"Y a ti, Madre, una espada de dolor te atravesará el corazón..."
(Lucas 2,35)
1. La profecía de Simeón (Lc 2, 25-35)
Madre tierna, que con tus quince años, cuando feliz ibas a presentar a tu Niño de cuarenta días al Templo de Jerusalén, padeciste un dolor intenso al oír, de los labios del Santo Profeta Simeón, que una "espada de dolor iba a atravesar tu Corazón", haz que te ame cada día más y que cuando me toque presentarme ante el Trono divino para dar cuenta de mi vida, oiga a Jesucristo, Juez universal, decirme tiernamente: "He oído a mi Madre hablar de ti". Ave María.
2. La persecución de Herodes y la huida a Egipto (Mt 2, 13-15)
Madre fuerte, por los dolores que padeciste al tener que huir a Egipto con Jesús Niño y José, haz que tenga un corazón atento para huir de todas las ocasiones de pecado y que la Sagrada Familia sea, en mi hogar, el ejemplo a seguir. Ave María.
3. Jesús perdido en el templo, por tres días (Lc 2, 41-50)
Madre de la esperanza, que junto a José sufriste muchísimo cuando perdieron por tres días a Jesús, de doce años, en el Templo de Jerusalén, llévame siempre de tu mano, como a un niño, para que no me pierda. Y si alguna vez, por mis errores, me alejo de ustedes, no descanse hasta encontrarlos nuevamente y poder hacer una buena y sincera Confesión, fuente de Gracia y de Divina Misericordia. Ave María.
4. Su encuentro con Jesús, cargado con la Cruz (Vía crucis, cuarta estación)
Madre de consuelo, que experimentaste un dolor tan fuerte al encontrar a tu querido Hijo con la Cruz a cuestas en la calle de la amargura, ayúdame a cambiar mi corazón para no aumentar más el peso de su Cruz con nuevas ofensas y pecados, causa de su muerte y de su tristeza. Que pueda ser para Jesús otro Cireneo. Ave María.
5. La Crucifixión y Muerte de Nuestro Señor (Jn 19, 17-30)
Madre dolorosa, por el sufrimiento inmenso que llenó todo tu ser cuando contemplabas a tu Hijo clavado en la Cruz, enséñame a aceptar, con paciencia, todas las cruces que estoy viviendo y las que me toquen vivir en el futuro, ofreciéndoselas con mucho amor por la conversión de los pecadores. Ave María.
6. María recibe a Jesús bajado de la Cruz (Mc 15, 42-46)
Madre del perdón, por esas lágrimas tuyas que se mezclaron con la Sangre de tu Hijo cuando lo recibiste muerto en tus brazos maternales, sé mi fortaleza para que pueda sostener con mi entrega a todos los que necesitan de mí, dándoles mi tiempo, mi cariño y todo mi amor. Ave María.
7. La sepultura de Jesús (Jn 19, 38-42)
Madre de amor eterno, por la soledad en que quedaste al dejar el cuerpo de tu Divino Hijo en el sepulcro, haz que siempre los tenga a Jesús y a ti por compañía, que no me olvide de que estamos de paso en este mundo y que comprenda que solo muriendo a mí mismo es que resucitaré a la Vida Eterna. Ave María.
Origen de la Devoción de los Siete Dolores de la Virgen Santísima
La devoción a los Siete Dolores de la Virgen María tiene su origen en diversas revelaciones privadas. En efecto, Ella comunicó a Santa Brígida de Suecia (1303-1373): "Miro a todos los que viven en el mundo para ver si hoy quien se compadezca de Mí y medite mi dolor; mas hay poquísimos que piensen en mi tribulación y padecimientos. Por eso tú, hija mía, no te olvides de Mi que soy olvidada y menospreciada por muchos. Mira mi dolor e imítame en lo que pudieres. Considera mis angustias y mis lágrimas y duélete de que sean tan POCOS los amigos de Dios." Nuestra Señora prometió que concederla siete gracias a aquellas almas que la honren y acompañen diariamente, rezando siete Ave Marías mientras meditan en sus lágrimas y dolores:
"Yo concederé la paz a sus familias."
"Serán iluminados en cuanto a los divinos Misterios."
"Yo las consolaré en sus penas y los acompañaré en sus trabajos."
"Les daré cuanta me pidan, con tolde que no se oponga a la adorable voluntad de mi divina Hijo a la salvación de sus almas."
"Las defenderé en sus batallas espirituales contra el enemigo infernal y las protegeré cada instante de 'sus vidas."
"Las asistiré visiblemente en el momento de su muerte - verán el rostro de su Madre."
"He conseguido de mi Divino Hijo que todos aquellos que propaguen lo devoción a mis lágrimas y dolores, sean llevadas directamente de esta vida terrena a la felicidad eterno ya que todos sus pecados serán perdonados y mi Hijo será su consuelo y gozo eterno."
Igualmente, según San Alfonso María Ligorio, Nuestro Señor reveló a Santa Isabel de Hungría que El concedería cuatro gracias especiales a los devotos de los dolores de Su Madre Santísima..
Aquellos que antes de su muerte invoquen o la Santísima Madre en nombre de sus dolores, obtendrán una contrición perfecto de todos sus pecados.
Jesús protegerá en sus tribulaciones a todos los que recuerden esta devoción y los protegerá muy especialmente o lo hora de su muerte.
Imprimirá en sus mentes el recuerdo de Su Pasión y tendrán su recompensa en el cielo.
Encomendará a estas almas devotas en manos de María, a fin de que les obtenga todos los gracias que quiera derramar en ellos.
Meditar los siete Dolores de Nuestra Madre Santísima es una manera de compartir los dolores mas hondos He la vida de María en la tierra. Conforme vamos rezando un Padre Nuestro, siete o un Ave María y un Gloria al Padre cada vez, meditamos el dolor que Ella padeció junto a Su Hijo. Al mismo tiempo le pedimos que nos ayude a entender el mal que hemos cometido y nos lleve a un verdadero arrepentimiento. Al unir nuestros dolores a los de Maria, tal como [lía unió Sus dolores a los de Su Hijo, participamos en la redención de nuestros pecados y los reí mundo entero
La fiesta de Nuestra Señora de los Dolores se celebra el 15 de septiembre, al día siguiente de la Exaltación de la Santa Cruz. Al pie de la Cruz. donde una espada de dolor atravesó el corazón de María, Jesús nos entregó a Su Madre como Madre nuestra poco antes de morir, En respuesta a esta demostración suprema de Su amor por nosotros, digamos cada día de nuestras vidas: «Sí, Ella es mi Madre. Jesús. Yo la recibo y Te pido que me prestes Tu Corazón para Amar a María como Tú la amas.