega y contra la confiscación de la deuda externa.

Veamos qué nos dice sobre el patriotismo un Papa Santo, el más cercano que tenemos. El Padre Santo Pío X:

"Si el catolicismo fuera un enemigo de la Patria no sería una religión divina. La Patria es un nombre que trae a nuestra memoria los recuerdos más queridos, y bien sea porque llevamos la misma sangre que aquellos nacidos en nuestro propio suelo, o bien debido a la aun más noble semejanza de afectos y tradiciones, nuestra Patria no es sólo digna de amor, sino de predilección" (en Montejano, idem,  p. 44).

En suma, y si se trata de enseñanzas éticas sobre el patriotismo, en la moral cristiana no se juegan cuestiones de meras frías leyes; no se trata del casuismo desligado de la virtud. Se trata de la aceptación de la doctrina y de la persona de Nuestro Señor Jesucristo.

Y él nos dejó claras enseñanzas al respecto:

Nuestro Señor Jesucristo cumple, y lo hace en todos los sentidos y en forma eminente, la "ley de la encarnación", que puede traducirse en "la ley del arraigo". El no se presenta como un "hombre universal" ni como un "ciudadano del mundo" que mirase con lástima y como a pobres mortales pecadores a los que se preocupan por el destino de su patria. El fue reconocido como "el Nazareno" (Mateo, 26, 71; Hechos, 24, 5; Mateo, 2, 23), y Nazaret es presentada en San Mateo como "su tierra" (Mateo, 13, 53); es conocido como "el hijo del carpintero"; que tiene sus parientes: "¿No se llama su madre María y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas?" (Mateo, 13, 55). El enseña que nadie es profeta en su tierra (Mateo, 13, 57). No amaba a todos sus discípulos por igual, pues había tres más allegados y uno el más amado (Juan, 19, 26). Mal puede, pues, sustentarse en la enseñanza de quien lloró por la ruina de Jerusalén (Luc., 19, 41), una objeción contra el patriotismo. Sino todo lo contrario.

 

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Para finalizar quiero, a modo de conclusión, poner algunas propuestas para nuestro patriotismo:

1. Conforme a la "ley de la encarnación", nuestro patriotismo debe ser "argentinismo": "Ser argentino...";

2. Conforme al modo propio del ser del hombre, que es animal racional, esto es, es animal espiritual, debe ser "humanamente total", esto es apasionado, sensible, inteligente, con entrañable amor a la Argentina;

3. Debe ser integral. Debemos amar la tierra patria, sus riquezas naturales, su economía, su cultura, su lenguaje, su idioma y, sobre todo -Martín Fierro dixit- su gente;

4. Ese amor a la gente más próxima, que en definitiva es ejercicio del patriotismo, ha de ser trasladado al terreno propia y estrictamente apostólico.

A veces parece que en ciertas luchas defendemos verdades divinas como si no pudieran ser aceptadas por la gente ni hicieran la felicidad del pueblo. Como su fuésemos extraterrestres con antenas espaciales para captar solamente nosotros la ley natural (eso no es la ley natural) y como si nuestros corazones fueran de otra pieza que el resto de los mortales. Hay que unir la lucha por los altares, por la patria, por los hogares. Las leyes de salud reproductiva al mismo tiempo que van contra la ley de Dios, causarán la ruina de nuestras mujeres, de nuestros hijos y de nuestro futuro, de nuestra Patria.

A veces se lucha por la moral católica como defendiendo, sí la verdad y el honor de Dios, pero como si en el matrimonio indisoluble, en el respeto del feto, el respeto de la reproducción por coito y no artificial, el rechazo de la contracepción, la constitución y el derecho católicos, no se jugara el bien de la gente, el bien de los compatriotas: El bien de la Argentina.

 

5. Nuestro patriotismo no es exclusividad de los católicos. Y hay que unirse a -y admirar- la lucha de todos los compatriotas que, quizá unilateralmente, sienten la Argentina.

*Unirse al judío Muchnick y su vibración patriótica en la encendida defensa de la economía nacional (¿Qué defensor diplomado de la doctrina social de la Iglesia lo hace mejor que él?); *Al judío Schonfeld, que defendió la constitución católica y la religión del presidente mejor que el 99 % de los católicos y aún de los obispos fundado en las raíces cristianas de la Patria; *Hay que rescatar a los cantantes que cultivan la música nuestra auténtica y que mencionan la palabra "Argentina", aunque en otros temas no estemos de acuerdo; *Hay que reconocer la valiente defensa del Almirante Rojas de la soberanía geográfica nacional. La resurrección argentina, si se produce, se va a producir por la obra de muchos a quienes se les preguntará: ¿Qué hiciste por tu Patria? -Y quizá podrán decir: "tuve muchos pecados, Señor, y hasta me llevé mal con tu Iglesia, pero nunca traicioné la bandera del dulce nombre, y la serví virilmente. Apiádate de mí, Señor. Tu hijo Tomás de Aquino dijo que la pietas está tan cerca de la religión que hay una pietas hacia Dios, el Padre. Y a esa participación terrena de Dios que es la Patria terrena yo no lo defraudé". Y a muchos se les recordará que dijeron muy bellas palabras y repitieron buenas doctrinas, pero no las bajaron nunca a la defensa de la Argentina concreta. Nunca aplicaron la ley del Martín Fierro: No defiende a su Patria, quien no ayuda al compatriota.

 

6. Nuestro argentinismo debe ser lúcido, ilustrado en el conocimiento de la historia, la geografía y la tradición patria.

 

7. Debemos cultivar el "instinto de lo que conviene a la Argentina".

Como la virtud no se opone a la virtud y el fin no justifica los medios, nunca los bienes de la Patria pueden ser moneda de cambio ni siquiera a costa de preservar valores superiores. No se puede aceptar ningún subsidio para ninguna nobilísima tarea que implique convalidar la entrega del patrimonio nacional o que, de hecho o de derecho, importe ningún silencio complaciente con lo que perjudica a la Patria.

 

8. Nuestro argentinismo debe iluminarse en las figuras ejemplares de los que viven el patriotismo en cada sector.

Pienso en hombres como Ricardo Paz, que a veces parece encarnar la Argentina sufriente en sus luchas por la soberanía. Y pienso en alguien que, en la figura de Dulcinea y en la brillante radiografía de Lugones, sufrió, meditó, explicó el camino del sufrido argentinismo: el maestro Leonardo Castellani. Lo que Castellani dice de Lugones retrata el argentinismo de Castellani. Lo que es la figura enferma y dolorosa de Dulcinea, es el sufrimiento que Castellani veía, sufrimiento que aumentaba por los males que profetizaba, de su nuestra Patria Argentina. Maestro Castellani: "la Patria es el primer amor después de Dios"; debemos "sentir la Argentina"; los intelectuales argentinos tienen el sacro deber de pensar la Patria".

 

9. Esta concepción integral hace que no podamos reinvindicar el patriotismo como algo que quede como en el arrabal de las virtudes y de la moral. No. No debemos cultivarlo como si se tratase de la "moral natural", que se llevaría de patadas, o en el mejor de los casos quedaría en otro plano, de la moral sobrenatural. No.

No podemos olvidar que el "organismo de las virtudes", que incluye las distintas especies de ella, morales adquiridas y morales infusas, teologales, y los dones del Espíritu Santo, está presidido y unificado por la Caridad.

Enseña Tomás de Aquino que la caridad es una sola, con doble destinatario pero una razón formal. Veamos:

"Los hábitos no se diferencian sino porque varían la especie del acto; todos los actos de una especie pertenecen al mismo hábito. Tomándose la especie del acto de la razón formal de su objeto, por fuerza han de ser de la misma especie el acto que versa sobre la razón formal de un objeto y el que recae sobre un objeto bajo tal razón; al igual que es idéntica la visión con que se ve la luz y la visión con que se ve el color bajo la formalidad de la luz. La razón del amor al prójimo es Dios; pues lo que debemos amar en el prójimo es que él esté en Dios. Por lo cual es evidente que es el mismo específicamente el acto con que se ama a Dios y el acto con el que se ama al prójimo; y, por eso, el hábito de la caridad no sólo abarca el amor de Dios, sino también el del prójimo" (II-II, q.25, a.3).

Y la Patria con sus integrantes debe ser amada como prójimo más próximo en amor de Caridad. Debemos educar un argentinismo verdadero, alto, verdadera virtud, comandado por la reina de las virtudes.

Porque cuando en el atardecer de nuestra vida seamos juzgados según la Caridad, seremos juzgados también por el servicio que hayamos prestado a esa realidad del dulce y femenino nombre, que debemos servir virilmente.

¡La Argentina!

 

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3. Algunas explicaciones

Al cap. I: * "Patria", "Nación" y "Estado" no son términos que se apliquen siempre en el mismo sentido. Las tres realidades pueden coincidir o no. "Patria" alude sobre todo a la tierra y al "patrimonio" (físico, espiritual); "Nación" alude más a los hombres que tienen un origen común. "Estado" es la sociedad perfecta o soberana (o "comunidad de un pueblo, asentada sobre un territorio, investida de soberanía para la procuración del bien común político"). *Cfr. para la distinción de las tres nociones Ousset, Jean, Patria, nación, Estado, Cruzamante, Buenos Aires, 1980. 

*Para los elementos que integran la nación, el rechazo del racismo y la relación con el Estado cfr. Messner, Johannes, Etica social, política y económica a la luz del derecho natural, Rialp, Madrid, 1967, en especial pp. 717 y ss.

*Aunque el bien común político debe respetar la singularidad de cada pueblo y por ende el Estado de algún modo debe estar al servicio de los valores de la Patria o la Nación, la doctrina del orden natural y cristiano rechaza que deban necesariamente coincidir Nación y Estado: puede, de hecho o de derecho, haber estados plurinacionales, o naciones abarcadas por más de un Estado.

*Para entender la "ley de la encarnación" hay que distinguirse tanto de una concepción materialista como espiritualista excesiva (al modo platónico) del hombre (cfr. infra enseñanzas irazustianas).

*La distinción central entre lo que es objeto de la virtud, tratado primero, y la virtud misma, y la determinación de ésta (tratada segundo) por aquél, responde al carácter intencional o tendencial de nuestros actos de conocer y amar (que son conocer o amar cosas; en el caso, amor a la Patria terrena) e igual carácter de la virtud moral, que es una cualidad del alma pero que se define a su vez por la facilidad para la realización de actos buenos que hacen bueno a quien los realiza.

 

Al capítulo II: *Las verdades específicas de la ética filosófica natural no se obtienen por una deducción de verdades metafísicas. Sino que se recogen en la experiencia de la vida moral, donde ya encontramos casi todas las normas morales. Dice Millán Puelles: "Todo pensar filosófico es una operación mental refleja, de segundo nivel, no por tener como su asunto o tema, en todas las ocasiones, a otra operación también mental, sino por ser imposible sin el previo ejercicio de alguna actividad cognoscitiva de carácter no filosófico y, por ello, pre-reflexiva o espontánea". Siempre se presupone "algún conocimento ético espontáneo, pre-reflexivo". (La libre afirmación de nuestro ser, p. 73. Cfr. también De Finance, Etica generale, pp. 22 y passim).

*Ahora bien, la ética teológica asume todos esos elementos, no desprecia nada de ellos, y admite como fuente la Revelación y el Magisterio. Gran parte de los razonamientos de Tomás de Aquino sobre la "pietas" son de orden natural.

*Sobre la relación entre sentimiento y razón en la vida moral, sostiene Millán Puelles que la "conclusión del razonamiento moral es tan íntima a quien la infiere (tan fácilmente lograda y tan estrechamente unida al sentimento) que puede dar la impresión de ser un sentimiento únicamente y no una genuina conclusión (cognoscitiva)... Uno de esos casos, quizá el más representativo, lo constituye el agradecimiento". "De la gratitud suele, efectivamente, hablarse en la acepción de un sentimiento noble y delicado, que enaltece y honra a quien lo siente, sea cualquiera el nivel en que ésta pueda encontrarse; y la ingratitud es considerada, a su vez, como una privación sentimental gravemente deshonrosa o degradante... [¿Quiere decir que es un puro sentimiento o afecto o movimiento o tendencia no cognoscitiva?, nos preguntamos nosotros, H.H. -No. Veamos lo que sigue:] Sin embargo, basta iniciar el análisis del agradecimiento para darse cuenta bien clara de que éste no es algo irracional, caprichoso o meramente subjetivo, sino, por el contrario, algo bien razonable y provisto, sin duda, de una objetiva justificación" (op. cit., p. 114).

*Sobre el tema de la "pietas patriótica" en relación al fundamento de la ética y refutando toda acusación de "falacia naturalista" (= extraer de proposiciones "de ser" conclusiones de "deben ser") nos ocupamos en el trabajo Hombre y moral: la ‘pietas’ patriótica, en Sapientia, 1988, nro. 167-8, p. 173 (El hecho del beneficio recibido es, sí, un hecho; pero un hecho valioso, realizado libremente por una persona a otra y que exige una respuesta del beneficiario).

*La "pietas" es parte potencial de la justicia: Sintética explicación del asunto en "Suma Teológica", II-II, q.80, a. único: la "pietas" tiene de común con la virtud principal, la justicia, que da a otro, y da lo que es debido, pero no hay posibilidad de tener la igualdad que se da en la justicia: no podemos retribuir lo recibido de los padres y la Patria.

* En II-II, q.101, a.43, ad 3, el Maestro distingue en el deber hacia la Patria: a) En cuanto que es en cierto modo principio de nuestra existencia: le corresponde la virtud de la "pietas"; b) En cuanto "refiere al bien de la patria en su razón de bien común" (de fin): le corresponde la justicia legal. Que es la virtud general.

 

Al cap. III: *Sobre el tema del título del valioso volumen La conciencia territorial (y su déficit en la Argentina actual) Randle, Patricio (ed.) y otros, Oikos, Buenos Aires, 1978; donde se trata el tema el tema por los mejores especialistas y desde todos los ángulos : filosófico (Bolzán, Pithod, Mihura Seeber); cultural (Randle el meritorio director del volumen, Cáceres Freyre, Pagés Larraya); histórico (Irazusta, Martiré, Sanz); geográfico-político (Daus, Paz, Rizzo Romano); sociales (Brie, Fernández Pico, Rey Balmaceda), potencial territorial (Quartino, Dozo, Fuschini Mejía, Lascano).

*Citamos en el cuerpo el estudio de Irazusta sobre Alberdi con fines estrictamente historiográficos: Alberdi en 1838 - Un trascendental cambio de opción práctica; pero una nueva lectura nos convence de que en él hay verdadera filosofía de la Patria. Habría que transcribirlo todo, pero como muestra que incite la lectura vayan estos pasos:

*Valor "humano" de la soberanía: "Con la soberanía se defiende, además de intereses materiales, intereses morales, el honor, llave de bóveda de una comunidad que tiene la decisión de vivir no de cualquier modo sino como nación independiente. El mismo fracaso parcial posterior a una defensa por las armas conserva en el hecho más de lo que se ha cedido en derecho. Pues el adversario que ha obtenido una costosa ventaja de principio mirará dos veces antes de aprovecharla concretamente, mucha más que si la obtiene con una simple intimación (!!!; p. 152).

*La actitud de Alberdi en 1838: "Su actitud fue la más extrema, desarrollando en el peor momento posible la campaña internacionalista más desenfrenada que se haya propagado en el Río de la Plata, sin excluir de la comparación al internacionalismo de nuestros días" (subrayado H.H., - p. 158). "La teoría de la antipatria es todavía peor que esas entregas (las pérdidas territoriales argentinas por "los epígonos de Alberdi"), pues quita los medios de repararlas" (p. 170).

*Su importancia: "Con su campaña internacionalista de Montevideo, con su campaña colonizadora posterior a Caseros, Alberdi fue el argentino que más influyó en el destino de su país" (p. 173).

*Patria y projimidad: "La idea filosófica de la igualdad del género humano no impide que consideremos más prójimo, más hermano, más igual al nativo del mismo territorio que defiende el solar común con la razón de su parte, contra la agresión del hombre nacido en el otro extremo de la tierra" (p. 167).

*Patria y concepción antropológica ("ley de la encarnación"): "El valor universal por el cual pretende Alberdi hacernos igualmente hermanos, en todos los terrenos, de todos los hombres, (es) el alma; ‘es por sí y esencialmente la forma del cuerpo humano’, según Santo Tomás, por lo que su formación y educación y salvación (cita a Ramiro de Maeztu) están ligadas también a las condiciones tempo-espaciales de su cuerpo, que es la razón de que desde el principio de los tiempos la Historia Universal sea la historia de los distintos pueblos y cada uno de ellos aprenda mejor la lección del holocausto en la vida de los propios héroes, que se sacrificaron por defender sus gentes, y su tierra, que en la de los héroes de otros pueblos" (p. 166).

 

Al cap. IV: Cuando se propone cualquier forma de "frente" en torno a algunos objetivos, es ya un lugar común que aflore el tema "colaboración con los no católicos", y se advierta sobre los peligros de confusión, sincretismo y hacer de "idiotas útiles" 

-Advierto: 1)Si cualquier católico se "une" a cualquier persona para salvar a su hijo de una enfermedad o para conseguirle trabajo a un yerno o un buen puesto para sí mismo (cosa que sucede todos los días, y en que cualquiera diríase que "se alía con el diablo") y no se une en la defensa de la Patria, es que falta en esto último el amor que no falta en lo primero. [Ejemplo: los católicos argentinos que se abstenían en el Beagle para que no resulte desacreditado el Papa... sic y resic !!! ... A nosotros Dios nos pedía lo nuestro ...]; 2) Otra cosa es que la defensa concreta de la Patria lleve a muchos injustificada y a veces gratuitamente (respetos humanos mediante) a arriar banderas católicas (este arriado de banderas quizá fue propio de muchos demócratas italianos en Italia. Luchaban junto con los marxistas por la democracia... entendida en sentido liberal...; o por un orden mundial ... liberal-comunista o en el mejor de los casos laicista ...). Defender la Patria no puede significar dejar de defender otros aspectos de la moral católica. ¿Por qué debiera ser así? La indisolubilidad del matrimonio; el respeto de la vida naciente; el Estado y el derecho católicos; la moral social de los diez mandamientos; especialmente la función social de la propiedad, el rechazo de la usura, la economía de las necesidades, etc., todo eso debe ser defendido. -Ya está escrita "La ciudad de Dios", por quien nos defendió de la acusación de incompatibilidad entre religión y Patria; 3) Para evitar aquellos peligros (sincretismo, etc.) levantemos todas las banderas... y no arriemos ninguna, qué tanto!!!. Entonces se dará un testimonio; no seremos idiotas útiles; nadie sufrirá escándalo ni confusión alguna; 4) El escrúpulo de "causar escándalo con las malas compañías" suele conllevar una supuesta "jerarquía de valores" de las cuales la Argentina resulta siempre sacrificada: v.gr. aceptar subsidios para divulgar la doctrina de la Iglesia (que sería "lo importante"), siempre en abstracto, pero callando sistemáticamente el sojuzgamiento económico de la Patria, que vendría a ser lo no importante... (¿o no ?).

 

4. Dos cuestiones sobre la "pietas" patriótica

I.

Si se puede decir en congruencia con Santo Tomás que debamos amar la Patria en o con caridad, cuando el maestro no coloca la patria entre las "cosas" que han de amarse por caridad (II-II, q.25, a.12: Dios, el prójimo, nuestro cuerpo y nosotros mismos),

 

-Respuesta: Parece que sí. Porque:

*En la cuestión siguiente, 26, despliega quiénes son el prójimo al explicar "el orden de la caridad", y allí establece prelaciones de un prójimo sobre otro (a. 6 y ss.); en el a. 8 se refiere a quienes nos une el origen carnal: "la amistad de los conciudadanos en comunicación civil"; a. 9: hijo y padre; a. 10: madre y padre; a. 11: esposa y padres. Si ha de amarse en caridad a los padres, también a la Patria.

 

*Explícitamente lo admite el Maestro en 2-2, 101, 3, ad 1: Se trata en el artículo de si la piedad es virtud especial distinta ("utrum"). -La objeción decía que "el respeto y acatamiento" (versión BAC, Urdánoz;  ed. leonina: "obsequium et cultum") procede del amor; eso es lo que hace la piedad; ergo la piedad no se distingue de la caridad. Responde que "Así como la religión es una protestación de fe, esperanza y caridad, virtudes por las que principalmente el hombre se ordena a Dios, así también la piedad es una muestra del amor que uno da a los padres y a la patria". -Versión española citada; pero el texto latino dice: "ita etiam pietas est quaedam protestatio caritatis...".

Si se contraobjeta que se ama sólo a aquellos con quienes hay comunicación de la bienaventuranza eterna, cabe sin embargo admitir, secundariamente, un amor en la visión de Dios de los más allegados: Cfr. q.26, a.13, c. al medio; y I-II, q.4, a.8: secundariamente, como complemento para el mejor ser de la beatitud, "concomitantemente" (ad 3), entran "los amigos" en la beatitud, pero no por necesidad. -Y si los amigos, los compatriotas en alguna medida.

** Fuera de los textos tomistas citados, utilizando como "principio" la enseñanza de que "no puede haber virtud verdadera sin la caridad" (II-II, q.23, a.7), y siendo elemento de la vida recta los actos de la "pietas", debe concluirse que tales actos deben estar regidos por la caridad. Recuérdese que la caridad es virtud general, principalmente (decimos nosotros) con generalidad de eficiencia (II-II, q.23, a.8, c. y ad 1 y 3), pues mueve con eficiencia todas las virtudes. Aquel principio podría quizá enunciarse también como "del reinado y totalidad de la caridad" o de la asunción de la naturaleza por la gracia.

 

II.

Si puede incluirse en el amor a la Patria (terrena) las cosas que integran el "capital físico" de la Patria: sus ríos, sus montañas, su música, su idioma (aquí lo de "físico" es menos físico) etc., que parecen incluirse generalmente en la enunciación de las cosas que integran la Patria y son amadas por el patriota.

 

-Respuesta: El Maestro Tomás, y no se ven razones para apartarse de él en esto, lo admite secundariamente, y en función de los hombres que componen la Patria. Trata de "si las criaturas irracionales han de ser amadas por caridad" (II-II, q.25, a.3). Da tres razones por la negativa en cuanto a amarlas directamente: 1) Por la caridad se entabla amistad con aquél para quien queremos el bien y esto nos se da en los irracionales; 2) Toda amistad se funda en una comunicación de vida, lo que no se da con los irracionales; 3) La caridad se funda en la comunicación de la bienaventuranza eterna, cosa que no sucede con las creaturas irracionales (II-II, q.25, a.3, c. 1a. parte). Pero en forma secundaria "pueden ... ser amadas por caridad como queremos el bien para los demás, por cuanto deseamos por caridad que se conserven para honra de Dios y utilidad de los hombres. Así también las ama Dios en caridad" (loc. cit., segunda parte). -En la "utilidad de los hombres" han de entenderse, pues, la utilidad de la Patria como tal. Hace al bien humano completo la individuación del hombre con todas sus circunstancias y características, y los bienes necesarios para vivir y bien vivir. -Esto refuerza nuestra insistencia en la "primacía del hombre" al considerar el tema de la Patria.