EL PRIMITIVO MONACATO IRLANDÉS
Y SU GESTA EVANGELIZADORA
EN LA EUROPA INSULAR
Y CONTINENTAL
DE LOS SIGLOS Vº AL XIIº
P. Fr. Brian Farrelly O.P.
La Hibernia Precristiana
La isla de Irlanda (o Erín, del gaélico Eriú, o bien Eire), situada al Noroeste de Europa, frente a Escocia y a Gales, con una superficie algo mayor de los 70.000 Km2., fue habitada desde la remota antigüedad por tribus neolíticas, en el período medio de la edad de piedra; para algunos desde el s. VIII antes de la era cristiana, para otros ciertamente desde el s. VII.
Esos pobladores se asentaron en las regiones costeras y valles fluviales septentrionales y vivían de la caza y de la pesca. Durante la era neolítica inferior, hacia el 5.500 a.C. fueron dominados y desplazados por invasores más organizados, que introdujeron tareas agrícolas. Es el período de los dólmenes e imponentes sepulturas reales, como los de Newgrange en el condado de Louth junto al río Boyne, y otras reliquias arqueológicas en el condado de Clare, monumentos que ascienden al siglo XXV a.C.
Transcurrida la edad del bronce ( 2.000 a.C.), en la del hierro invadieron la isla por sucesivas oleadas tribus celtas, que desde el centro de la Europa continental y a partir del siglo IV a.C. se expandieron hacia el Oeste, conquistando las regiones que los romanos llamarían Galias, y algunas regiones de la península Ibérica (Centro y Noroeste) y donde confundiéndose con los Iberos formaron la etnia Celtibérica. Atravesando luego el estrecho que separa las Galias de la isla Británica, conquistaron su territorio hasta someter a los Caledonios, mientras otros grupos celtas dominaban el país de Gales y desplazaban a los Hibérnicos precedentes. Esta migración, comenzada por el año 250 a.C., logró dominar todos los territorios insulares, salvo pequeños grupos al Norte de la actual Escocia, los Pictts o Pictos, de origen desconocido. Los celtas tenían como lengua la gaélica, aunque con diferentes dialectos. A los Caledonios e Hibérnicos los denominaron Scoti . Para diferenciar estos dos grupos, a los que ocuparon Irlanda los llamaban Eriúgenas (Irish), mientras que para los que habitaban la Caledonia los denominaban simplemente Escoceses (Scots). Cuando las armas romanas conquistaron para el imperio las Galias en el siglo 1 a.C. (Ver Julio César, De bello gállico), y hacia fines del siglo 1 d.C. ocuparon la Bretania insular, nunca lograron someter a los Caledonios y ni siquiera pusieron pie en Hibernia.
Los celtas no fundaban ciudades, sino que se diseminaban en grupos rurales, y conservaron esa modalidad aún cuando en Erín se convirtieron al cristianismo
El Erín Cristiano
La fe cristiana había penetrado ya en Irlanda, sobre todo en el Sur, desde el siglo III. El Papa Celestino I envió al obispo Palladio en 431 mas éste falleció al año siguiente.
El máximo apóstol de la Verde Erín fue sin duda san Patricio. Hijo de un decurión al servicio de los romanos en Brittania, Patricio nació hacia el año 385 sin que se pueda determinar aún el lugar preciso. Sus padres eran cristianos, pero de joven Patricio no se mostró muy religioso. Cuando contaba con unos 16 años de edad, fue capturado por unos piratas irlandeses que le llevaron a su tierra tratándole como esclavo. Algún tiempo después logró huir y se refugió en Galia, y más tarde volvió a su hogar. Pero ya vivía en él el llamado para una misión cristiana : evangelizar el país donde estuvo cautivo, predicándoles la fe. Para ello, regresó a las Galias y fue ordenado diácono por san Germano de Auxerre. Patricio visitó también muchos monasterios, como los de Casiano (360-430 aprox.) en la zona provenzal y los fundados por san Martín de Tours en el siglo IV en el centro de las Galias. Toda la formación de Patricio en las Galias, donde también fue ordenado sacerdote y consagrado obispo, proviene de los ambientes monásticos. En 432 por fin desembarca en Erín, en un lugar que ahora se llama Downpatrick. Irlanda se hallaba dividida en cuatro pequeños reinos: al Norte, el Ulster, que era el más antiguo y poderoso; al Oeste el de Connaught; al Este el de Leinster, y en todo el Sur el de Munster. Un monarca llevaba el titulo de Gran Rey (High King) y cuando llegó Patricio, residía con su corte y sacerdotes druidas en la colina de Tara, próxima a la actual ciudad de Kells. Patricio se dirigió directamente a él, con sus compañeros, pese a la resistencia de los druidas. Logró por su predicación que el rey abrazara la fe cristiana, como muy pronto lo hicieron la mayoría de los habitantes de su territorio, y con la ayuda de otros misioneros,el cristianismo se difundió en los demás reinos. Patricio estableció su sede en Armagh, situada en el Ulster. Aunque nunca fue monje, favoreció grandemente el movimiento monástico en la Isla, y así en el mismo siglo V y sobre todo en los siglos VI y VII, Irlanda se pobló de abadías, cuyos superiores fueron muchas veces obispos, sobre todo los fundadores, por lo general considerados santos después de su muerte. En ellos predominó la tendencia al eremitismo, no obstante formaran grandes comunidades.
El Monacato Irlandés
Un azote permanente para los monasterios fueron los piratas Vikingos, procedentes de Escandinavia , a quienes llamaban también Daneses, pues ese reino nórdico era el más poderoso y dominaba entonces el territorio noruego. No sólo destruían las abadías, sino que con frecuencia asesinaban a todos los monjes. Pero pronto, los monasterios volvían a reedificarse poblados por nuevas vocaciones. Era común que cada abadía se gobernase por una Regla propia, generalmente muy austera. La más difundida fue la Regula monachorum de san Columbano. Sucedía que cuando alguien abrazaba la vida monacal, pronto se reunían a su alrededor multitud de discípulos. En muchos aspectos se asemejaban a las comunidades de los Padres del Desierto, del tipo de los egipcios. Para buscar mayor soledad, algunos ermitaños se retiraban a las islas, y a veces edificaban sus celdas en picachos casi inaccesibles. La alimentación era muy sobria, y el silencio riguroso. En varios monasterios se establecieron Escuelas monásticas de elevado grado cultural. Entre los trabajos monásticos, uno muy importante fue la confección de evangeliarios y también biblias completas iluminadas con diseños típicos de gran valor artístico (como lo demuestran, entre otros, el llamado Libro de Kells y el Libro de Durrow, provenientes de monasterios columbianos del siglo VI). Para el uso litúrgico era corriente el uso del latín, como asimismo para la enseñanza.
La "Xenotheia"
Otra característica del monacato irlandés fue a partir del siglo VI la práctica de la "Xenotheia", o sea el exilio voluntario de la propia patria con el voto de nunca más regresar a ella en vida, a fin de darse enteramente a la evangelización con la predicación itinerante, jalonada por la fundación de nuevos monasterios en los países que atravesaban, como sucedió en Galia, Germania e Italia, en la Escocia y la Bretaña celtas (y más tarde anglo-sajona). Fueron grandes navegantes: hicieron fundaciones en Islandia, y algunos monjes alcanzaron la costa oriental del que sería el Nuevo Mundo, como demuestran los hallazgos arqueológicos en Terra Nova (Newfoundland, en el Canadá actual). El más famoso fue el monje san Brendano, conocido precisamente como "el Navegador" (486-578). Santa Brígida, que fuera virgen druida convertida al cristianismo por san Patricio y su gran colaboradora, fundó el primer convento de monjas irlandesas en Kildare. Había nacido hacia 454 y murió en 524. Algunos monasterios fueron "dobles", es decir que vecino a la abadía masculina se construía un monasterio femenino, como por ejemplo en Clonmacnoise (fundación de san Ciarán en 545).
El abad san Columba fue el principal evangelizador de los Caledonios y otros grupos en Escocia. Del monasterio de la isla de Iona partieron numerosas expediciones misioneras. Su nombre celta era Colum Cille (521-598).
Pocos años después partía de Bangor el monje Columbano con 12 compañeros. Bangor llegó a tener hasta más de mil monjes , quienes, atravesando el Sudoeste de Gales desembarcaron en Galia, entre la Bretaña y la Normandía, para establecerse primero en Luxevil y luego emprender una peregrinación que les llevó después de unos años y caminando en sentido contrario hacia el poniente, a Auxerre y Tours hasta Nantes. Tomando luego hacia el Norte, pasaron por Rouen, y dirigiéndose hacia el Este por Soissons, Metz y hasta la Renania, para descender siguiendo el curso del Reno a Basilea, atravesando el lago de Constanza pasaron por Bregenz, siguieron hacia el Sur hasta Bobbio en la Lombardía, donde Columbano falleció.
El siglo VII contó entre los grandes fundadores a san Kevin de Glendalough, en el condado de Wicklow. De este monasterio saldrá el abad san Lorenzo O'Toole en el siglo XII para arzobispo de Dublín.
Después de mediados del siglo VII partió el monje Kilian con dos acompañantes hacia la Germania, y se establecieron en Würzburg, donde murieron mártires en el 689 y son los patronos principales de la ciudad. Las sedes episcopales solían estar ocupadas por monjes -obispos, cuya vida ejemplar llevó al pueblo a proclamarlos "santos", y patronos nacionales o regionales.
A partir del siglo VIII muchos monasterios fueron arruinados por los Vikingos escandinavos. Pero no todo fue devastación. Fueron ellos los que fundaron ciudades en la costa o en los estuarios de los ríos. Así Dublin fue fundada por ellos en 841 a orillas del río Liffey; en la costa sureña del Munster, edificaron las poblaciones de Wexford, junto al río Slaney, y Waterford sobre el Suir (la terminación "ford" evoca los fiordos noruegos); también Cork junto al río Lee, y penetrando por un largo brazo de mar, la ciudad de Limerick en la desembocadura del río principal, el Shannon. Muchos, convertidos más tarde al cristianismo, entraron a formar parte del clero y de la jerarquía irlandesa. Siempre hubo en los monasterios hibérnicos un marcado interés por la cultura literaria y artística. Las bibliotecas monásticas abundaban en autores clásicos latinos y griegos, a más de los libros Sagrados y teológicos. De ahí que se haya llamado a Irlanda "la isla de los santos y de los sabios".
Disciplina regular y penitencial
En cuanto a la legislación monástica, no hubo normas fijas. Los usos particulares solían transmitirse a los monasterios filiales, o bien se imitaban o copiaban libremente. Una característica común era el rigor penitencial. Fueron los promotores de la confesión auricular, privada, que paulatinamente suplantó al antiguo uso de la penitencia pública impuesta por los obispos. También compusieron diversos Libros Penitenciales, con la famosa "penitencia tarifada" (es decir, por tales pecados se debía aplicar tal tipo de penitencia).
Como ejemplos tomados del uso pastoral del sacramento, pueden considerarse el llamado Penitencial de san Finian (de mediados del siglo VI) y el Penitencial de san Columbano (de fines del mismo siglo). Finian establece que "si un clérigo cae en pecado de impureza, ayunará a pan y agua durante un año y por dos años se abstendrá del vino y de la carne"; "si un niño muere sin bautismo por negligencia de sus padres, ellos ayunarán a pan y agua por un año; lo mismo tendrá que hacer el clérigo de una parroquia si por su culpa el niño muere sin bautismo; no podrán comulgar hasta haber cumplido la penitencia". San Columbano establece que "un perjuro ayunará durante siete años"; el que se emborracha hará cuarenta días de ayuno; Si alguien mata a otro recurriendo a un maleficio, "ayunará a pan y agua por tres años"; "si un monje dejó abiertas las puertas de la clausura durante la noche, ayunará por dos días; si durante el día, recibirá veinticuatro bastonazos; el monje que desprecie a su superior o a la Regla, será expulsado del monasterio; si pide perdón, ayunara por cuarenta días". En una instrucción para los confesores de comienzos del siglo IX, se les pide a los sacerdotes que se asocien a los penitentes que ayunan, ayunando con ellos por una o dos semanas, y ofreciendo sus oraciones y lágrimas por ellos" (Cfr. C. Vogel, Le pécheur et la pénitence au Moyen Age, Paris, Cerf, 1969).
Expansión misionera del monacato irlandés
Durante el siglo IX muchos sabios irlandeses se establecen en el continente, como Sedulio Escoto y Juan Escoto Eriúgena, que dirige la Escuela Palatina bajo Carlos el Calvo y traduce del griego a Dionisio; José el Irlandés que comenta a Isaías, etc.
Los monasterios irlandeses que surgieron en la Europa continental ayudaron a restaurar la observancia, como san Kilian en Franconia, san Columbano en Galia y Lombardía, san Cataldo en Calabria. Los monjes hibérnicos vivían en chozas o en celdas pequeñas de piedra, semejantes a los alveares de un colmenar, teniendo en común sólo la iglesia, el "scriptorium" y el refectorio.
Los monjes solían recitar el salterio íntegro diariamente, con postraciones, oraciones con los brazos extendidos en cruz y otros gestos penitenciales.
Las fundaciones primitivas como modelos para otras nuevas o filiales, fueron en el siglo VI los monasterios de san Enda en las islas de Aran; el de Clonard por san Finian (hacia 520); de Mobile en el Ulster (520), por otro san Finian; de Ossory (549) por san Kieran; de Clonmacnoise (544) por otro san Ieran; de Iona, en Escocia, por san Columbano, después de haber fundado en Derry y Durrow; de Clonfert, por san Brendano (544); de Bangor (558), por Comgall; y de Glendalough por san Kevin a fines de ese siglo, etc.
En el resto de Europa, los misioneros irlandeses, "exilados voluntarios por Cristo" en sus peregrinaciones, y los obispos en diversas diócesis, lograron renovar la vida religiosa ya algo decadente. San Aidan, primer obispo de Lindisfarne en Anglia oriental con los monjes de la isla de Lindisfarne fue el apóstol de Northumberland (s.VII); otro sí san Kentigern, primer obispo de Glasgow (Escocia); san Columbano en las Galias con los monasterios de Luxeuil y Fontaines en Burgundia; san Kilian en la Franconia germana; Tuban y Altus en Honau (Estrasburgo); Virgilio como obispo de Salzburgo y san Colman en Garintia (Austria meridional); san Fridolín, primer obispo de Alsacia; Mariano Scoto en Uegensburg; san Cataldo en Calabria; san Orso en el Val d'Aosta en Piamonte; san Frediano en Lucca; san Donato en Fiésole, y tantos otros . Muchos monjes hibérnicos, con su túnica y capucha blancos, calzados con sandalias, recorrieron a pie los caminos de Europa y sirvieron como punta de lanza para la penetración en los pueblos paganos donde varios encontraron el martirio, como en Germania, y en Frisia.
En los siglos IX y X la disciplina se debilitó más aún y fueron necesarias varias reformas. La invasión de los Vikingos por fin acabó con la victoria de Clontarf, cerca de Dublin, en 1014; mas la situación empeoró con la invasión de los Anglo-normandos en el siglo XII, durante el reinado de Enrique II Plantagenet en Inglaterra, que invadió con sus tropas Dublín el año 1171, con la autorización del papa inglés Adriano IV.
San Malaquías, amigo de san Bernardo, le invitó a fundar un monasterio cisterciense en Irlanda y así fue que fundaron el primer monasterio venido de occidente, el año 1142, la abadía de Melifont en el condado de Louth. A ésta siguieron otras fundaciones monásticas benedictinas y en el siglo XIII de las Ordenes mendicantes.
Las antiguas y austeras Reglas irlandesas fueron poco a poco reemplazadas por la más moderada de san Benito.
Otras calamidades esperaban a Irlanda con el advenimiento del anglicanismo en el siglo XVI, sobre todo bajo Isabel I y sus emisarios, que más tarde esclavizaron políticamente el país y oprimieron religiosamente a los católicos por algo más de tres siglos. Con todo, el pueblo mantuvo su fe católica sostenido clandestinamente por los sacerdotes que se introducían con riesgo de sus vidas. Como consecuencia de las calamidades existió un fuerte movimiento de emigración y la población se redujo a la mitad; mas los que dejaban Irlanda llevaban consigo su fe para difundirla, a pesar de las dificultades, en los países americanos y en Australia.