RESPUESTA A LA ANGUSTIA MODERNA

 

Prof. María Esther Perea de Martínez (1)

 

 

Posibles causas de angustia

La angustia puede ser considerada desde el punto de vista médico y desde el que no registra síntomas propiamente patológicos. Las reflexiones que hacemos se refieren al segundo caso.

Angustia es una palabra asociada a desasosiego e inquietud interior; muchas veces parecen no tener explicación, pero impiden la paz. Precisamente, lo opuesto a la angustia es la paz. Jesús saluda a los apóstoles y les desea lo mejor: "la paz sea entre vosotros". Porque el don de la paz supera la misma felicidad. En efecto, la paz es "tranquilidad en el orden". Por eso se puede estar triste o sufriente o enfrentar situaciones límites sin perder este sosiego. Es como un ancla que asegura nuestra existencia, a pesar de los contratiempos que pueden sacudirla. La paz se asienta en la verdad y en el orden; puede contemplar la tempestad o la noche del alma, pero sabe que tienen fin. Es el "nada te turbe, nada te espante" de Santa Teresa de Jesús.

La angustia, a la inversa, inquieta y desespera; la angustia contemporánea muchas veces tiene su origen en preocupaciones de la más variada índole: cansancios provocados por exigencias económicas, doble y extenuantes horarios laborales, a los que la mujer debe sumar obligaciones domésticas.

Además, se vive en un clima de inseguridad y permanentes noticias negativas o violencias que intranquilizan. A la noche, cada cual llega exhausto, con el cuerpo cansado y el corazón vacío, para repetir al día siguiente las mismas e inacabables carreras. Al llegar a casa, no se quieren añadir más problemas; para evitarlos, nadie habla de los suyos. La televisión resulta solución para todos: están reunidos, pero no dialogan. Por estos caminos, se comparte el techo y la mesa pero cada cual queda aislado en "su" mundo que no comparte.

Por otro lado, las necesidades económicas (del consumo necesario han pasado al consumismo) exigen renovaciones innecesarias de autos, muebles, ropa con determinadas marcas, etc. que llevan a concretas esclavitudes, como la "tarjeta", cuyo pago empeña anticipadamente el sueldo futuro. A esto debe añadirse la posible inestabilidad en el trabajo que genera incertidumbre. Por su parte, el mundo no ofrece un panorama muy alentador y el desconcierto alimenta y hace crecer la confusión. La existencia, transcurre en medio de la oscuridad, pues no sabemos qué vamos a encontrar a la mañana siguiente y esto se asemeja a caminar sin luz en terreno difícil. Los movimientos son lentos, inseguros, tratando de adivinar obstáculos, evitando trampas ignoradas.

Una de las medidas efectivas para salir del pozo, es acercarse a la luz, sobre nosotros mismos y la del mundo en el que vivimos. Tenemos que vivir con los ojos bien abiertos y partiendo de un examen consciente de lo que nos rodea; la cosas no serán menos difíciles, pero estaremos en mejores condiciones para enfrentarlas.

Ante las dificultades, muchos se refugian en obstinada ignorancia o se revisten de indiferencia. Tratan de sobrevivir acudiendo a la falsa paz del "no te metás" o "mejor no te enterás" o viven como los patos: en el agua, pero sin mojarse. Es decir desentendiéndose de problemas o situaciones en donde se exigen definiciones. Se vive el momento presente, recubiertos de esa capa impermeable, insensibilizándose progresivamente y ante todo.

Ignorar es la solución para muchos: no quieren ver o enterarse de cosas fundamentales, porque ello implica asumir definiciones y compromisos. No obstante y por tales caminos, la ansiada paz está muy lejos y parece inalcanzable.

 

Algunas fuentes de angustia

La ignorancia es fuente de angustia, lo desconocido produce zozobra. Hablar de ignorancia parece un contrasentido en nuestro mundo, pues él ofrece todo tipo de informaciones: específicas, generales, universales e instantáneas. En la cajita del televisor cabe nuestro planeta y nada sucede en él que no sea visto y oído en el mismo instante de los hechos.

Asimismo, el hombre ha desvelado los más recónditos secretos de la ciencia y el universo: desde el átomo al espacio, desde el pronóstico del tiempo a íntimas costumbres de los más extraños o minúsculos animales. Nada ha quedado sin explorar: la Luna o Marte ya no son desconocidos, del mismo modo que han sido exploradas las simas de los océanos. Asimismo, el hombre, si así le apetece, puede "navegar" por internet con los más disímiles propósitos e informarse de reuniones científicas, consultar bibliografías sobre los mas variados temas, etc.

Paradójicamente y frente a tanta capacidad cognoscitiva, el hombre contemporáneo no sabe nada de sí mismo. Carga un YO que muy poco conoce, pero ese Yo no deja vivir en paz. Vive "hacia afuera", no se soporta el silencio (ininterrumpidamente necesita ruido en su entorno: radio, música funcional, televisión, CD. o walkman), no hay tiempo para la reflexión. Se desean muchas cosas y al mismo tiempo, no se analiza la limitación de las mismas. Se vive agitado y no se pregunta seriamente el por qué de la agitación; se vive inmerso en actividades frenéticas que le sorben el tiempo y la cabeza. Y, opuestamente a lo sucedido en el Quijote, "del poco leer y nada sustancioso para pensar" marcha hacia su propia alienación.

Con tales puntos de partida, la falta de objetivos unificadores que den coherencia a la vida, filtra la angustia que se instala y acompaña como la propia sombra. Para encontrar soluciones, debemos llegar a la raíces, bucear dentro de nosotros, peregrinar "hacia adentro". Saber qué somos, cual es nuestra naturaleza y qué puede darle reposo.

Se impone en primer término, una definición de persona, peregrinar hacia la verdad de nosotros mismos para encontrar el camino de la paz. Tenemos que descubrir el sentido de nuestra existencia; del mismo modo que sabemos que una tijera hasta que no corta, o un lápiz hasta que no escribe, no sirven para nada. No se puede olvidar que el hombre es como el fósforo: si no sirve su cabeza para pensar y razonar, no sirve para nada. Como la tijera, el lápiz o el fósforo, necesitamos conocer cabalmente lo que significa ser persona. Conocer nuestro origen, saber para qué estamos en el mundo y cómo podemos organizar un proyecto general de vida para que ordenemos nuestras ideas y priorizar las cosas más importantes.

 

Definición de persona

Si nos atenemos a lo que muestran los medios de comunicación y lo expresan diversos textos pedagógicos, el hombre se limita a una realidad biológica, especie de "animal superior" cuyo bienestar radica en la satisfacción de sus instintos. Esto es cierto, pero no es toda la verdad, porque en países donde esas condiciones son atendidas (por ejemplo los que disfrutan de muy alto nivel de vida) ellos precisamente, encabezan las estadísticas de suicidios o muy altos cuadros de depresión. Esto atestigua que "no sólo de pan", entendido como cosas materiales, vive el hombre.

La especie humana comparte con la zoológica una parecida realidad física y el cuerpo de los mamíferos es similar al humano. Al punto que variadas experiencias y medicinas, pueden ser ensayados previamente en animales, para luego adaptarse a personas. Pero esta similitud, no debe llamar a engaños porque las perfecciones de la persona superan infinitamente a las otros vivientes. Las satisfacciones biológicas no colman la inquietud interior y así lo atestiguan la labor de psiquiatras o psicólogos.

Desde su mismo origen, lo humano marca una categoría distinta y única. Mientras los ángeles son puramente espirituales y los animales nada más que su cuerpo con un techo limitado de comportamiento, en el hombre la realidad corporal no agota su identidad, pues su cuerpo está indisolublemente unido a un elemento espiritual: el alma.

En tanto la creación surge del "hágase" del Creador, la aparición del primer hombre merece una atención especial de Dios, pues le otorga dones especiales: "hagamos al hombre a Nuestra imagen y semejanza". ¿En qué radica esta semejanza? En tres capacidades que colocan a la persona por encima del resto de las otras especies: A) inteligencia, B) voluntad y C) capacidad de amar.

 

Cualidades privativas de la especie humana

A) La inteligencia es la capacidad de pensamiento, sólo la persona puede razonar, cuestionar, pensarse a sí misma o descubrir el por qué de su existencia. Capacidad que ha permitido el progreso en todos los órdenes, la cultura y los inventos. Podría hablarse de un saber hacer (todo lo que el hombre hace con sus manos), un saber-saber o sea el estudio propiamente dicho (matemático, filosófico, científico, literario, etc.) y la sabiduría propiamente dicha, que equivale a tener una cosmovisión del mundo y lo trascendente. Porque más allá de construir, inventar o discurrir, la inteligencia permite descubrir el fin trascendente de su destino y relacionarse con Dios.

Sabiduría que, impulsada por una fuerza interior, busca la Verdad, la Belleza y el Bien en forma permanente e incansable. La inteligencia es la luz interior que permite distinguir el bien del mal; esto es absolutamente impensable a nivel zoológico, como lo es la capacidad para la nobleza y el heroísmo de que es capaz el hombre iluminado por rectos valores.

B) Además de lo inteligible, el hombre recibió de Dios el don de la libertad; es el único ser vivo que puede decidir, por eso tienen valor sus actos y por la misma razón es responsable de su conducta. Sólo los niños por falta de edad, o los locos por trastornos de su personalidad, son i-responsables. Por otra parte, si con la inteligencia se nace, la voluntad se hace día a día; cada acto de dominio de sí, la fortalece. Los éxitos de cualquier naturaleza son hijos en buena parte de la voluntad y la tenacidad. Situaciones límites, enfermedades o accidentes, documentan ejemplo de personas cuya fuerza de voluntad ha sido capaz de superar obstáculos de todo orden. Personas que han logrado crecer interiormente hasta límites increíbles.

C) Finalmente, si "Dios es Amor" -el amor auténtico está indisolublemente unido al bien- esta cualidad no puede estar ausente en la naturaleza del ser creado a su imagen. Y esto se cumple de tal forma, que el amor nos precede en la existencia: nacemos normalmente como fruto del amor de nuestros padres y luego de nacer, necesitamos un clima de amor que la familia ofrece para desarrollarnos equilibradamente. Desajustes psíquicos, problemas de conducta, inadaptaciones y fracasos, a menudo tienen su origen en desastres familiares, donde se ha roto la comunicación amorosa de sus miembros. El hogar es la primera escuela de valores esenciales. El amor es tan necesario en la vida que quien, voluntariamente, prostituye al amor sistemáticamente, merece un duro calificativo: bestia o demonio.

Amar es la capacidad de salir de sí mismo, de desear el bien del otro, de romper el límite del propio egoísmo, de encontrar la felicidad fuera del yo; amar a los semejantes como a sí mismo. En el enamorado se constata esta apertura inicial, que más tarde la paternidad perfecciona. Si la novia o el novio se eligen, al hijo se lo acepta: con salud o sin ella, inteligente o no, con talento o sin ninguno. Se acepta al hijo -no como se desearía- sino como es; buscando su bien sin medir cansancio ni dificultades, teniéndole paciencia y perdonando setenta veces siete. Amándolo para toda la vida, alegrándose en sus logros y doliéndose de sus fracasos.

La capacidad de sacrificio que genera el amor es infinita: desde los padres que hacen lo indecible por sus hijos, hasta formas más generosas que incluyen amar a los desconocidos como lo hizo Teresa de Calcuta, los misioneros o cientos de religiosas y sacerdotes. Ellos muestran una gama de ejemplos que se renuevan en el tiempo y son exponentes de la nobleza alcanzada por el amor cuando expresa su nota más característica, la generosidad.

El amor de Dios es el más perfecto. Llegó al extremo de entregar a su Hijo hasta morir en la Cruz para redimir a los hombres. Sabiendo anticipadamente que muchos lo ignoran o blasfeman, otros tibiamente lo siguen pero lo niegan en situaciones difíciles o cuando sienten que esa fidelidad resta prestigio. No obstante, su redención está a disposición de todos, incluso de quienes cometen los más torpes actos, las mayores injusticias o someten a grupos y pueblos enteros. Sus brazos quedaron abiertos y clavados, asegurando perdón para quienes sinceramente lo desean.

La dirección contraria al amor es buscarse a sí mismo (egoísmo que se presenta bajo mil disfraces) buscar el propio provecho y sin mirar al otro o expoliando al resto. Los sentimientos humanos son como armas de doble filo: bien orientados son fuentes de bien, pero mal orientados y sin templanza originan pasiones que rebajan a quienes las protagonizan y hacen sufrir a quienes son sus destinatarios.

Es permanente la lucha en nuestro interior entre el egoísmo y la generosidad. Ella tiene su origen en el pecado original que desequilibró nuestra naturaleza. En la medida que nos negamos a nosotros mismos, superando nuestros egoísmos, esta actitud nos eleva. Al elevarnos (como la visión que tenemos de las cosas cuando volamos) nuestras tragedias se achican. Por el contrario, vivir a ras de la tierra, es ocasión para que un minúsculo grano de arena (el tamaño de muchos problemas), impida la vista y nos vuelva ciegos.

Existe una estrecha relación entre lo que pensamos que somos y nuestro comportamiento. En efecto, actuamos de acuerdo a lo que somos, creemos ser o nos dicen que somos; una cosa es considerarse un simple atado de instintos y otra muy distinta, es saberse hijo de Dios. Desde esta perspectiva, los Mandamientos regulan una conducta que nos permite vivir con dignidad. El hombre que no entiende, ni atiende la verdad de su origen y lo que significa ser hijos de Dios, no encuentra paz.

 

Conocer nuestro tiempo

Esbozada la definición de persona, debemos considerar el contexto en el que vivimos. Nuestras vidas se desarrollan en un tiempo que se caracteriza por una situación de cambios profundos. Con razón se dice que no sólo estamos entrando en otro siglo, sino que estamos cambiando -nada más ni nada menos- de una civilización impregnada por el cristianismo, a otra de signo contrario. Una clara muestra de ello es que los valores apreciados hasta ahora, se des-valorizan; son los anti-valores los que irrumpen y se instalan en las nuevas generaciones.

Como la tierra se mueve silenciosamente bajo nuestros pies y no tenemos conciencia del formidable movimiento de rotación del que participamos, del mismo modo, invisible goznes hacen girar nuestra civilización y vamos hacia inéditos destinos, sin darnos cuenta. Conocer la magnitud y naturaleza de los cambios, aún cuando las fuerzas que los producen nos sobrepasan, nos ubica y permite organizar defensas. Esta es la razón por la cual esbozamos lineamientos que apuntan y concretan cambios esenciales que no siempre son considerados con la importancia que ellos implican.

Los avances de la tecnología, ciencia, transporte, la información y la comunicación nos asombran con sus progresos imparables y vertiginosos. Ellos son fácilmente identificables porque se muestran claramente a nuestros ojos. Sin embargo, estos cambios perceptibles son insignificantes frente a otros intangibles, pero más trascendentes que superan lo material o científico. Así por ejemplo, Alvin Tofler señala el área en donde ocurren las mutaciones: "está cambiando la cultura, la psicología, los valores, la religión..." Esto es de la mayor trascendencia porque si el progreso modifica el "hacer" del hombre, esta silenciosa revolución, afecta el modo de "pensar" e incide en el "vivir" de cada uno de nosotros.

Frente a sustanciales atropellos que irrumpen en el santuario de nuestra libertad interior, el término revolución queda chico; así por ejemplo, Marcel Clement afirma: es "nuestra libertad interior" la que está en juego, y asegura André Piettri refiriéndose a los cambios: "es infinitamente más que una revolución política..." En efecto, los cambios sobrepasan valores religiosos y está en juego la moral, cosa que habitualmente no consideramos. Se borran los límites que separan los bueno de lo malo y tal confusión tiene importancia capital en nuestras vidas. Es el mismo sentido común lo que están en vías de desaparecer.

Ante tales perspectivas, se impone estar debidamente informado porque la ignorancia nos torna indefensos. El conocimiento abre nuestros ojos, nos despierta y al descubrir las interconecciones existentes entre muy variadas áreas, tenemos un panorama de la realidad que nos circunda. Como se trata de nuestra existencia y la de las generaciones inmediatas, no podemos permanecer insensibles o indiferentes.

Tratando de explicar formidables cambios como los actuales y para organizar pedagógicamente las ideas, pueden dividirse en dos grandes escenarios las fuentes generadoras: a) reuniones internacionales y b) medios de comunicación. Si en el primero se sustancian las ideas, el segundo las frivoliza de modo que sean aceptadas sin resistencia. Al primero no tenemos acceso, se trata de encuentros de altísimo nivel, en donde minúsculas minorías asumen la representación de mayorías que permanecen en las más absoluta ignorancia. En los encuentros se toman decisiones de carácter universal y que luego se imponen con apariencias "democráticas". Pero como el término imposición no se acomoda a nuestro tiempo, tan ufano de derechos y libertades, se prefiere hablar de persuasión. Persuasión que se vale de estrategias sutiles; una de ellas es el tiempo: sin prisa, pero sin pausa, hasta obtener progresivos y masivos consensos. Mi libro El poder oculto amplía este tema.

El instrumento para convencer a las masas de los nuevos y opuestos principios constituye el segundo escenario: los medios de comunicación. Ellos operarán como correa transmisora entre los contenidos y la gente. Esos medios, con apoyos satelitales, están en condiciones de llevar mensajes públicos heterogéneos y universales. El lenguaje utilizado también es inédito pues se filtra en la intimidad y parece no vulnerarla, pero actúa como sutil opresión, doblemente peligrosa si se considera que pasa inadvertida. Los resultados son tan extraordinarios que la socióloga Patricia Mead asegura: "las nuevas generaciones son más hijas de los medios de comunicación que de sus propios padres". Más adelante señalaremos los alcances de esta afirmación.

Los nuevos contenidos, lejos de exposiciones académicas evaden confrontaciones racionales y muy por el contrario, se filtran divertidamente. En concurridos estadios o festivales, en concentraciones juveniles, con sorprendentes efectos lumínicos y estentóreas músicas o en coloridas revistas y cambiantes programas televisivos, canciones o frases triviales, se incorporan minúsculos, pero insistentes mensajes de cambio. Estas mentalizaciones ganan espacio, apoyadas en lenguajes groseros, desfiles de modas faltos del menor pudor, avance de un erotismo descontrolado, etc. En este clima, los anti-héroes -que ostentan despreciar toda norma- se transforman en modelos que imitan multitudes. Como consecuencia, los nuevos comportamientos son opuestos a los valores que fundamentaron nuestra sociedad.

 

Primer escenario: reuniones internacionales

A juzgar por los slogans que se escuchan y repiten a nuestro alrededor, estamos convencidos que vivimos en democracia. Pero si se observa con atención, descubrimos que tal afirmación no es tan cierta como se pretende, porque no recibimos una adecuada información de hechos importantes, como las reuniones en donde se dice que estamos representados. Sin embargo, en ellas se juega nuestro destino y el de nuestros hijos.

Así por ejemplo ¿Conocemos los motivos y pretensiones que se agitan en reuniones internacionales y que luego se imponen mundialmente? ¿Tenemos idea del inédito totalitarismo que sutilmente y bajo apariencias democráticas presionan nuestra libertad interior? ¿Nos damos cuenta que paralelamente al cambio de siglo, un nuevo orden mundial pretende cambiar la civilización cristiana en otra de signo opuesto? ¿Conocernos el rol asignado a la mujer en tan sustanciales innovaciones? ¿Conocemos cómo, dónde y quiénes impulsaron solapadamente la legitimación del género que está incluido en leyes de educación? ¿Conocemos los alcances de este revolucionario término que acepta cinco opciones para la sexualidad humana? Las respuestas a tan importantes cuestionamientos se han ido perfilando en sucesivos encuentros de nivel mundial; no obstante, esas resoluciones han merecido sólo escuetas informaciones.

Efectivamente, el común de la gente no tiene noticias de sucesivas reuniones que, con beneméritos títulos tales como Población, Habitat, hacen gala de fuerte mentalidad antinatalistas y bajo la aparente preocupación por el bienestar de la mujer, la van empujando a conductas promiscuas, incluidas las "niñas". Como los nacimientos están íntimamente ligado a la sexualidad es esencial cambiar este concepto; en razón de ello, cada vez y más fuertemente se desvincula el sexo de la fecundación. Por el contrario, son promovidas y legalizadas todas las conductas que eviten embarazos; no importando la perversión que esto involucre, pues se instaura una nueva moral que lo justifique.

Una pieza clave para tan importantes cambios, es la mujer por ser la generadora de vida; el amor la lleva a concebir y ser madre. Para cercenar esta posibilidad se desvaloriza el amor y se proclama una liberación sexual que prostituye bajo apariencias aceptables. En esta nueva concepción, la mujer no valora ni mide las consecuencias de su entrega, y cuando es iniciada en esta actividad sin otra referencia, el amor conyugal aparece como una trampa y la maternidad una carga. La legalización del divorcio pretende liberar a las casadas de su carga. Lejos de su papel de esposa y madre, en la actualidad la realización femenina sólo pasa por logros laborales o profesionales.

Para llegar a la nueva ideología, es necesario conducir a la mujer desde sus más tiernos años, hacia una total desinhibición, sin ataduras a ningún principio moral o religioso. Asimismo, la familia tradicional es un obstáculo para estos cambios, pues en ella los padres trasmiten valores contrapuestos a los que se desean instaurar. La familia entonces es bombardeada o ignorada y merece promoción la "pareja" que la sustituye. Todos estos fines se van expresando cada vez más detalladamente, en reuniones que se suceden a partir de la Primera Conferencia Mundial (México, 1975) y se actualizan periódicamente: en las Conferencia Segunda sobre la Mujer de 1985, después en 1994 (Mar del Plata-Sgo. de Chile) y la de Población en el Cairo, en 1995 (Pekin). Ese mismo año la Tercera Conferencia sobre la Mujer en Copenhagen; en 1996 la Cumbre Mundial sobre Alimentación (Roma) y la Habitat en Estambul. Todas con iguales propósitos.

Tanto en las interesadas por la mujer en forma expresa, como en las referidas a Población o Habitat, los objetivos propuestos se van concretando hasta trastocar el perfil femenino, como también el del amor humano y la sexualidad, por estar íntimamente ligados con la natalidad. Por eso en los encuentros, disfrazados de muy buenas intenciones, se señalan las ventajas de liberar a la mujer de supuestas cargas como el embarazo o la familia. En forma paralela, toman cuerpo otros tipos de "uniones" muy distinta de la familia que paulatinamente se incorporan con el consenso de la gente que ya está mentalizada.

 

Protagonismo de la juventud

Simultáneamente y en la última década, los adolescentes y hasta niños cobran importancia, pues ellos serán los protagonistas del inmediato futuro. En los países latinos, casi la mitad de la población tiene menos de 25 años. Además, en esa edad los chicos son maleables porque no tienen aún criterios asentados, ni ofrecen la resistencia de adultos que pueden defender sus principios. De tal modo y para mentalizar a los menores sin violentarlos, se ponen como modelos chicos de sus edades en diferentes tiras televisivas que ya viven en la nueva onda. Artistas, cantantes o deportistas alardean de sus frecuentes cambios de "pareja". Y junto a estos modelos, en la vida real aparecen y aprueban leyes de pretendida "salud reproductiva" o distribuyen popularmente anticonceptivos o se informa sobre ellos, sin restricción de edades.

Las leyes que se refieren a tales conductas, se presentan en cortos e "inocentes" textos, pero los extensos incisos que las interpretan, revelan inéditos cambios y aprueban conductas opuestas a toda moral. Con ellas, también es burlada la patria potestad pues los padres no tienen conocimiento ni dan su asentimiento para los hijos menores.

Por otro lado, la campaña contra el Sida vehiculiza los mismos principios y se utiliza para detallada ilustración de anticonceptivos. En este clima de permisividad y sobre-estimulados por los medios, los jóvenes se orientan hacia una sexualidad totalmente desvinculado del amor y con fuerte mentalidad antinatalista. Todo sucede sin que la gente interconeccione estas circunstancias o haga lecturas más profundas de los hechos, ni los padres reflexionan en temas que les atañen. Curiosamente no aparecen informaciones sobre los textos redactados en la reuniones internacionales que aludimos.

Sin ruido ni escombros, estos errores se filtran desde la niñez. Así por ejemplo la transexualidad aparece en una tira de pretendidos "dibujitos" que tiene muchísimos admiradores, en donde un personaje de la serie, según se bañe en agua fría o caliente, es hombre o mujer.

Otro ejemplo: acabo de ver por Tv. Canal 9 de Mendoza (5.VII.99) a las 17.30 a los "Símpson". Aparte de eructos, cigarrillos y cerveza, la tías se llevan a los sobrinos en su auto y la soltera dice que quiere tener un bebé. Con tal fin, trata de seducir a un adolescente con acné juvenil (para que no pase desapercibida su escasa edad) quien la atiende en el mercado. El chico se da cuenta de las intenciones y pide auxilio al patrón que lo salva de la "seductora" mucho mayor que él. Acto seguido, la mujer intenta que la haga madre un alumno bobalicón que no se da cuenta de lo que pretende su maestra. Como actúa ingenuamente en la salida nocturna, la tía lo deja arrojado en la calle. No la desaniman estos fracasos y acude a un consultorio de inseminación artificial. En ese lugar, un hombre sale de atrás de una cortina abrochando su pantalón, en momentos que entrega su esperma, diciendo a quien se lo recibe: "esto siempre causa placer". Mientras los chicos pasean con sus tías, los padres de los chicos se entretienen en la contemplación de un vídeo erótico. Pareciera una disgregación innecesaria este relato, pero que muestra claramente los alcances de múltiples y perversos contenidos destinados a la audiencia infantil. Ni qué decir lo que pueden ver el casi medio millón de niños (sólo en Capital federal), entre 6-12 años, cuyos padres no controlan los horarios televisivos de sus hijos.

Se podrían multiplicar infinitamente los tristes ejemplos porque a toda hora y por los más diversos medios, la población infanto-juvenil, es víctima de un acoso permanente, rayano en lo patológico. Asimismo, se podría decir con razón que antes de conocer la ternura de la paternidad o maternidad, nuestros niños tienen una carga de conocimientos inadecuados para su edad. Se ven arrojados al mundo adulto con salvaje precocidad, pero sin defensas ni madurez. Todo transmite a niños y adolescentes, una concepción prostitutiva del sexo.

Los jóvenes así iniciados ni aprecian ni desean el auténtico amor que encuentra sentido en la familia. Por supuesto que nadie habla de los beneficios de la castidad y el dominio que esta virtud implica o que su práctica asegura la fidelidad conyugal. Muy por el contrario, las nuevas generaciones se ven arrastradas a comportamientos que las alejan de fundamentales valores.

 

Desvalorización del amor

En forma progresiva y apoyada por complejas causas y medios de difusión, han ido avanzando concepciones que desvalorizan progresivamente al amor humano. Primero se lo fue desvinculando de la familia estable y más tarde de la fecundación; la aparición de la píldora anticonceptiva marcó un hito importante. Múltiples causas han empujado a las nuevas generaciones hasta la consideración del sexo despojado de toda responsabilidad o sentimiento. Sin contexto moral, el placer justifica cualquier medio para lograrlo; por ese camino se encuentran múltiples aberraciones que rebajan la condición humana. Por último y como índice de la ilimitada mentalización a la que se desea llegar, se promociona la actividad sexual en menores que no alcanzan ni la adolescencia, como lo ejemplifican populares series televisivas.

En el clima descripto, la mujer se acerca al extremo de llevarla a una prostitución embozada que la desvaloriza, pues como dijimos, promueve su entrega sin defensas. Pretendiendo muy falsas "libertades", los objetivos que condensan las Conferencias que la tienen por protagonista, pueden ser reducidos a tres postulados: a) la mujer debe disfrutar de "saludables" relaciones sexuales y liberada de la maternidad, b) derecho al divorcio vincular o sea la anulación de todo compromiso de fidelidad y c) derecho al aborto, que complementa su total liberación.

En esta ambientación relajada, encuentran asidero y justificación cualquier error y uno de ellos son las uniones de parejas del mismo sexo; pero este error tampoco detiene la corrupción y luego se discute la idea del género. Esta teoría opuesta al sentido común, no entiende ni respeta lo que la naturaleza proclama en las ostensibles diferencias corporales de ambos sexos. El género en cambio, afirma que es la cultura quien reparte los roles femenino-masculino. Con muy rebuscados fundamentos se basa en la subjetividad de cada uno: se es hombre o mujer, según se siente.

Los derechos enunciados avanzan por persuasivos caminos, sin atender ni entender que la desilusión, el hastío o la depresión, son los más frecuentes puertos donde encallan quienes han vivido de contramano con la naturaleza. La prueba más evidente es el aumento de uso de la droga o de prácticas perversas como normales. De todo ello, los jóvenes cosechan muy amargos frutos que los alejan más y más de la felicidad prometida.

Las ideas centrales pueden simplificarse en el objetivo de disminuir la población mundial, para que no supere límites imposibles de controlar amenazando un desequilibrio sustentable. Consecuentemente, merece apoyo y legitimación toda conducta sexual que aleje posibles nacimientos. En esta área, la juventud tiene un protagonismo de primera magnitud y por eso es el objetivo inmediato a conquistar.

 

La Carta de la Tierra

¿Quién ha leído la Carta de la Tierra? ¿Quién sabe que ella cambia la definición de persona y considera al hombre como una de las especies vivientes, pero no superior a ellas. Sin ruido ni publicidad, pero ininterrumpidamente, estas ideas se difunden de mil maneras. A continuación exponemos estrategias puestas en marcha en las reuniones aludidas. Ellas han ido preparando el terreno para la redacción final en la Carta de la Tierra.

El antinatalismo mundial que se pretende instaurar, impone a cualquier precio toda clase de medidas. Al punto que su obediencia o desobediencia, llega a condicionar ayudas económicas tan importantes como las concedidas por el Banco Mundial a pueblos carentes de recursos. China e India, como países centro y sudamericanos conocen el rigor de políticas antinatalistas que avasallan elementales derechos humanos. Todos, obligatoriamente deben someterse, aún cuando esto signifique desmedidos avances estatales sobre elementales derechos de los ciudadanos.

Las representaciones oficiales que aprueban estas resoluciones se ven acompañadas por Organizaciones no gubernamentales (ONG); algunas tienen muy sospechosos origen, tales como la IPPF (Fundación de Planificación Familiar con objetivos drásticamente antinatalistas); ésta y otras organizaciones similares están dirigidas por fuertes grupos que en forma prepotente tratan de imponerse. Generalmente, estos grupos son liderados por mayorías de lesbianas y gays. La confusión de títulos aumenta la poca seriedad de ciertos grupos. Así por ejemplo, una de las ONG se autotitula Católicas por el Derecho de decidir (contrarias totalmente a principio católicos). O la poderosa WEDO que es la Organización para el Medio Ambiente y Desarrollo de las Mujeres; pero excluye todo principio moral.

En el transcurso de las reuniones se entablan encarnizadas batallas que se extienden a la introducción de nuevos vocablos, como por ej.: en vez de fecundación "reproducción", o "uniones" por matrimonios. Un significativo ejemplo: en documento elaborado en una Conferencia Mundial sobre la Mujer, la palabra dignidad, referida a la mujer aparece sistemáticamente entre paréntesis, el término género aparece trescientas veces y "esposa" y maternidad menos de diez veces. Pero cien veces: sexo, sexual y sexualidad. En 1994 las Naciones Unidas introduce los conceptos "salud reproductiva", "maternidad segura", "derechos reproductivos" y "planificación familiar", con muy negativos significados. Coincidentemente desaparecen los de "madre" y "esposa". Esto clarifica suficientemente los objetivos buscados. Este léxico se intensifica en encuentros internacionales referidos a Población, Habitat o Alimentación, como también en la Primera, Segunda y Tercera Conferencia Mundial de la Mujer.

Con iguales fines, se suman organizaciones del peso de UNICEF, FAO, OEA, Naciones Unidas y otras de carácter privado como la Fundación Rockefeller o la Ford. Hasta fortunas personales disponen centenares de miles de dólares apoyando campañas antinatalistas, como es el caso de Ted Turner (casado con la actriz Jane Fonda). Es decir, que estos proyectos cuentan con medios para lograr el éxito y pagar embozadas campañas publicitarias a través de los medios de comunicación. Para justificar estos gastos, en algunos foros se advierte, que por más cuantiosos que ellos fueren, siempre serán menores que los ocasionados por el aumento de población. Porque aquí las personas no cuentan por el valor intrínseco de su vida humana; lo realmente importante es la ecuación coste-beneficio. En la práctica se sigue este contexto: un país pobre no produce y contamina, por lo tanto se lo obliga a que reduzca drásticamente su tasa de nacimientos. Y si esto ocurre con los menos desarrollados, para todos se impone disminuir la demografía para conseguir "condiciones sustentables".

Las políticas antinatalistas derivadas de los encuentros, se instrumentan luego en Leyes que se aplican en escuelas y colegios o difunden sus principios en populares campañas de elementos anticonceptivos, que en realidad son implícitas promociones para alentar su uso. En comunidades pobres, también se concretan medidas de esterilizaciones masivas, como las ocurridas en Perú, Bolivia y otros países centroamericanos. Para una difusión mayor, los Centros de Salud de variados países, proveen anticonceptivos y detallada información de las variadas sustancias e instrumentos que pueden ser utilizados, sin poner ningún límite de edad.

 

Disposiciones de la Carta de la Tierra

Las conferencias que precedieron al documento enunciado, se caracterizan por significativas medidas tendientes a bajar índices demográficos y este fin justifica cualquier medio. Rematando los encuentros, aparece la Carta de la Tierra que va más allá, pues pretende nada menos que "una nueva ética para un mundo nuevo"; como se ve, no puede haber cambio más radical.

Los prolegómenos para la redacción del documento que analizamos se realizaron en Río de Janeiro en marzo de 1997 y concluyeron en Nueva York con la asistencia de 53 Jefes de Estado, 81 Ministros y 29 representaciones permanentes de Naciones Unidas. Mercedes Sosa asumió la representación de América Latina, Gorvachev lo hizo como Presidente de Cruz Verde Internacional y también figuró Pablo Freire, Steven Rockefeller y curiosamente, la WEDO se atribuyó la representación de todas las mujeres del planeta (sic), la IPPF, Family Care, Family Health, Fundación McArthur, Fundación Ford, las Católicas para el Derecho de Decidir y, entre otras, la Asociación de Pequeños Granjeros del Pacífico de Costa Rica, quienes asumieron la representación de los campesinos del mundo entero (sic).

Los cambios radicales que introduce la citada Carta, quedan manifestados desde su Primer Principio. En él se trastoca la definición antropológica del hombre e invierte la cosmovisión del mundo y la vida al definir la especie humana como ya dijimos: es una más de las especies vivientes. Este concepto equipara el valor de la vida humana al mismo rango que merecen plantas y animales. El hombre está al servicio de la naturaleza y no ésta sometida a él.

Mijail Gorvachev, uno de los más entusiastas en la redacción del documento, expresa: "hay que ayudar a la humanidad a cambiar su visión antropológica, se necesita hacer la transición del hombre como rey de la creación a que el hombre es parte de ella". La aplicación de estos nuevos conceptos legitima el derecho al aborto, la esterilizaciones, la manipulación de embriones así como justifica la eugenesia y la eutanasia. Muchas leyes que consideran la globalización consideran a los trabajadores simplemente como engranajes de la máquina productiva, no como personas con el derecho a tener y mantener una familia.

Además, el gobierno y estas atribuciones avanzan sobre los derechos de los padres que pueden ser sustituidos en materia educativa. Tenemos ejemplo de esto en la implantación de leyes de "salud" reproductiva que se ha llevado a cabo sin consentimiento ni respeto por la patria potestad de los progenitores. En el Principio 11 de la Carta de la Tierra se lee: "asegurar la salud reproductiva y sexual, especialmente para las mujeres y las niñas", dicho en buen romance: que las mujeres y niñas puedan disfrutar de saludables relaciones, sin la amenaza de embarazo. Para lo cual la educación sexual en los colegios dará la debida información, como también en Centros de Salud donde se proporciona toda clase de instrucciones, sin límites de edad.

Los disparatados objetivos del nuevo ideario expresado en la Carta de la Tierra, también reemplazan la tradicional diferencia femenino-masculino. Por el contrario, el género legitimado y con muy retorcidas explicaciones, admite la existencia de cinco opciones: hombre, mujer, homosexual, lesbiana y transexual. La Carta de la Tierra en el Principio 10 expresa: "afirmamos que la equidad de género es un pre-requisito para el desarrollo sustentable".

Este principio convalida uniones de personas del mismo sexo; por eso, sustituye a la "familia" por "uniones", y permite que se entienden como "normales" esas conductas. Desde luego que esto debe ser justificado por una "nueva moral" y así lo explica el ex-presidente soviético: "El mecanismo que usaremos, será el reemplazo de los diez Mandamientos por los Principios contenidos en esta constitución de la Tierra".

Cae de su peso que estos nuevos Principios son tan esencialmente opuestos a los asentados en toda nuestra civilización occidental que, como lo expresan sus mismos redactores, la Carta constituye un nuevo "código universal de conducta". Efectivamente, los Mandamientos son sustituidos por los 18 Principios que legalizan toda suerte de perversiones. Como bien dice Salvador Arguedas: "La Carta de la Tierra es un manifiesto pagano, panteísta en todos sus conceptos, además y por eso mismo, intenta controlar férreamente la población mundial".

Debemos destacar que si bien no ha sido oficialmente aprobada, la Carta de la Tierra ya fue presentada en la Legislatura de Buenos Aires y su sutil instrumentación se introduce en las nuevas leyes educativas o sus contenidos básicos.

 

Ideologías y Carta de la Tierra

No podemos dejar de señalar la coincidencia de objetivos, tanto los enunciados en la Carta de la Tierra como los de Gramsci cuando propone "la globalización de una cultura secularista donde la trascendencia metafísica y religiosa quedará marginada". El ateísmo y materialismo que resume la Carta incluye la globalización de comportamientos y mentalización de los pueblos. Significa un poder estatal sobre la educación y los espíritus, creando "las condiciones para la instauración de un despotismo absoluto y universal sin precedentes", pues se cambian radicalmente los valores que informan la vida y se altera la misma definición de persona.

El nexo que une al marxismo con la revolución cultural de Gramsci es que ambos tienen por meta "la disolución de la idea de Dios, como premisa para la autoafirmación del hombre, eso lo coloca en continuidad con todo el inmanentismo moderno". Todo lo expuesto lleva a asegurar la hegemonía materialista que cierra toda posibilidad de trascendencia; es una especie de religión del materialismo como nueva interpretación del mundo y la vida. Ideario que encuadra perfectamente con las nuevas ondas de una pseudoreligión que se extiende vertiginosamente: la Nueva Era o New Age.

Para llegar a esta nueva civilización materialista, se deben aniquilar previamente la moral natural, la religión católica y la familia, porque de alguna manera ellas transmiten valores que no pueden convivir con las nuevas e inéditas creencias. Es por ello, que Iglesia y familia son objeto de continuos bombardeos, muchas veces sutiles, pero implacables.

Sea por leyes o bien por medios tan frívolos como películas, entrevistas, etc., se produce lentamente el desmoronamiento del respeto que las instituciones merecen y las personas que respetan esos valores; como también el descrédito de quienes los representan o la ignorancia de quienes los defienden. Se imparte la orden de "muerte civil" para quienes se oponen. No existen en los medios de comunicación, ni reciben premios o alcanzan notoriedad. Y por el contrario, mediocres cantantes, deportistas o escritores de muy dudoso valor, alcanzan fama y ocupan extensos tiempos televisivos, aunque causa pena escucharlos. Diarios y revistas ejemplifican o explican el nuevo "credo" en numerosos artículos y con las más variadas ilustraciones asociados a los más diversos temas (origen del hombre, extraterrestres, temas históricos, etc.). Lejos de una democracia auténtica, no se escuchan ni desean escuchar las voces que contradicen esta nueva mentalidad que se impone con fuerza de hierro.

 

Instrumentos de divulgación popular

Fundamentales cambios como los apuntados, no quedan en los papeles, deben llegar a las masas y ser asumidos por ellas. Es necesario instrumentar técnicas que filtren los nuevos contenidos en la intimidad de la gente y logren convencerlas de las gratificaciones que los cambios reportan. Con astucia se evitan discusiones y razonamientos: los más sustanciales cambios se presentan disfrazados en formas frívolas e intrascendentes, pues de este modo no despiertan sospechas o reacciones.

Esta tarea de penetración y persuasión debe llegar a multitudinarios públicos en forma masiva y a la vez, convencer uno-a-uno. El instrumento que reúne las condiciones requeridas se concreta en los medios de comunicación; ellos ofrecen cautivantes escenarios que pueden repetir el mismo mensaje, cambiando de personajes o circunstancias y la insistencia pasa desapercibida. Ellos difunden sus mensajes a personas de toda edad y condición social, en ellos la gente invierte todo el tiempo libre y hasta retacea las horas de sueño con sostenida atención y máxima credibilidad.

El público se identifica con los personajes que aparecen rodeados de cautivantes escenarios y arrastran multitudes; multitudes que copian con igual fidelidad ropas, lenguajes, modos de vida, violencia, diversiones o pautas de conductas. Se borra el buen gusto, para proliferar en cambio, la fealdad y grosería. Nadie se detiene a pensar en la calidad moral de los famosos y una avalancha de ellos, enarbola las banderas de los anti-valores imperantes.

Merece consideración especial el medio televisivo por los tiempos que acapara y por ser considerado como la extensión del sistema sensorial del hombre contemporáneo. Lo contemplado se confunde con la realidad, sin serlo. Por eso, decir lo dijo o lo vi por televisión es sinónimo de verdad. "Lo que no pasa por la Tv. no existe", y ese mágico ojo electrónico visualiza muy excepcionalmente conductas ejemplares, para sustituirla por un "continuado" de comportamientos indeseables, que son imitados con pasmosa fidelidad.

Sin embargo, tamaño poder que incide directamente en las conductas de la gente, no tiene contención ninguna y queda bajo el arbitrio de las minorías que lo manejan y distribuyen. La impunidad de circulación de los antivalores queda asegurada por una libertad de expresión que se constituye en el intocable becerro de oro. Es inútil el clamor de personas, instituciones y familias, que claman por algún valor en bien de la minoridad. Y una equivocada libertad de expresión despedaza verdades esenciales; con la mayor impunidad son avasallados elementales derechos.

 

Conclusión

El desaliento que puede invadir ante la magnitud de lo expuesto, la impotencia que sentimos ante una aplanadora que maneja poderes universales y desborda nuestras fuerzas, nos recuerda la tormenta del Evangelio. En este pasaje, los pescadores temen zozobrar y despiertan a Jesús. Este les hace una pregunta que tiene actualidad: hombres de poca fe ¿qué teméis? y con un gesto, apacigua el mar embravecido. En otra oportunidad, Pedro -caminando sobre las aguas- se hunde en la medida que desconfía. Estos dos pasajes deben traer la calma a nuestros inquietos espíritus.

En nuestro caso, no podemos ignorar las características del tiempo en que vivimos, pues sin tal información quedamos indefensos. Pero si las fuerzas del "amo del mundo" nos sobrepasan, al final de nuestra vida, seremos juzgados no por las maldades que se cometen sino por las que nosotros hicimos o el bien que, pudiendo, dejamos de hacer. Seremos juzgados por la medida del amor con la que tratamos de cambiar "nuestro" mundo, el que frecuentamos y en las organizaciones en donde tenemos alguna actividad o influencia. Responsabilidad que tenemos que asumir con la mayor seriedad y compromiso.

Como ciudadanos tenemos que ejercer nuestros derechos y conocer las leyes que nos comprometen, para oponernos valientemente, si ellas no atienden a la dignidad humana. Muchas cosas avanzan por la debilidad o comodidad de quienes no se juegan. En los primeros siglos el cristianismo vivió con profunda Fe. No obstante los tiempos que vivieron, no perdieron la paz, y algo muy parecido se nos pide a nosotros. Pero eso no es posible si no estamos firmemente anclados en la Verdad que nos sostiene.

Los mártires entraban al circo cantando, mostrando paz y alegría interior que las circunstancias tan adversas no podían desbaratar. De igual modo, nuestra paz debe ser alimentada con información, oración y Sacramentos. Fuertes en la FE, valientes en la acción, debemos despertar a quienes a nuestro alrededor duermen. Nada nos puede hacer vacilar: Cristo cuenta con nosotros y nosotros con el infinito poder de Su Gracia. Aunque caminemos en oscuras soledades, no tengamos ningún temor, nuestro Pastor no nos abandona.