La
vida de Eckhart[1]
Es
poco lo que se sabe de su vida, y se ha observado también que él, en sus
sermones y tratados, evitó referirse a hechos y sucesos personales. A
diferencia de otros místicos y religiosos medievales, como por ejemplo Seuse,
de quien conservamos un trabajo autobiográfico[2],
ocultó su individualidad bajo el anhelo, típico de él, de hacer confluir toda
actividad humana en el inagotable fondo de lo Uno. Ni siquiera se conocen cartas
suyas capaces de arrojar luz sobre uno que otro episodio de su vida[3].
Esta falta de referencias a su vida y a su mundo individual, condice
perfectamente con la insistencia en la necesidad de despojarse y desasirse del
propio yo que ante la contemplación de Dios se reducía a una nonada, sólo
importante por cuanto se vinculaba con lo más excelso mediante la chispa
increada en su propio fuero íntimo. Pero esta única cosa importante era casi
inefable y requería todas sus fuerzas intelectuales y espirituales para
anunciarla como buena nueva, y esto sí lo hacía en forma decididamente
personal.
Se
supone que Eckhart[4] nació en 1260,
aproximadamente, en Turingia. Se solía creer que había pertenecido a la
nobleza, hecho últimamente cuestionado por Josef Koch, el editor de su obra
latina. Sabemos que ingresó, joven aún, en la Orden de los Predicadores, en
Erfurt. Se ha comprobado que en 1277 residió en París como estudiante de
artes. Antes de 1280 volvió a la patria y cursó estudios teológicos en el Studium
generale de su Orden en Colonia, ciudad que posteriormente habría de ser el
lugar principal de sus actividades como predicador, especialmente en los
conventos femeninos. Se supone que en sus primeros años de Colonia podría
haber tenido contacto con Alberto Magno. Entre 1294 y 1298 se originó su
primera obra escrita en alemán Las pláticas instructivas (Die rede der underscheidunge). Esta
cronología se deduce de dos hechos de su biografía. En el año 1293 a 94 había
residido otra vez en París como bachiller (Baccalar) y en 1298 ya no fue
posible que una sola persona desempeñara conjuntamente los dos cargos a los que
se alude en el subtítulo del tratado. Allí se indica que era, a la sazón,
prior en Erfurt y vicario de Turingia. Esta sobria referencia prueba también
que Eckhart, ya en años tempranos se había convertido en personaje importante
dentro de la Orden de los Predicadores. Entre 1300, a más tardar, y 1302
Eckhart debe haber renunciado primero al priorato y luego al vicariato. En este
año 1302 se lo designó magíster de
teología en París, confiándosele la única cátedra reservada a un
extranjero. Enseñó allí durante un año para volver luego a Erfurt. Pero ya
en 1303 se dividieron algunas provincias demasiado grandes de la Orden, y
Eckhart fue designado provincial de la nueva provincia Saxonia, a la cual
pertenecían vastas regiones de Alemania Septentrional, incluyendo, entre otras,
a Holanda. Le incumbía supervisar 47 conventos y varios monasterios de
religiosas. Si recordamos que las distancias generalmente eran superadas a pie,
podemos imaginarnos el peso de la tarea, a la cual se agregó en 1307 su
designación como vicario general de Bohemia. En 1310 los electores de la
Teutonia votaron por Eckhart cuando se hacía necesario designar un nuevo
provincial. Pero no llegó a ejercer las obligaciones vinculadas con tan honrosa
elección, porque en 1311 el Capítulo General de la Orden lo envió otra vez
como «magister ad legendum» a la Universidad de París, distinción que —según
Soudek[5]—
sólo se puede comparar con los dos nombramientos para esa tarea de Santo Tomás
de Aquino. Aun cuando los estudiosos no coinciden con respecto a las
obligaciones que había tenido durante los dos años siguientes en París, la
mayoría opina que en ese lapso fueron madurando las ideas principales de su
fundamental obra latina inconclusa, el Opus
tripartitum. Una vez terminada su estancia a orillas del Sena, Eckhart se
encuentra, en abril de 1314, en Estrasburgo donde acaso haya actuado como
director o lector del colegio local de la Orden, o también como asesor de los
monasterios femeninos de Alemania Meridional. Luego de haberse desempeñado como
visitador del convento femenino de Unterlinden (importante para la historia del
misticismo alemán[6]), el maestro habría sido
enviado a Colonia, en 1323, aproximadamente. Fuera de sus obligaciones como
predicador y sacerdote, Eckhart fue en Colonia catedrático del Studium
generale de los dominicos, en donde se reunían en ese entonces unos treinta
a cuarenta estudiantes por año. Provenían de las provincias Teutonia, Saxonia,
Polonia, Bohemia y Hungría. Entre ellos se encontraban Tauler y Seuse, en cuyas
obras habría de sobrevivir, también, el espíritu eckhartiano, aun cuando
Tauler tendía más hacia la exposición de cuestiones morales y en Seuse
descuella su «antropología mística»[7].
La fama de Eckhart había llegado a su cúspide cuando, en 1326, el arzobispo de
Colonia, Heinrich von Virneberg, inició contra él un proceso de inquisición,
acusándole de la difusión de doctrinas heréticas en alemán. Hay opiniones
divergentes acerca de cuáles habrán sido los trasfondos de tal acusación que
fue la primera dirigida contra un miembro de la Orden de los Predicadores. «Sin
embargo, no se puede negar del todo que el procedimiento contra el Maestro
Eckhart mostrara rasgos de una venganza personal del arzobispo Heinrich»[8],
quien hizo oír sus acusaciones aún después de la muerte del famoso
predicador. Una comisión convocada por el obispo tildó de sospechosos 49
pasajes de sus escritos latinos, del Libro
de la consolación divina (Daz buoch der goetlichen troestunge) y de los
sermones alemanes. Eckhart contestó en su llamado Escrito
de justificación donde señaló que él, según los privilegios de su
Orden, sólo era responsable ante la autoridad del Papa y de la Universidad de
París. Negaba el fundamento jurídico del proceso, pero se declaró dispuesto a
contestar de buena voluntad. No es éste lugar para entrar en detalles sobre el
desarrollo de los procedimientos que evidentemente fueron prolongados a
sabiendas. Sólo se debe añadir que Eckhart el 13 de febrero de 1327 hizo una
declaración pública en latín, con comentario en alemán, donde el maestro
llamaba a Dios por testigo de que durante toda su vida se había esforzado por
evitar cualquier error contra la fe o falta contra la moral. No negaba la
posibilidad de haber enseñado doctrinas erróneas, pero sí rechazaba cualquier
posibilidad de herejía, ya que ésta sería objeto de la voluntad y él no tenía
voluntad alguna de faltar a la fe. Cabe señalar que —según una apelación
del 24 de enero del mismo año dirigida al Papa— Nicolás de Estrasburgo,
visitador designado por el propio Santo Padre, ya habría examinado las
doctrinas de Eckhart y negado la sospecha de herejía. En Colonia, el maestro
nunca fue declarado culpable. La decisión dependía ahora de la Curia en Aviñón
donde Eckhart habría residido en el mismo año 1327, según el testimonio de
Guillermo de Ockham. Entre julio de este año y el 30 de abril de 1328 el
maestro habrá muerto sin conocer el juicio definitivo sobre la obra de toda su
vida. No se sabe dónde murió ni se conoce el lugar donde descansan sus
despojos.
Tan
sólo el 27 de marzo de 1329 se dio a conocer una Bula del Papa Juan XXII in
agro dominico, en la cual se objetaba la formulación de 28 frases y giros,
17 de los cuales eran considerados heréticos y otros 11 sospechosos de herejía.
En la Bula se menciona también que Eckhart antes de su muerte se habría
retractado de las frases incriminadas.
En
los siglos siguientes a la desaparición del gran predicador, su doctrina fue
defendida y atacada desde los más diversos ángulos, especialmente por parte de
católicos y protestantes, hasta llegar a una burda interpretación nacionalista
para la cual el hombre conscientemente católico se convirtió en rebelde contra
la autoridad eclesiástica[9]. Muchos de los resultados
dudosos de la interpretación se lograron mediante la despreocupada separación
de frases y giros de su contexto, aun cuando justamente las difíciles y a veces
apenas expresables exposiciones, junto con el insuficiente conocimiento de los
textos auténticos y la falta de los estudios pertinentes, sólo pueden ser
valuados en su conjunto natural, quiere decir como eslabón dentro de un tratado
o una homilía. Cabe agregar que, gracias a los investigadores católicos Otto
Karrer, Herma Piesch y Alois Dempf «el maestro Eckhart fue reconocido cuasi
oficialmente por la Iglesia católica»[10].
Karrer cree que la condenación de Eckhart se dirigió en el fondo contra los
beghardos y sus excesos, y defiende la opinión de «que el Maestro Eckhart
—muy lejos de los prejuicios de la izquierda y de la derecha— se hallaba
dentro de una gran tradición espiritual de la cual se apropiaba con profundidad
mística, siendo en sus enseñanzas y su personalidad uno de los hombres más
destacados de su pueblo, un héroe trágico, y ciertamente por eso no menos un
discípulo de su Divino Maestro y un vocero de aquel reino divino que se halla
“en lo interior”»[11].
[1] He tomado los datos principales del libro de Soudek, porque allí se resumen los resultados de los estudios más recientes.
[2] Su Vida que trae la descripción sobre todo de su vida espiritual.
[3] Wilhelm Oehl señala en el Prefacio a su edición de Deutsche Mystikerbriefe des Mittelalters 1100 - 1550 (1931), Darmstadt, Wiss. Buchgesellsch., 1972, p. XV: «Lamentablemente, falta del todo el Maestro Eckhart. No se conservan cartas, ni escritas por el más famoso místico antiguo-alemán ni dirigidas ni relativas a él». Sin embargo, Oehl habla dentro de otro contexto (p. XXVI) de las «interesantes cartas de negocios» del maestro «que se refieren, empero, sólo a asuntos administrativos de la Orden».
[4]
Las grafías de su nombre difieren. Se habla de Eckhart
von Hochheim, Eckart, Eggert, Echardus, Ayhardus, Equardus, Eycardus,
Eckehart, etcétera. Cfr. Soudek, p. 16.
[5] Obra citada, p. 17.
[6] Se trata de un convento de monjas dominicas cerca de Kolmar (Alsacia). Según Oehl en: Deutsche Mystikerbriefe, p. 196, el monasterio «es importante para la historia de la mística alemana a causa de las biografías de monjas místicas» escritas por la priora Katharina de Gebweiler, alrededor de 1300. Se conserva una colección de unas cincuenta biografías breves, que es la precursora de las llamadas «Vidas de monjas» posteriores.
[7]
Bernhart,
J., Die philosophische Mystik, p.
203.
[8] Soudek, obra cit., p. 19.
[9] Véase el informativo capítulo VI «Forschungsgeschichte» (Historia de la investigación) en: Soudek, o. cit., pp. 51 a 73.
[10]
Ibídem,
p. 62.
[11]
Karrer,
Die grosse Glut, p. 308.