DIONISIO EL CARTUJO Y LA CONTEMPLACIÓN

Pbro. Dr. Ignacio Andereggen

 

Dionysius van Leeuw nacido hacia el 1402 en Rijkel es uno de los tomistas más destacados de la Escuela, aunque inmerecidamente desconocido. Recibió su formación tomista en la Universidad de Colonia, que frecuentó antes de entrar en la Cartuja. Su carrera literaria comenzó hacia 1430 y continuó, casi sin interrupciones, hasta su muerte acaecida en 1471. La más notable y significativa se originó en 1451-1452 cuando fue invitado por el cardenal Nicolás de Cusa a acompañarlo en su viaje de Reforma como legado apostólico.(1) Este contacto no deja de ser importante para comprender la inspiración de su tomismo en comparación con el de los dos grandes dominicos italianos, Silvestre de Ferrara y Tomás de Vio Cayetano, nacidos alrededor de la fecha de su muerte, los cuales no muestran ningún punto de contacto con el Cusano, muerto en Italia en 1462.(2) La divergencia, que iba a resultar trágicamente creciente en la modernidad, entre la hoy llamada teología espiritual y la teología dogmática, parece comenzar a dibujarse en el seno del mismo tomismo.

Su obra es enorme. Ocupa 44 volúmenes publicados modernamente entre 1896 y 1913 (3) a partir de la edición antigua de Colonia (desde el 1530). Comentó el Antiguo y el Nuevo Testamento, las Sentencias de Pedro Lombardo (con una impresionante erudición por cuanto respecta especialmente a los autores del siglo XIII, con señalado lugar para los inspirados en Alberto), todas las obras de Dionisio Areopagita. Escribió un resumen de la Summa de Tomás llamado Summa fidei ortodoxae, una Elementatio Theologica y una Elementatio philosophica, comentarios o paráfrasis a Boecio, Casiano y S. Juan Clímaco, sermones, y muchos tratados de teología espiritual. Para ilustrar algo de su pensamiento nos referiremos a uno de estos últimos.(4)

El gran libro de Dionisio el Cartujo -importante, pero relativamente poco voluminoso- titulado De contemplatione está estructurado en tres grandes partes:

1) En el Libro primero, acerca de la contemplación, de sus especies, y de su práctica, nos presente sintéticamente lo esencial de su pensamiento filosófico y teológico a partir del núcleo vital de la vida mística.

Son características notables de este libro, y de toda la obra, el interés humanístico (estamos pleno siglo XV) por rescatar para lo más elevado de la experiencia cristiana lo mejor de las filosofías antiguas, la distinción cuidadosa entre el plano natural y el sobrenatural, y sobre todo la armonía de un pensamiento, que sin pretender ser original, (5) por el solo hecho de presentar las grandes doctrinas de los doctores precedentes en un contexto especulativo, histórico, y eclesial de gran dificultad -no del todo diverso de nuestra propia situación contemporánea- llega a desarrollar con extrema vitalidad, fundada sin duda en la profunda experiencia personal, y en un amplísimo campo de conocimientos, una teología del hombre en su más elevada realización. Podemos sintetizar la temática del primer libro dividiéndolo en seis grandes secciones: 1) Sentidos del término contemplación y primer acercamiento a su esencia. 2) El sujeto de la contemplación. 3) Relación de la contemplación -en el sentido principal del libro- respecto de la filosofía. 4) Relación de la contemplación con la vida activa. 5) El proceso que conduce a la contemplación. 6) Las especies de contemplación.

 

1.1) Sentidos del término contemplación y primer acercamiento a su esencia.

Después de manifestar cuál es la intención de esta obra, trata acerca de la sabiduría en sus múltiples acepciones, y de qué es la contemplación propiamente dicha, presentándonos uno de los temas constantes de su pensamiento: la contemplación es sabiduría sobrenatural de Dios, y también de las otras cosas, sincera, auténtica, y por eso mismo afectiva. (6) Es el don de sabiduría del Espíritu Santo que procede del amor sobrenatural. (7)

La antropología filosófica y teológica de nuestro autor es muy completa, y exquisitamente tomista, sin servilismo. Basta considerar los temas tratados en los artículos siguientes como fundamento de su doctrina del conocimiento afectivo, por connaturalidad, de Dios. (8) Indica Dionisio que para tener una noticia más plena acerca de la contemplación parece necesario exponer los dichos de los principales filósofos, como antiguamente hicieron San Agustín, San Cipriano, Victorino, Lactancio, San Hilario, es decir, las doctrinas de Platón, Aristóteles y sus seguidores. (9)

De modo filosóficamente preciso, pero sin preocuparse angustiosamente por las disputas teóricas -en su visión, superfluas-, trata luego acerca de la naturaleza del alma racional, y de sus potencias, por las cuales es capaz de la gracia de la contemplación. (10)

La sindéresis y la chispa de la inteligencia son la parte más elevada del alma, que permite la unión con Dios. Por la sindéresis el alma tiene un cierto respecto inmediato a Dios según el cual puede ser por El "tocada", iluminada e inflamada directa e inmediata- mente. (11)

 

1.2) El sujeto de la contemplación.

El intelecto es la potencia más digna del alma. Intellectus, qui contemplationis subiectum est, ponitur animae praestantissima esse potentia.(12) Con esa afirmación el Cartujo toma posición en una ardiente querella de su tiempo. Se apoya en las autoridades de San Agustín, Aristóteles y Dionisio Areopagita.

Entre la mente humana y Dios no hay ningún medio, de modo tal que solamente Dios es mejor que la mente, en el sentido de que directamente de El recibe su naturaleza, su gracia, y su gloria.(13)

 

1.3) Relación de la contemplación con la filosofía.

Acerca de la contemplación los mayores filósofos -Aristóteles, Platón, Plotino...- dijeron concordemente que en ella consiste la mejor actividad humana. (14) El conocimiento filosófico de las cosas divinas es contemplación, pero no "sincera" y "afectiva" en el sentido más propio, y por eso, mezclado siempre con error, y, sobre todo no eficaz para conducir a la salvación sobrenatural por medio de la caridad.(15)

 

1.4) Relación de la contemplación con la vida activa. Respecto de la contemplación en sentido propio se distinguen dos tipos de vida. La contemplativa no tiene un "fin externo", y, en cambio, la activa tiene como fin una acción u obra exterior. A estos dos tipos de vida corresponde la distinción aristotélica entre entendimiento especulativo y práctico. La vida activa se ordena a la contemplativa, aunque con la importante salvedad -que será luego desarrollada más abundantemente-(16) de que ciertos actos excelentes de la vida activa se acercan a la contemplativa.(17)

Los actos que se requieren y concurren a la vida contemplativa terminan en uno, por el cual la mente se une con Dios por el amor. La vida contemplativa es mayor, más digna, y más meritoria que la activa, y también, en sí misma, más permanente y continua. (18) La vida activa, por ser la contemplativa más divina que la que aquí llevamos, persevera en la Patria, pero como conviene a Dios y a los ángeles, sin imperfección.(19)

 

1.5) El proceso que conduce a la contemplación.

En la línea tradicional, el cartujo explica que somos conducidos por una triple vía a la contemplación, la purgativa, la iluminativa y la unitiva o perfectiva.(20)

La vía purgativa es el esfuerzo del alma por el cual, por un cierto medio, tiende al cambio del corazón que se limpia de las pasiones desordenadas y los errores, de modo que el cuerpo se sujete al espíritu.

La vía iluminativa supone la capacidad del alma de ser iluminada, adquirida por el proceso anterior. Es la ocupación y esfuerzo de la mente en la contemplación de las realidades divinas, recibiendo el rayo de la sabiduría de Dios, por cuya luz, clarificada la mente, intuye a Dios, y se convierte en lecho para el Esposo. El mismo Dios, "Sol de la inteligencia", ilumina ahora al alma abundantemente enseñándole todas las cosas con su unción.

La vía unitiva o perfectiva consiste en que la mente sea encendida por la contemplación de lo divino con un amor vehemente, toda ardiente, como hecha fuego por una chispa divina que le llega, trascendiendo todas las cosas creadas y abandonándolas -aún a sí misma-, y transformándose en Dios. No es otra cosa que la Teología Mística de la que habla Dionisio Areopagita.

Cada una de estas vías incluye y supone la otra en cierta medida. (21) Más aún, todo este triple proceso está incluido en la vida contemplativa. Las virtudes morales corresponden a la vida contemplativa no esencial sino dispositivamente. El centro de la preparación a la contemplación en el mismo amor.(22)

 

1.6) Las especies de contemplación.(23)

La unitaria consideración y compenetración de los objetos teológicos nos da la pauta de la solidez de la síntesis de Dionisio el Cartujo. En relación a estos objetos se pueden distinguir cinco especies de contemplación.

 

a) La primera especie de contemplación sobrenatural es acerca de la Trinidad. Dionisio hace observar que en esta contemplación de la Trinidad hay que mantener una moderación sapiencial y humilde a causa de la sublimidad del objeto. Su doctrina no es un ciego apofatismo: no obstante la incomprensibilidad de lo que corresponde a la primera especie de contemplación, siempre debemos esforzarnos por tener una noticia más plena acerca de la Trinidad. Distinguiendo con precisión, como algunos de sus más destacados contemporáneos en el ámbito de la teología espiritual, un tipo de teología discursiva y otro místico, nos enseña que de las cosas que corresponden a la contemplación de la Trinidad algunas corresponden a la devoción, acerca de las cuales habrá que detenerse más, y algunas a la sutileza, es decir, a la teología escolástica, que se puede ejercer aún sin el amor de Dios.

Indicándonos que en esta primera especie de contemplación es necesario usar de suma abstracción del intelecto mismo respecto de todo ente material y circunscripto manifiesta su gran aprecio por la filosofía, especialmente la metafísica, y así, de nuevo, su gran equilibrio. No obstante esto, cualquier persona devota o religiosa, aunque simple, torpe, y sin letras, puede alcanzar y debe darse a una cierta contemplación de la Trinidad.

 

b) La segunda especie es la contemplación natural de la simplicísima Deidad.(24) El de ser es el nombre primero y propio de Dios. Cualquiera, por más simple que sea, puede ascender a la contemplación de la divinidad de este modo, sobre todo si esta contemplación natural es confortada por una luz sobrenatural. Ocupándose en este punto acerca del triple grado clásico de la contemplación, de los incipientes, proficientes y perfectos, y acerca del modo del progreso en el acto de la contemplación, nos manifiesta nuevamente la profunda unidad que caracteriza su pensamiento entre el ejercicio natural e infuso de la contemplación, y su gran sentido del dinamismo de la vida espiritual.

c) La tercera especie de la contemplación consiste en la especulación de la belleza, la excelencia y amabilidad de la naturaleza humana asumida por el Verbo. En la encarnación de Cristo y su pasión evidente y eminentemente se pueden considerar y contemplar la bondad, la misericordia, la sabiduría, la justicia, la dilección y la potencia de Dios. Es necesario que seamos contempladores de la encarnación, de la conversación, y de la pasión de Cristo y de los demás misterios de él. En este aspecto cristológico de la vida contemplativa el Cartujo se explaya largamente y con gran complacencia, adelantando temas esenciales de espiritualidad más reciente, como el de la contemplación de la humanidad de Cristo. Más aún, señala especialmente cómo debemos contemplar, abrazar y amar a Cristo en el sacramento del altar, en la dulcísima conversación con la Virgen Madre -especialmente en la infancia-, y en su múltiple belleza, especialmente su belleza corporal y moral.

 

d) La cuarta especie de contemplación corresponde a la quíntuple acepción de la gracia, especialmente por lo que se refiere a los bienes de la gloria. Es señaladamente interesante su explicación de la contemplación de los admirables juicios de Dios acerca de los hombres en la vida presente.

 

e) La quinta y última especie de contemplación corresponde al ejercicio propiamente filosófico, no sobrenatural ni milagroso (!), que ayuda mucho a la contemplación propiamente dicha, la cual procede de la caridad, a tal punto que, en igualdad de condiciones, los más inteligentes y preparados en filosofía son los más aptos para la misma contemplación, Es de notar especialmente su consideración de la contemplación de Dios en su imagen natural en el hombre.

 

2) El libro segundo se refiere a la contemplación según las sentencias de los santos padres y doctores principales. Tiene la ventaja de presentarnos ordenadamente las fuentes del pensamiento de Dionisio el Cartujo en el campo de la teología espiritual.

En primer lugar, por supuesto, el "divino" Dionisio [ps. Areopagita]. Luego, Orígenes, Agustín, Bernardo, Hugo y Ricardo de San Víctor, el Doctor Santo [Santo Tomás], el Doctor devoto [San Buenaventura], el "anagógico" Juan Ruysbroeck casi contemporáneo y compatriota de nuestro Dionisio], Juan de Vercelli, y, finalmente, un cierto devoto, es decir, el hermano Guy de Pont, monje de la Cartuja. Se inspira también en Hugo de Balma, autor del libro De triplici via o Viae Sion lugent o Sol de contemplativos.

 

3) El Libro tercero trata acerca de la contemplación de Dios por la sabiduría unitiva o la teología mística. Se trata aquí de la contemplación por excelencia según la tradición dionisiana. Se refiere especialmente a la contemplación de Dios por la abnegación.

¿Qué es finalmente la sabiduría unitiva o mística teología? Nuestro Dionisio explica en este punto una "definición" del Areopagita en el séptimo capítulo del De divinis nominibus, que trata de la sabiduría como nombre de Dios. Es conocimiento sobrenatural de Dios por ignorancia, es decir, por remoción de todas las cosas crea-das. (25) Se ocupa de las diferencias entre la teología especulativa y la mística, de la cuádruple vía para consurgir (26) o elevarse a la contemplación del superglorioso Dios, y de su doble contemplación, esto es, por la posición y la ablación.

La contemplación serenísima de Dios por lo negativo, que se llama unitiva y mística, es más perfecta que la que es por lo afirmativo, más aún, es de algún modo intermedia entre la contemplación de la patria y la de la vía terrenal por afirmación. Para alcanzarla es necesaria abstracción y simplificación de la mente y entrar en la divina tiniebla. (27) Inspirándose en la Teología Mística del Areopagita nos enseña que en el ejercicio contemplativo y en el proceso teórico y en la intuición interna de la teología mística el discurso mental se abrevia tanto más cuanto más se asciende, mientras no se llegue a la total privación del discurso. La teología mística es realmente lo mismo que el don de la sabiduría del Espíritu Santo, que se infunde más a los simples y humildes que a los sabios de este mundo. Cuanto más plena la consurrección contemplativa a Dios es menos laboriosa y aflictiva que dulce y gozosa.

Tomando clara posición en una ardiente querella del tiempo, especialmente contra el Canciller Juan Gerson, nuestro autor afirma que la mística teología no es esencialmente amor, sino conocimiento. La potencia afectiva o punta del afecto, esto es de la voluntad, no puede llegar aspirando y deseando, y fijarse en Dios, sin algún conocimiento del intelecto previo y concomitante, aunque no sea natural ni sea anterior en orden cronológico.

La verdadera contemplación conduce a la vida divina, deiforme, deífica, deificante y deificada, por la cual nos hacemos lo mismo que Dios, teniendo una vida y felicidad con El. He aquí una nueva fuerte toma de posición de nuestro autor, esta vez en defensa de Juan Ruysbroeck contra el mismo Gerson, de la Teología Mística del cual, en algunos puntos parece secretamente inspirarse.(28)

 

He aquí la lista de los capítulos del De contemplatione:

 

Libro Primero:

Acerca de la contemplación, de sus especies, y de su práctica

Proemio

a.1 Cuál es la intención de esta obra.

a.2 De la sabiduría múltiple.

a.3 Qué es la contemplación

a.4 Que para tener una noticia más plena acerca de la contemplación parece necesario exponer los dichos de los principales filósofos.

a.5 Acerca de la naturaleza del alma racional, y de sus potencias, por las cuales es capaz de la gracia de la contemplación.

a.6 Qué es la sindéresis y la chispa de la inteligencia.

a.7 Del sujeto de la contemplación, y acerca de si el intelecto es la potencia más digna del alma.

a.8 De qué manera se deba decir que entre la mente humana y Dios no hay ningún medio, de modo tal que solamente Dios es mejor que el alma.

a.9 Qué dijeron acerca de la contemplación los mayores filósofos.

a.10 Si se deba decir que el conocimiento filosófico de las cosas divinas es contemplación.

a.11 Acerca de la división de la vida en activa y contemplativa.

a.12 De los actos que se requieren, que concurren y que corresponden a la vida contemplativa, en el cual se muestra cómo la vida contemplativa consista en un acto.

a.13 Acerca de la opulencia, de la belleza, amabilidad, dignidad y dulzura o deleite de la contemplación y de la vida contemplativa.

a.14 Si la vida contemplativa es mayor, más digna, y más meritoria que la activa.

a.15 Cuál vida es más permanente y continua, si la contemplativa o la activa.

a.16 Acerca de la debilidad de la mente humana para contemplar establemente, a partir de las palabras de Gregorio.

a.17 Acerca de las causas de la debilidad e inestabilidad de la mente humana para contemplar.

a.18 Si la vida contemplativa persevera en la Patria, y si conviene a Dios y a los ángeles.

a.19 Cómo somos conducidos por una triple vía a la contemplación.

a.20 Que la "actual" o ética debe preceder a la teórica, y cómo las virtudes morales corresponden a la vida contemplativa.

a.21 Acerca del ejercicio del alma en la vida purgativa.

a.22 Cómo cotidianamente se deben ejercitar lo que aspiran al culmen de la contemplación, y acerca de las cosas que les son especialmente necesarias.

a.23 Confirmación de las cosas dichas por medio de las palabras de S. Gregorio: donde se muestra que no todos son aptos para la contemplación, y que de la contemplación a veces surge un temor saludable.

a.24 Acerca de las industrias loables por las cuales el alma se dispone al culmen teórico de la contemplación.

a.25 Que la oración, el recuerdo de la pasión del Señor, la salmodia o alabanza divina son caminos óptimos para llegar (attingi) al vértice de la contemplación.

a.26 Acerca de las especies de la contemplación.

a.27 Acerca de la primera especie de contemplación, es decir, acerca de la contemplación sobrenatural de la superbendita Trinidad.

a.28 Continuación más completa acerca de esta especie primera y más digna de contemplación.

a.29 Acerca de que en esta contemplación de la superfelicísima Trinidad hay que observar una moderación sapiencial y humilde a causa de la sublimidad del objeto.

a.30 Acerca de las cosas incomprensibles sobre la contemplación de la Trinidad que debe ser superadorada.

a.31 Que no obstante la incomprensibilidad de lo que corresponde a la primera especie de contemplación, siempre debemos esforzarnos por tener una noticia más plena acerca de ella.

a.32 Que de las cosas que corresponden a la contemplación de la superaltísima Trinidad algunas corresponden a la devoción, acerca de las cuales habrá que detenerse más, y algunas a la sutileza.

a.33 Que en esta primera especie de contemplación cosiste una suma devoción, un mérito principal, y un máximo provecho.

a.34 Acerca de la dilección increada, mutua, inmensa y mutua, de la contemplación, de la fruición, complacencia, y deleite de la superesencial y superincomprensible Trinidad.

a.35 Que en esta primera especie de la contemplación es necesario usar de suma abstracción del intelecto mismo respecto de todo ente material y circunscripto.

a.36 Que cualquier persona devota o religiosa, aunque simple, torpe, y sin letras, puede alcanzar y debe darse a una cierta contemplación de la superdeliciosísima Trinidad.

a.37 Acerca de las razones probables de que en Dios haya Trinidad de personas.

a.38 Acerca de la segunda especie de contemplación, esto es, de la contemplación natural de la simplicísima Deidad.

a.39 Qué cosas se pueden conocer acerca de Dios bendito por medio de la razón natural.

a.40 Acerca de la propiedades absolutas y naturales de Dios, según la razón natural y el proceso filosófico.

a.41 Acerca de aquello por lo cual se conoce y se prueba que Dios existe.

a.42 De qué modo a partir de las cosas creadas se llega (attingitur) por abstracción a la especulación de Dios, y cómo el Ser es el primer y propio nombre de Dios.

a.43 Cómo cualquiera, por más simple que sea, puede ascender a la contemplación de la divinidad.

a.44 Acerca del triple grado de la contemplación, y acerca del modo del progreso en el acto de la contemplación.

a.45 Acerca de la tercera especie de la contemplación.

a.46 Especulación de la belleza, la excelencia y amabilidad de la naturaleza humana asumida por el Verbo.

a.47 Que en la encarnación de Cristo y su pasión evidente y eminentemente se pueden considerar y contemplar la bondad, la misericordia, la sabiduría, la justicia, la dilección y la potencia de Dios.

a.48 De las cosas admirables de la pasión de Cristo, y por qué la encarnación era conveniente máximamente al Hijo.

a.49 Cómo es necesario que seamos contempladores de la encarnación, de la conversación, y de la pasión de Cristo y de los demás misterios de él.

a.50 Contemplación de la humanidad de Cristo, o de Cristo hombre, según las cosas escritas en el Evangelio, entre las cuales hay que considerar aquella mezcla admirable de cosas sublimes e insignes por parte del Verbo que asume, y de cosas humildes y bajas por parte de la naturaleza asumida.

a.51 Acerca de la perfección de la conversación del Hijo de Dios en este siglo.

a.52 Consideración de la pasión de Cristo.

a.53 Cómo debemos contemplar, abrazar y amar a Cristo en el Sacramento del altar.

a.54 Consideración de la dulcísima conversación de Cristo con la Virgen Madre, especialmente en la infancia.

a.55 Contemplación de la múltiple belleza de Cristo, y especialmente de su belleza corporal y moral, y de qué abstracción hay que usar para considerar a Cristo hombre según la aprehensión imaginaria.

a.56 De la cuarta especie de contemplación, y de la quíntuple acepción de la gracia.

a.57 De la múltiple especie subalternada de este cuarto género de contemplación, y especialmente de la contemplación de los bienes de la gloria.

a.58 Cómo hay que elevar la mente para contemplar los bienes de la gloria, y cómo a partir de su contemplación se debe ascender a la contemplación de la divina libertad, dilección, y grandísima liberalidad.

a.59 Contemplación de la patria celeste y de los ciudadanos del cielo.

a.60 Contemplación de los bienes de la gracia gratum faciens.

a.61 Cómo por medio de la gracia gratum faciens, las virtudes teologales, y los dones, la mente se asimile a Dios sobrenaturalmente.

a.62 Contemplación de aquello en lo que se basa la fe católica.

a.63 Contemplación de los bienes de la gracia gratis data.

a.64 Contemplación de la exuberantísima munificencia, clemencia, potestad, bondad, sabiduría y amor de Dios acerca de nosotros, a partir de la contemplación diligente de los bienes citados de la gracia gratis data.

a.65 Contemplación de los admirables juicios de Dios acerca de los hombres en la vida presente.

a.66 De la quinta y última especie de contemplación.

a.67 De las especies de esta contemplación, y que la filosofía en mucho ayuda al ejercicio de esta contemplación.

a.68 Contemplación de todo el universo, o más bien, contemplación de Dios a partir de la consideración del mismo universo.

a.69 Contemplación de Dios altísimo a partir de la disposición del mundo, según las Escrituras.

a.70 Contemplación de Dios sublime y omnipotente a partir de su imagen natural en el hombre.

 

 

Libro Segundo

De la contemplación según las sentencias de los santos padres y doctores principales.

a.1 De las especies de contemplación según el divino Dionisio.

a.2 De las especies o grados de la contemplación según Orígenes.

a.3 De las especies de contemplación según Agustín.

a.4 De la contemplación y de las especies de ella según Bernardo, y de los admirables juicios de Dios según Agustín.

a.5 De la contemplación según Hugo.

a.6 De la contemplación y sus especies según Ricardo de San Víctor.

a.7 De la contemplación según el Doctor Santo [Santo Tomás]

a.8 De la contemplación y sus especies según el Doctor devoto [San Buenaventura]

a.9 De la contemplación según el anagógico Juan Ruysbroeck.

a.10 De la contemplación según Juan de Vercelli

a.11 De la contemplación según un cierto devoto, es decir, el hermano Guy de Pont, antes monje de la Cartuja.

 

LIBRO TERCERO

De la contemplación de Dios por la sabiduría unitiva o teología mística.

Proemio

a.1 Que en este tratado o tercera parte de esta obra se trata de la contemplación de Dios por la abnegación, en cuanto esta contemplación corresponde a la sabiduría unitiva o teología mística.

a.2 Qué es la sabiduría unitiva o mística teología.

a.3 De las diferencias entre la teología especulativa y la mística.

a.4 De la cuádruple vía para consurgir a la contemplación del superglorioso Dios, y de su doble contemplación, esto es, por la posición y la ablación.

a.5 Que la contemplación de Dios por lo negativo, que se llama unitiva y mística, es más perfecta que la que es por lo afirmativo, más aun, entre la contemplación de la patria y la de la vía por afirmación es de algún modo media.

a.6 Si la contemplación de Dios por la sabiduría unitiva, que es la mística teología es permanente o sólo momentánea.

a.7 Cuánto y cómo algunos filósofos principales se acercaron a la filosofía mística, y qué han dicho acerca del conocimiento de Dios por negación, y qué dijeron acerca del rapto hacia las cosas divinas.

a.8 De la abstracción y la simplificación de la mente necesarias para esta serenísima contemplación; y qué es la divina tiniebla, y qué entrar en ella.

a.9 Que en el ejercicio contemplativo y en el proceso teórico y en la intuición interna de la teología mística el discurso mental se abrevia tanto más cuanto más se asciende, mientras no se llegue a la total privación del discurso.

a.10 Si la teología mística es realmente lo mismo que el don de la sabiduría, y que la contemplación mística de esta sabiduría se infunde más a los simples y humildes que a los sabios de este mundo.

a.11 Si la consurrección contemplativa a Dios sea más laboriosa y aflictiva que dulce y gozosa.

a.12 De los siete grados por los cuales se llega al ingreso contemplativo y tranquilísimo de la divina tiniebla.

a.13 Cómo la sabiduría unitiva se llame irracional, amente y estúpida.

a.14 Si la mística teología sea esencialmente amor o conocimiento, y de su sujeto y objeto.

a.15 Si la potencia afectiva o punta del afecto, esto es de la voluntad, se pueda llevar aspirando o deseando y fijarse en Dios sin ningún conocimiento del intelecto previo y concomitante.

a.16 Del divino y deificante amor, de su igniforme fervor en cuanto concierne a la teoría mística, y también de los signos del amor extático.

a.17 Del rapto y éxtasis que corresponden a la excelentísima contemplación de la teoría mística, qué sean y en qué difieran.

a.18 En cuáles potencias se encuentran el rapto y el éxtasis; y que la alienación de la mente extática se realiza de tres maneras.

a.19 De la contemplación de algunos santos, del rapto y el éxtasis.

a.20 Disputación en favor de la fe católica, a partir del experimento de la teología mística contra Porfirio, Averroes y los demás irrisores de la sabiduría cristiana.

a.21 De la oración que corresponde a las iluminaciones teóricas de la sabiduría mística.

a.22 De la devoción y sus grados, especialmente de la devoción que corresponde a la sabiduría unitiva.

a.23 Que la mística teología corresponde a los hijos ocultos de Dios, y de la distinción entre los mercenarios y los siervos fieles, y los amigos secretos y los ocultos hijos de Dios.

a.24 Si la contemplación de la vida presente se puede llevar hasta la visión de Dios por especie.

a.25 De la vida divina, deiforme, deífica, deificante y deificada.

oooooooooooooooo

NOTAS

(1) Sobre su vida cfr. D.A.MOUGEL, Denys de Chatreux, 1402 - 1471, sa vie, son role, une nouvelle édition de ses ouvrages, Montreuil-sur-mer,1896.

(2) Cfr. C. GIACON, La seconda scolastica. I grandi commentatori di S. Tommaso, Milán 1944,45.

(3) Más uno en 1935.

(4) La lista completa y actualizada de las obras auténticas se puede ver en Dionysii Cartusiensis opera selecta, Prolegomena; Biblioteca Manuscripta auctore KENT EMERY JR., Turnholti, Brepols,1991 (Corpus Christianorum, continuatio mediaevalis). Es útil consultar en el primer capítulo el Nº 21: Denys the Carthusian and his Books (pp.15-38).

(5) De contemplatione DIONYSII CARTHUSIANI, Opera omnia, Tornaci 1912, vol XLI, Liber I, art. 1 (pág. 136): "Non nisi simplici modo loqui intendo, magnorum doctorum sanctorumuque patrum ac contemplativorum virorum inhaerendo doctrinis".

(6) Ibídem, art. 3 (pp. 137-138): "Denique contemplatio proprie sumpta, est superessentialis divinitatis et eorum quae referuntur ad eam, affectuosa, prompta atque sincera cognitio".

(7) Ibídem, L. I, art. 2 (p. 137): "Alia demum supernaturalis sapientia ponitur inter dona gratiae gratum facientis, quoniam sine gratia ista et caritate nequit haberi: estque desuper infusa, formata ac salutaris: per quam mens nostra bene discernit, sentit et iudicat de Deo atque divinis sub fide cadentibus, non solum per veram notitiam et clarum quemdam rationis intuitum, sed etiam per conformitatem et connaturalitatem nostri affectus ad ea, quemadmodum virtuosus, temperatus et castus, bene iudicat de virtute, sobrietate et castitate: quod fit per sapidum quemdam amorosumque gustum divinorum. Unde sa- pientia quasi sapida scientia dicitur, iuxta illud Ecclesiastici [VI]: sapiencia secundum nomen est eius. Haec autem sapientia inter septem dona Spiritus Sancti sortitur primatum, estque in omnibus qui sunt in statu salutis, secundum aliquem gradum, sicut et reliqua sex dona. Postremo huius sapientiae actus potissime contemplatio ipsa asseritur, sicut post pauca clarius deducetur". Cfr. ibídem, Libro III, a.10. Si la teología mística es realmente lo mismo que el don de la sabiduría, y que la contemplación mística, de esta sabiduría se infunde más a los simples y humildes que a los sabios de este mundo.

(8) Ibídem, Libro I.

(9) Ibídem, Liber I, art. IV (pp. 138-139)

(10) Ibídem, Liber I, art. V (pp. 138-140)

(11) Ibídem, Liber I, art. VI (pp. 140-141)

(12) Ibídem, Liber I a.7.

(13) Ibídem, Liber I a.8.

(14) Ibídem, Liber I a.9.

(15) Ibídem, Liber I a.10. Ibídem: "Qui hac caritate non vivificantur, coram Deo mortuus judicatur; etsi philosophice Deum cognoscat, est tamen de illorum catalogo de quibus loquitur Paulus apostolus: dicunt se nosse Deum, factis autem negant (Tit. 1, 16)".

(16) Ibídem, a.14.

(17) Ibídem, Liber I a.11.

(18) Ibídem, Liber I a.13-17.

(19) Ibídem, Liber I a.18.

(20) De Contemplatione, Liber I a.19. Quomodo triplici via ad contemplationem perducimur (p.154-155). Cfr HUGO DE BALMA, Sol de contemplativos, Salamanca 1992 [tomada de la edición española de Toledo de 1514], c. II, De tres carreras para alcanzar la sabiduría espiritual, 35: "Onde tres carreras son para haber esta sabiduría divinal: la primera es para alimpiar el corazón, la segunda para lo alumbrar y la tercera para lo ayuntar con Dios. La primera es llamada purgativa porque alimpia el corazón y lo apareja para aprender, aquesta sabiduría verdadera. La segunda es llamada iluminativa porque alumbra el corazón y lo enciende en amor. La tercera es llamada unitiva porque por ella es alcanzado y enderezado el corazón a solo Dios sobre todo entendimiento y razón". Cfr. c. IX, Que en tres maneras alumbra la voluntad el rayo divinal, 55; c. XVII, 116; c. XXX, 124.

(21) Ibídem: "Harum trium viarum una aliam comprehendit atque includit secundum aliquem gradum. Tertia quippe primam ac secundam, secundaque primam praesupponit. Similiter secunda tertiam secundum aliquem gradum includit: quoniam cognitio divinorum contemplatio nuncupari digna non est, nisi igne dilectionis formetur. Sed et prima aliquid de via secunda ac tertia habet admixtum. Qui enim a peccatis se purgat et passiones reformat sine caritatis affectu et verae sapientiae actuali intuiti, quomodo Dei a se offensi aequitatem, bonitatem misericordiamque considerat, deprecatur, et sibi reconciliari conatur?"

(22) De Contemplatione, Liber I a.20-25.

(23) De Contemplatione, Liber I a.26-52.

24) En este punto, art. 41, Dionisio manifiesta su independencia de Santo Tomás en algunos temas, aceptando el así llamado argumento ontológico de San Anselmo como más profundo.

(25) Ibídem, L.III (pp. 256): "«Sapientia» haec unitiva, sumendo eam pro actu potius quam pro habitu sapientali, «est divinissima Dei cognitio», id est maxime supernaturalis, deifica atque dignissima, quoad cognitiones Dei praesenti vita possibiles, «per ignorantiam cognita», id est, quad Deus per ignorantiam cognoscitur, utpote per abnegationem seu ablationem omnium ab ipso: per hanc quippe contemplationem mens Deo coniungitur tamquam incomprehensibili et ignoto, ac pelago infinito atque caligini sibi penitus investigabili et absconsae, quamvis in sua natura sit supersplendissimum lumen".

(26) Este término, originado en las traducciones latinas del Areopagita, es muy utilizado por Enrique Herp, contemporáneo del Cartujo y como él admirador de Ruysbroeck, y cuya obra Directorio de Contemplativos tendrá una influencia decisiva en la mística española del Siglo de Oro.

(27) Cfr. Ibídem, L.III, a.8 (pp. 264): "Haec duo integrant calignem in qua vere est Deus, videlicet inaccessibilitas seu incomprehensibilitas lucis divinae et ignorantia praeinducta. Per superfervidum namque amorem, omnes actus virium animae comprehensivos absorbentem atque in solum Deum aestuanter tendentem, mens Deo unitur in ista caligine, et per omnium at eo ablationem absque sermone prolativo laudat eumdum. Unde caliginem divinam intrare, est oculum mentis apicemque affectus in Deum per hanc mysticam theoriam extendere".

(28) Gerson había de recluirse -luego de su gran actividad- en su monasterio de Cartujos.