LA SABIDURÍA DEL HOMBRE
P. Fr. Marcos González, O.P.
Nos referiremos a la sabiduría del hombre en los distintos estadios de la vida humana.
I. Definición de la sabiduría
La definición es la oración que expresa la significación del nombre o la naturaleza de la cosa. Puede ser nominal o real.
1. Definición nominal de la sabiduría
La definición nominal es la oración que expresa la significación del nombre de una cosa. Puede ser etimológica o usual.
La definición etimológica de la sabiduría es la oración que expresa la significación del nombre sabiduría por vía de su origen o raíz.
El nombre sabiduría viene del latín sapientia y del griego sofía; sofía viene de la raíz sof = tener sabor o gusto.
Sapientia viene de sapiendo o de sapere, de sapor = sabor en sentido objetivo. Sapere = percibir el sabor, gustar. Sapientia designa la acción de saber o de gustar.
Con el nombre de sabiduría se designa un conocimiento con gusto o deleite (1). Un conocimiento perfecto y sobre algo elevado. Especialmente, un conocimiento sobre Dios.
La definición nominal usual de la sabiduría es la oración que expresa la significación del nombre sabiduría por vía del uso de este nombre por los oradores o escritores.
Hay una coincidencia con la definición anterior. Cuando se usa este nombre, siembre se piensa en la designación de un conocimiento intelectual superior, muy estimado o amable, que versa sobre lo más elevado de la realidad, y particularmente sobre Dios. Así aparece en Platón, Aristóteles, la S. Escritura, el Magisterio de la Iglesia, S. Agustín, Sto. Tomás de Aquino, etc.
Aquí nos referiremos a la sabiduría, sobre todo, en cuanto conocimiento sobre Dios.
2. Definición real de la sabiduría
La definición real de una cosa es la oración que expresa qué es una cosa mediante sus causas y propiedades. Más que nada mediante sus causas.
Cuando se trata de definir a los principios o virtudes del orden operativo y a los actos de los mismos se recurre a sus objetos. Así por ejemplo, definimos a la vista mediante el color. Los objetos tienen una función causal.
Por tanto, para entender qué es realmente la sabiduría, necesitamos tener algunas nociones sobre las causas y objetos.
Presupuestos
a. Las causas
La causa es un principio positivo a partir del cual se origina algo, realmente, y con dependencia en su ser. Por ejemplo, un carpintero es una causa que realiza un mueble que es un efecto.
Se distinguen cuatro causas que son la final, la eficiente, la formal y la material. La causa formal se subdivide en intrínseca y en extrínseca o ejemplar.
Consideramos que un carpintero realiza una silla para sentarse.
La causa final es aquello por cuyo amor se hacen las cosas.
El bien en cuanto termina la inclinación del apetito. En el ejemplo citado, la causa final del carpintero que hace la silla y consecuentemente de la silla misma se expresa cuando se dice "para sentarse".
La causa eficiente es la causa de la realización de una cosa. Aquello de donde primeramente se origina el movimiento en el orden de la ejecución. En el ejemplo citado: el carpintero.
La causa formal intrínseca es un acto o una forma que constituye a una cosa e informa a una materia. En el ejemplo citado referido a la silla, el ordenamiento o forma de la silla que se establece sobre el material de la misma.
La causa material es el lugar de las formas o de los actos. En el ejemplo citado la madera y los restantes materiales.
La causa formal extrínseca o ejemplar es aquello a cuya imitación se hacen las cosas. Opera por conformación. En el ejemplo citado la forma de la silla presente en la inteligencia del carpintero, para la realización de la silla.
Dios es la causa primera final, formal extrínseca o ejemplar y eficiente del hombre y de todas las cosas. Todo es para Dios y por Dios, según las ideas ejemplares contenidas en la mente divina.
b. Los objetos de las ciencias y virtudes cognoscitivas
El objeto de una ciencia o virtud cognoscitiva es aquello que se presenta, proyecta y opone frente a la ciencia o virtud cognoscitiva. Por ejemplo una silla frente a la vista o frente a la ciencia física.
Se distinguen el objeto formal y el material. El objeto formal se distingue en formal quod o terminativo y en formal quo o motivo.
Objeto material de una ciencia o virtud cognoscitiva es todo aquello que es alcanzado por la ciencia o virtud cognoscitiva. Por ejemplo en el caso de la vista, todo aquello que es coloreado; en el caso de la potencia auditiva, todo aquello que tiene alguna sonoridad.
Objeto formal quod o terminativo de una ciencia o virtud cognoscitiva es la formalidad primariamente alcanzada por la ciencia o virtud cognoscitiva en su objeto material, mediante la cual alcanza al resto del objeto material. Por ejemplo el color en el caso de la vista: la vista alcanza a las cosas materiales mediante el color. La moralidad de los actos humanos en el caso de la ciencia ética: la ciencia ética alcanza al hombre y a los actos humanos, pero siempre desde el punto de vista formal de la moralidad de los actos humanos.
Objeto formal quo o motivo de una ciencia o virtud cognoscitiva es la luz o el medio manifestativo mediante el cual la ciencia o virtud cognoscitiva alcanza a su objeto formal quod o terminativo y al resto de su objeto material. En el caso de la vista es la luz natural. En el caso de la ciencia ética es lo que se llama la abstracción formal del primer grado; esto es, una luz inteligible de la inteligencia capaz de extraer de la realidad la forma inteligible de la moralidad que se da en los actos humanos y lo relacionado con la misma.
El objeto formal quo motivo y el objeto formal quod o terminativo del conocimiento están en el principio y en el término del mismo y lo especifican. Funcionan por modo de causa formal extrínseca o ejemplar y lo conforman.
3. Definición real y analógica de la sabiduría
Nos referimos analógicamente a la sabiduría en su referencia a Dios.
Decimos que la sabiduría es un conocimiento espiritual supremo de Dios y de las cosas de Dios, según una luz espiritual proporcionada, por un agente espiritual, en orden a Dios y cuya forma suprema se encuentra en el mismo Dios.
Explicamos la definición:
"La sabiduría es un conocimiento espiritual supremo..."
Con estas palabras, de un modo muy genérico, designamos la condición formal de la sabiduría en sí misma. Se trata de un conocimiento elevado. Luego se determina más precisamente la condición del mismo.
"de Dios y de las cosas de Dios..."
Dios es el objeto necesario de toda sabiduría. Puede ser objeto formal quod o terminativo de la misma; pero no es necesario que sea así; podría ingresar solamente como objeto material. Por ejemplo, Dios en su misterio es el objeto formal quod o terminativo de la Teología Sagrada que es una sabiduría. En cambio la Metafísica, que es también una sabiduría, tiene como objeto formal quod o terminativo a la razón de ente en cuanto tal; y Dios entra en su objeto como objeto material y principal.
"según una luz espiritual proporcionada..."
Analógicamente, se trata del objeto formal quo o motivo, que influye por modo de causa formal extrínseca o ejemplar por vía del sujeto y agente del conocimiento. Es decir, que el acto de conocimiento se conforma a esta luz espiritual proporcionada que importa íntima y principiativamente una cierta forma iluminante. Esta luz o forma iluminante en el caso de la sabiduría es, según los casos, o el mismo Dios, o una imagen o semejanza de Dios más o menos inmediata o mediata, perfecta o imperfecta, que conecte con el mismo Dios.
"por un agente espiritual..."
Se designa a la causa eficiente de la sabiduría. La raíz del conocimiento se encuentra en la inmaterialidad o trascendencia sobre la materia. La inmaterialidad requerida para el conocimiento no se encuentra en las plantas, que por eso no conocen. Pero en cierta manera se encuentra ya en los animales que por sus sentidos pueden conocer. De momento que Dios es puramente espiritual, solamente puede ser alcanzado por un cognoscente que tenga acceso a un nivel de pura inmaterialidad o espiritualidad. Esto acontece en el hombre en el nivel más elevado de su alma, en la parte espiritual de la misma que se expresa en la inteligencia, que diversamente trasciende la materia.
El acto de sabiduría es un acto de conocimiento intelectual. Y el acto de conocimiento intelectual es un acto inmanente. Por tanto, el sujeto o causa material in qua (en la cual) de la sabiduría, es el mismo agente espiritual, en su inteligencia.
"en orden a Dios..."
Se trata de la causa final propia de la sabiduría. El gusto o deleite correspondiente a la sabiduría acontece por el acceso a Dios y por la conformidad con el mismo.
"y cuya forma suprema se encuentra en el mismo Dios"
Dios es infinitamente sabio. Toda otra sabiduría es por participación e imitación de la misma. Dios o la sabiduría divina es la causa formal extrínseca o ejemplar principal con respecto a cualquier otra sabiduría.
Resumiendo podemos decir, analógicamente, que la sabiduría es un conocimiento de Dios según una luz espiritual proporcionada.
II. División de la sabiduría
Hay distintas divisiones de la sabiduría. Consideraremos sólo a algunas, por el momento.
1. División de la sabiduría en simpliciter y secundum quid
Sabiduría simpliciter (simplemente dicha) es aquella que alcanza a Dios, causa suprema en todos los órdenes del ser. Por ejemplo la Metafísica.
Sabiduría secundum quid (en cierto sentido) es aquella que alcanza a conocer a alguna causa suprema en algún orden del ser, sin que se trate de Dios que es la causa suprema de todos los órdenes del ser. Por ejemplo la sabiduría del arquitecto en el orden de la construcción, comparativamente al conocimiento menor de los simples artesanos.
2. División de la sabiduría en natural y sobrenatural
Sabiduría natural es aquella a la cual le corresponden causas y objetos naturales. Por ejemplo la Metafísica.
Sabiduría sobrenatural es aquella a la cual le corresponden causas y objetos sobrenaturales. Por ejemplo el don del Espíritu Santo de sabiduría.
III. La sabiduría en los distintos estadios de la vida humana
Sabemos por la Revelación divina y la fe que el hombre después de esta vida es sometido por Dios a un juicio. A los que mueren en la gracia santificante de Dios les corresponde la vida eterna del cielo. En cambio, los que mueren sin la gracia santificante de Dios y con pecado mortal son castigados con la pena eterna del infierno. Los elegidos y predestinados al cielo pueden pasar por una etapa intermedia que se denomina purgatorio.
En el infierno, el conocimiento de Dios pierde su bondad moral y está más en función de la amargura del condenado. Dejamos de lado a ese conocimiento de Dios.
Nos referiremos a la sabiduría del hombre en esta vida, en el purgatorio y en el cielo.
1. La sabiduría del hombre en esta vida
Distinguimos la sabiduría natural y la sobrenatural.
La sabiduría natural del hombre en esta vida
Consideraremos a la sabiduría natural en su referencia a la Metafísica, a la perfecta prudencia, al arte perfecto, a la ética, a la psicología racional y a la física o cosmología.
a. La metafísica
La Metafísica es la ciencia que trata del ente en cuanto ente y de todos los entes, a la luz del tercer grado de abstracción formal y positiva y la concreción correspondiente.
Objeto material de la Metafísica: todos los entes.
Objeto formal quod o terminativo de la Metafísica: la razón formal del ente en cuanto ente.
Objeto formal quo o motivo de la Metafísica: la luz del tercer grado de abstracción formal y positiva y la concreción correspondiente. Es decir, que la luz natural de la inteligencia humana, alimentada por la realidad, mediante los sentidos, extrae espiritualmente de la misma la razón común de ente de las cosas creadas de un modo formal, más allá del plano físico y matemático, y de un modo real, según operación aprehensiva sobre la esencia, completada con un juicio sobre el esse del ente en cuanto tal.
La Metafísica en la pura y primera constitución de su esencia todavía no alcanza a Dios, pero tiene una aptitud para ello. Luego, en su estado perfecto, alcanza a Dios como causa del ente; y así se constituye en su forma de Teología natural. Y así es formalmente una sabiduría natural.
La parte de la Metafísica que considera al ente en cuanto tal es la Ontología. La parte de la Metafísica que considera a Dios es la Teología natural. Y la parte de la Metafísica que considera al conocimiento en su referencia al ente en cuanto tal es la Crítica del conocimiento.
b. La perfecta prudencia y la sabiduría
La prudencia se define como recta ratio agibilium: la recta razón de los actos humanos. Podemos definirla también como la virtud intelectual y moral por la cual se ordenan los actos humanos con sus objetos morales, en las circunstancias concretas, hacia el último fin de la vida humana, por modo racional y práctico.
Objeto material: los actos humanos con sus objetos morales y todo lo relacionado con los mismos.
Objeto formal quod o terminativo: el recto ordenamiento moral de estos actos humanos en concreto. La circunstanciación moral de los mismos.
Objeto formal quo o motivo: la luz de la razón natural práctica, en cuanto configura de modo originario el principio de la dirección en concreto o según las circunstancias y de un modo moral de la actividad humana.
El fin de la prudencia es el fin de los actos humanos y de las virtudes morales.
La prudencia en cuanto tal, en la primera y pura constitución de su esencia, no requiere necesariamente de una referencia explícita hacia Dios en la persona creada. Un hombre en pecado puede hacer algunos actos humanos moralmente buenos. Un ateo puede hacer algunos actos humanos moralmente buenos: por ejemplo amar a sus padres, construir puentes y caminos. Y en ese obrar humano bueno aunque sea disminuido ya puede empezar a forjarse la prudencia en su pura esencia.
Sin embargo, entendemos que en la prudencia natural se da un perfeccionamiento práctico análogo al perfeccionamiento especulativo de la Metafísica en relación a Dios. De tal manera que incluso la prudencia natural, en su estado perfecto, llegue al nivel de sabiduría práctica.
El conocimiento especulativo es un conocimiento puramente considerativo. Por ejemplo se trata de entender qué es un animal o una planta.
El conocimiento práctico es un conocimiento que no es puramente considerativo sino que dice ulteriormente un orden a la acción o a la obra. Por ejemplo determinamos felicitar a un amigo por su cumpleaños o su santo; o entonamos un bello canto. Así tenemos a la prudencia y al arte.
Para determinarse a la acción o a la obra el conocimiento requiere una participación y determinación de la voluntad. De lo contrario se queda en puro conocimiento.
En el orden natural, la prudencia requiere la actuación previa de la sindéresis o hábito de los primeros principios del orden práctico natural que se ejercita en un orden más universal; en tanto que la prudencia se ejercita en un orden más particular. La sindéresis dice, por ejemplo, hay que obrar el bien y evitar el mal; hay que buscar la verdad, hay que honrar al padre y a la madre. La prudencia determina en una situación concreta: aquí y ahora debo hacer esto que es lo bueno; aquí y ahora debo honrar a mis padres de esta manera, etc.
Todo acto humano bueno ordenado a un objeto bueno se ordena al menos implícitamente a Dios, fin último del hombre y de todas las cosas.
La sindéresis o hábito de los primeros principios prácticos del orden natural, al cual se subordina naturalmente la prudencia, de por si no contiene un conocimiento explícito de Dios. De esta manera, no puede proporcionar a la prudencia una dirección explícita de sus actos hacia Dios.
Pero la prudencia se subordina también a la ciencia moral y a la Metafísica, incluida la Teología natural. Y por esta vía, puede la prudencia participar en el conocimiento de Dios, fin último natural, de tal modo que la dirección concreta o circunstanciada de los actos humanos se realice no sólo implícita, sino también explícitamente hacia Dios.
Consideramos por tanto, que la prudencia perfecta informada por la sindéresis, la Teología natural y la ciencia ética, con conocimiento de Dios como fin último natural y dirección en concreto de los actos humanos hacia Dios, accede al nivel de sabiduría práctica natural.
c. La sabiduría natural y el arte perfecto
El arte se define como la recta ratio factibilium: la recta razón de las cosas factibles. Podemos decir también que el arte en el orden natural es la virtud intelectual y práctica por la cual se hacen las cosas, según una luz imperativa proporcionada.
Objeto material: todas las cosas que pueden hacerse y lo relacionado con las mismas.
Objeto formal quod o terminativo: el recto ordenamiento de estas cosas. Este recto ordenamiento se considera más que nada en un orden formal, en razón de la belleza; por ejemplo el ordenamiento de los sonidos en una bella melodía. También se consideran las particulares ordenaciones finalistas de las cosas y de las mismas artes; por ejemplo no es lo mismo la constitución de una montura de caballo para el trabajo en el campo, para una carrera, o para una guerra.
Objeto formal quo: una luz imperativa proporcionada que ilumine y dirija principiativamente la realización de la acción artística. Cuando se trata particularmente de las bellas artes puede entenderse más propia y perfectamente una cierta inspiración divina y con participación angélica de orden natural; así aparecen los genios de la música, de la pintura, etc., aún en el orden natural.
De momento que se trata no de un puro conocimiento, sino de un conocimiento ordenado a la acción, el intelecto del artista requiere una previa determinación y moción de la voluntad, una cierta participación de la voluntad.
El arte o la virtud artística para la pura constitución de su esencia requiere la subordinación a la sindéresis o hábito de los primeros principios prácticos del orden natural que cumple esta función principiativa y rectora, no sólo para el orden moral de los actos humanos, sino también para las realizaciones artísticas entendidas en toda su amplitud.
Todas las cosas se ordenan a Dios. En tanto el artista hace algo, hay un ordenamiento de aquello que hace y de su misma acción hacia Dios. Esto se entiende, no sólo en el orden de los fines sino también en un orden formal y analógico, al menos de un modo implícito e imperfecto. Por supuesto, que Dios opera en todo operante.
Y nos damos cuenta de que existen obras perfectas de arte que pretenden decir y dicen una referencia explícita hacia Dios, como es el caso de ciertas palabras e imágenes de distinta índole. Esto, en el orden natural, requiere en el artista el influjo de la Teología natural, y también cierta conformación con Dios en un plano operante y directivo de su voluntad y de su misma inteligencia práctica artística. Pensamos que no se trata sólo de una atribución extrínseca, sino que resulta algo intrínseco en el arte mismo subjetivamente considerado, de modo análogo al de la prudencia perfecta. Porque la dirección misma del arte perfecto, análogamente al de la prudencia perfecta es hacia Dios y no se trata de un conocimiento puramente especulativo hacia Dios. Es una dirección particularizada de la cosa hacia Dios.
d. La sabiduría natural, la ética, la psicología racional y la física
La ética es la ciencia de los actos humanos o morales. La ciencia que trata de los actos humanos en cuanto a su moralidad, a la luz del primer grado de abstracción formal.
Objeto material: los actos humanos y todo lo relacionado con los mismos.
Objeto formal quod o terminativo: la moralidad de los actos humanos.
Objeto formal quo o motivo: la luz del primer grado de abstracción formal, de un modo real o positivo, por modo especulativo y mediatamente práctico (inmediatamente práctica es la prudencia).
La moralidad se constituye por una relación u orden trascendental del acto humano a un objeto moral, es decir a un objeto sometido a una norma moral. Por ejemplo el honor de los padres está regido por la norma que manda "honrar al padre y a la madre"; la muerte del inocente está prohibida por la norma que dice "no matarás".
La moralidad personal empieza con el funcionamiento suficiente de la propia inteligencia y libertad y puede darse en los ateos. Sin embargo, consta que hay actos humanos referidos a Dios explícitamente, como los correspondientes a la virtud de la religión y a la política perfecta; y esto, ya en un orden natural. Aunque por razón del pecado, su perfección requiere de facto el auxilio de la gracia.
Por tanto, la ciencia moral en un estado perfecto, debe referirse a Dios, a partir de la moralidad de los actos humanos. En este sentido y de un modo correspondiente requiere de parte de su objeto formal quo o motivo, un participación en el tercer grado de abstracción formal y positiva, en un modo especulativo y medianamente práctico. Y así adquiere el nivel de sabiduría en un ámbito natural, subordinadamente a la Metafísica y en relación con la sindéresis y la prudencia natural.
Algo semejante acontece con la psicología racional, que es la ciencia del alma racional a la luz del primer grado de abstracción formal.
En el alma humana hay un nivel espiritual, un conocimiento de Dios, un amor en referencia hacia el mismo. Y esto debe ser considerado por la psicología racional, accediendo a partir del alma racional y de sus actos racionales hacia Dios y adquiriendo por tanto el nivel de sabiduría natural, en su orden. Con participación en el tercer grado de abstracción formal y positiva y con subordinación a la Metafísica, de un modo semejante a la ética natural perfecta.
Esto vale, analógicamente, para la física o cosmología -la ciencia que trata de los cuerpos a la luz del primer grado de abstracción real y formal-, considerada en su modo perfecto. Porque el cuerpo, como todo ente -inclusive el ente de razón-, dice un orden hacia Dios. Dios es su causa en un orden entitativo y operativo y el cuerpo se precontiene en Dios, como el efecto en su causa; inclusive la singularidad del cuerpo se precontiene en Dios. El orden del cuerpo hacia Dios debe ser considerado al menos inicialmente por la física perfecta, según una participación metafísica, que importa para la misma un acceso al nivel de sabiduría natural (2).
La sabiduría sobrenatural en esta vida
Nos referiremos al orden de la gracia en esta vida. Distinguimos el orden de la gracia santificante y el orden de las gracias gratis datae.
La gracia santificante es un don sobrenatural infundido por Dios en el alma que nos concede una participación real, formal y análoga de la naturaleza divina en cuanto divina. Es directamente santificante del alma. Está infundida por Dios en la esencia del alma; y está acompañada por un cortejo de virtudes y dones del Espíritu Santo en las potencias del alma para la operatividad cristiana de la misma.
Las llamadas gracias gratis datae son dones de Dios en el alma no directamente santificantes, sino para la utilidad de los fieles, dispositivas a su santificación, como la profecía, el don de milagros, etc.
Consideraremos primero el orden de la gracia santificante en su relación con la sabiduría. En un orden operativo se distinguen las virtudes infusas teologales y morales y los llamados dones del Espíritu Santo.
Las virtudes teologales son la fe, la esperanza y la caridad. Las virtudes morales infusas son muchas, pero se destacan entre ellas las virtudes infusas cardinales que son la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza infusas. Los dones del Espíritu Santo son siete: intelecto, sabiduría, ciencia, consejo, piedad, fortaleza y temor de Dios.
Siendo la sabiduría sobrenatural un conocimiento sobrenatural de Dios, examinaremos a la misma en su relación con las distintas virtudes y dones sobrenaturales de conocimiento.
Dada la íntima conexión de la fe sobrenatural con la Teología sagrada y con el arte sagrado, veremos también consecuentemente a la relación de la fe con la sabiduría sobrenatural, la relación de la misma sabiduría sobrenatural con la Teología sagrada y el arte sagrado.
Luego pasaremos a considerar a las gracias gratis datae; y más precisamente la relación de los dones cognoscitivos de las gracias gratis datae con la sabiduría sobrenatural.
a. La sabiduría sobrenatural, la fe, la Teología sagrada y el arte sagrado
La sabiduría sobrenatural y la fe
La fe sobrenatural es una virtud sobrenatural infundida por Dios en el alma, en el intelecto, por la cual asentimos a Dios y a todo lo que Dios nos revela, no por la intrínseca evidencia de la verdad que se nos presenta, sino por la autoridad del mismo Dios que nos revela.
Objeto material: Dios y todas las cosas reveladas por Dios.
Objeto formal quod o terminativo: Dios en su misterio o en su vida íntima.
Objeto formal quo o motivo: Dios mismo en cuanto nos habla y se conoce a sí mismo.
La virtud teologal de la fe es una sabiduría sobrenatural por cuanto nos concede un conocimiento sobrenatural de Dios en su misterio y de todas las cosas reveladas por Dios.
En cuanto perfeccionada por la caridad y convenientemente dispuesta por los dones del Espíritu Santo es la virtud elicitiva del acto de la contemplación mística, forma suprema del conocimiento sobrenatural de Dios en esta vida y forma propia de la felicidad subjetiva sobrenatural, también en esta vida. Esto, por supuesto, en el plano de lo común o corriente, porque se concibe todavía por encima como una anticipación transitoria de la visión beatífica, por modo de éxtasis en algunos santos (3).
La fe sobrenatural es especulativa y práctica analógicamente al intelecto de los primeros principios especulativos y a la sindéresis del orden natural. Pero llegando directamente y desde un principio a Dios, cosa que no corresponde en el orden natural. Superior a la sabiduría Metafísica, en cuanto tiende directa y sobrenaturalmente hacia Dios. En cambio la Metafísica es algo del orden natural, directamente de las creaturas y sólo indirectamente de Dios.
La sabiduría sobrenatural y la Teología sagrada
La Teología sagrada es la ciencia de Dios en cuanto Dios y de las cosas de Dios a la luz de la revelación virtual.
Objeto material: Dios y las cosas de Dios.
Objeto formal quod o terminativo: Dios en cuanto Dios, Dios en su misterio.
Objeto formal quo o motivo: la luz de la revelación virtual. Es decir, la luz de la revelación divina no propiamente en cuanto identificada con Dios y en cuanto contiene verdades reveladas formalmente o en si mismas (ej.: Trinidad de personas en Dios, gracia santificante, caridad), sino en cuanto contiene verdades reveladas en otras, esto es, en las formalmente reveladas (ej.: distinción real de gracia santificante y caridad, que hay cuatro relaciones reales en Dios, etc.), presente en el alma de un modo creado y sobrenatural de tal manera que ilumine y eleve a la inteligencia natural de la creatura racional y la convierta en instrumento sobrenatural de una virtud sobrenatural del alma como lo es la ciencia de los bienaventurados o la fe sobrenatural, para un descubrimiento consecuente en el ámbito de los misterios.
La Teología sagrada es sabiduría en un orden sobrenatural, porque trata de Dios en un orden sobrenatural con principios sobrenaturales. Es distinta de la fe y menor que la misma. Es especulativa y práctica de modo análogo y consecuente a la fe sobrenatural.
La sabiduría sobrenatural y el arte sagrado
Hay una palabra de Dios, que es una palabra sagrada o sobrenatural, especialmente por su contenido y espíritu. Hay también imágenes artísticas como pinturas, esculturas, etc., particularmente aptas para la devoción y el culto sobrenatural de Dios que reivindican para sí una particular sacralidad; por ejemplo muchos iconos del oriente, imágenes de la Virgen del Rosario, etc.
Supuesto que se da un arte sagrado en el sentido objetivo de realizaciones artísticas que llevan particularmente la huella de lo sagrado y un resto de espíritu sobrenatural, al menos por modo transeúnte, de modo semejante a lo que pasa en los sacramentos del N. Testamento. Queda planteada la posibilidad y la necesidad de un arte sagrado en un sentido formal y subjetivo, en el hombre por participación de Dios, Artista.
Entendemos por arte sagrado una recta razón práctica sobrenatural factiva de cosas con un sentido sobrenatural a semejanza e imagen de lo divino.
Podría realizarse la obra de arte sagrado según una pura gracia actual o una pura inspiración divina. Pero pensamos también en la constitución de un hábito artístico sagrado, semejante al de la Teología sagrada, dependiente de la fe -vicaria de la ciencia de los bienaventurados- y de la misma Teología sagrada. Por la razón general de que Dios no provee menos en el orden sobrenatural que en el orden natural. Y el arte sagrado resulta necesario para la vida de la Iglesia y de los cristianos. Particularmente en la misma vida litúrgica de la Iglesia se requieren condiciones no sólo morales sino también artísticas sagradas o sobrenaturales.
En cuanto a los objetos del arte sagrado decimos lo siguiente:
Objeto material: las cosas factibles.
Objeto formal quod o terminativo: el orden de las cosas factibles impuesto más que nada según una analogía formal y sobrenatural hacia Dios. Hay que notar que en todas las cosas se encuentra un orden final, formal y eficiente hacia Dios; incluso la materia se ordena hacia Dios. Y esto es válido, analógicamente para la obra de arte sagrado. Pensamos que la obra de arte está particularmente relacionada con el trascendental pulchrum y con Dios, belleza infinita. Por tanto, acentuamos el aspecto formal de la analogía, dado que el pulchrum está en intimidad con la perfección de la forma (4).
Objeto formal quo o motivo: la luz de la razón práctica sobrenatural apta para iluminar e impulsar en concreto estas realizaciones de cosas con sentido sobrenatural.
En tanto que la actitud moral orienta a las personas y consecuentemente a las cosas hacia Dios, en un sentido más que nada finalista: Dios fin último de toda la vida humana. La actitud artística orienta sus realizaciones hacia Dios, más que nada según una analogía formal o de imagen y semejanza de lo divino.
Y dado que el arte sagrado trata con la potencia y la materia, en tanto trata con cosas factibles. No hay que tener mentalmente demasiado miedo a la relación de lo sobrenatural con la materia. Hay que pensar en el misterio de la encarnación de Cristo, que afecta no sólo a su alma sino a toda su naturaleza humana incluída su materia; y particularmente en el misterio del cuerpo sin vida (sin alma humana) de Cristo en la cruz y en el sepulcro, que permanece en la real intimidad de la unión hipostática (con relación real y sobrenatural hacia el supósito o persona divina); y también en el misterio de la generación de Cristo por María que termina en una persona divina y que es el real fundamento de su divina maternidad.
Concluimos que el arte sagrado es una sabiduría práctica sobrenatural en cuanto conoce y orienta sus realizaciones hacia Dios, según una imagen y semejanza de lo divino, en un orden sobrenatural, con un cierto auxilio divino eficiente y formal.
b. La sabiduría sobrenatural y los dones del Espíritu Santo
Los dones del Espíritu Santo son siete según la tradición: intelecto, sabiduría, ciencia, consejo, piedad, fortaleza y temor de Dios. Son hábitos operativos sobrenaturales infundidos por Dios en el alma para que la misma se torne apta para ser movida mediante una inspiración del Espíritu Santo en el comportamiento cristiano.
Son algo intermedio entre las virtudes teologales y las virtudes morales infusas. Su ejercicio importa lo que comúnmente se entiende como la vida mística de las personas.
Nos referiremos a los dones cognoscitivos de intelecto, sabiduría, ciencia y consejo en su relación con la sabiduría sobrenatural.
La sabiduría sobrenatural y el don de intelecto
El don de intelecto es un hábito operativo sobrenatural infundido por Dios en el alma, en la inteligencia, para que la misma se torne apta para la aprehensión de la verdad divina, según una inspiración del Espíritu Santo fundada en la intelección de Dios y en una connaturalidad caritativa.
Objeto material: todas las cosas reveladas.
Objeto formal quod o terminativo: Dios mismo, Verdad primera, aprehendido.
Objeto formal quo o motivo: una inspiración del Espíritu Santo fundada en una intelección divina, según connaturalidad caritativa.
El don del Espíritu Santo de intelecto es una sabiduría sobrenatural por razón de sus objetos formales quo y quod que importan una referencia cognoscitiva sobrenatural hacia Dios. Se trata de una sabiduría especulativa y práctica en analogía con el hábito de los primeros principios y el de la sindéresis en el orden natural, y con la fe divina en el orden sobrenatural.
La sabiduría sobrenatural y el don de sabiduría
El don de sabiduría es un hábito operativo sobrenatural infundido por Dios en el alma, en la inteligencia, para que sea bien movida en orden a un juicio sobre Dios y sobre todas las cosas reveladas, según una inspiración divina fundada en la sabiduría divina y en una connaturalidad caritativa.
Objeto material: Dios y todas las cosas.
Objeto formal quod o terminativo: Dios.
Objeto formal quo o motivo: una inspiración divina fundada en la sabiduría divina y en una connaturalidad caritativa.
El don de sabiduría es una sabiduría sobrenatural por razón de sus objetos formales quo y quod, principio y término de un juicio sobrenatural sobre Dios que ilumina a todas las cosas que considera.
Es sabiduría especulativa y práctica íntimamente relacionada con la caridad de la cual se alimenta y hacia la cual dispone. Es la sabiduría mística de la Iglesia.
La sabiduría sobrenatural y el don de ciencia
El don de ciencia es un hábito operativo sobrenatural infundido por Dios en el alma, en la inteligencia, para que la misma sea bien movida en orden a un juicio sobrenatural sobre todas las cosas incluido Dios mismo, a partir de las cosas creadas, según una inspiración divina fundada en la ciencia divina y en una connaturalidad caritativa.
Objeto material: Dios y todas las cosas. Dios, objeto principal.
Objeto formal quod o terminativo: las cosas creadas en una perspectiva sobrenatural.
Objeto formal quo o motivo: una inspiración del E. Santo fundada en la ciencia divina y en una connaturalidad caritativa.
El don del Espíritu Santo de ciencia es una sabiduría sobrenatural por razón de su objeto formal quo o motivo y de su objeto material principal. Y se parece a una Metafísica sobrenatural, en cuanto se eleva a Dios a partir de las cosas creadas, pero sobrenaturalmente. Es sabiduría especulativa y práctica, en consonancia con la fe sobrenatural hacia la cual dispone.
La sabiduría sobrenatural y el don de consejo
El don de consejo es un hábito operativo sobrenatural infundido por Dios en el alma, en la inteligencia práctica, para que la misma sea bien movida en orden a un juicio práctico ordenativo de los actos humanos sobrenaturalmente y hacia Dios, según una inspiración divina fundada en la Providencia divina y en una connaturalidad caritativa.
Objeto material: los actos humanos y sus objetos correspondientes.
Objeto formal quod o terminativo: la ordenación sobrenatural de los actos humanos en concreto hacia sus objetos y fines correspondientes y particularmente hacia Dios.
Objeto formal quo o motivo: una inspiración divina fundada en la Providencia divina según una connaturalidad caritativa.
El don de consejo es como una prudencia mística. Y es una sabiduría sobrenatural práctica en cuanto ordena la actividad humana en un orden sobrenatural, y en concreto y por modo divino hacia sus objetos y fines correspondientes y especialmente hacia Dios, fin último sobrenatural.
c. La sabiduría sobrenatural y la prudencia infusa
La prudencia infusa es un hábito operativo sobrenatural infundido por Dios en el alma, en la inteligencia práctica, para una ordenación sobrenatural de los actos humanos, por modo concreto o según las circunstancias hacia objetos y fines sobrenaturales y sobre todo hacia Dios, según una luz sobrenatural imperativa y por modo racional.
Objeto material: los actos humanos especialmente sobrenaturales con sus objetos y fines correspondientes.
Objeto formal quod o terminativo: la ordenación sobrenatural concreta o circunstanciada de los mismos hacia sus objetos y fines debidos.
Objeto formal quo o motivo: una luz sobrenatural imperativa por modo racional. Se trata de una recta razón sobrenatural que supone el influjo de la fe y de la caridad y determina, acomodándose también a la recta razón natural, aquello que se debe actuar y se actúa en concreto, en el ámbito de la salvación.
La prudencia infusa supone la supraordenación hacia Dios de las virtudes teologales, especialmente de la fe y de la caridad. Estas virtudes teologales tienen un imperio hacia la parte inferior de la persona en orden a Dios; y la prudencia infusa determina más en concreto ese orden a Dios, en los distintos modos del comportamiento cristiano. Por ejemplo un cristiano sabe por la fe que debe rendir culto a Dios y particularmente que debe rezar; ese mismo cristiano según su prudencia determina hacer su oración de un modo determinado, en una hora determinada, en un lugar determinado, etc. Un sacerdote católico sabe por la fe y la Teología sagrada que tiene algunas obligaciones especiales en el terreno del culto a Dios, de la enseñanza del Evangelio y del gobierno de las almas; y ese mismo sacerdote según su prudencia infusa va determinando, en los distintos momentos y lugares de su existencia, los distintos modos de realización concreta de estas funciones vitales. Siempre la ordenación de modo concreto de nuestra actividad humana, de parte nuestra hacia Dios, fin último sobrenatural, corresponde a la prudencia infusa, al menos inicialmente.
Por tanto, consideramos que la prudencia infusa es una sabiduría práctica sobrenatural, en cuanto dirige en concreto o circunstanciadamente la actividad humana sobrenatural con sus objetos y fines respectivos hacia Dios, fin último sobrenatural. La orientación o dirección en concreto hacia Dios que importa la prudencia infusa, requiere intrínsecamente una compenetración de lo divino en el orden del conocimiento (en cuanto la relación se especifica por el término). No siempre está por modo explícito esta compenetración de lo divino en el orden del conocimiento, porque observamos que aún estando en gracia y obrando el bien sobrenatural a veces nos olvidamos de Dios o no lo advertimos; pero siempre debe estarlo, al menos por modo implícito y virtual, según el imperio y la participación intrínseca de la fe y de la caridad.
d. La sabiduría sobrenatural y el conocimiento por las gracias gratis datae de Dios
Las llamadas gracias gratis datae (gratuitamente dadas) son dones sobrenaturales concedidos por Dios, no directamente para la santificación de las personas que las reciben sino para la utilidad de otros en un orden sobrenatural, como dispositivas para su conversión y perfeccionamiento espiritual.
S. Pablo hace una enumeración de las mismas en la Epístola I a los Corintios:
"Y a cada uno se le otorga la manifestación del Espíritu para común utilidad. A uno le es dada por el Espíritu la palabra de sabiduría; a otro la palabra de ciencia, según el mismo Espíritu; a otro fe en el mismo Espíritu; a otro don de curaciones en el mismo Espíritu; a otro operaciones de milagros; a otro profecía, a otro discernimiento de espíritus, a otro género de lenguas, a otro interpretación de lenguas. Todas estas cosas las obra el único y mismo Espíritu, que distribuye a cada uno según quiere" (I Cor. 12, 7-11).
Sto. Tomás de Aquino reduce las gracias gratis datae de conocimiento a la profecía, entendida en un sentido amplio (5).
La profecía en un sentido amplio es el conocimiento sobrenatural de algo revelado según una inspiración e iluminación divina.
La profecía en tanto importa un conocimiento sobrenatural de Dios es también una sabiduría sobrenatural.
De por si el campo de la profecía, entendida en un sentido amplio y como sabiduría carismática, es muy amplio: sobre Dios mismo y sobre las cosas lejanas de este mundo, sobre la condición espiritual de las personas, para hablar y participar en los milagros de Dios, etc. Siempre en referencia al bien común de la Iglesia. Diversamente participada, por los agraciados.
2. La sabiduría del hombre en la otra vida
En la muerte se produce la separación del alma y del cuerpo de la persona humana. El cuerpo queda en la tierra. El alma debe presentarse ante Dios. Dejamos de lado a las almas que no tienen la vestidura de la gracia (imagen sobrenatural de Dios). Las almas humanas de los muertos con la vestidura de la gracia están predestinadas a la vida eterna de los cielos. Pero algunas deben pasar por la morada intermedia del Purgatorio, para una purificación.
En el Purgatorio
Las almas separadas que se encuentran en el Purgatorio, en razón de la pérdida de sus cuerpos pierden también el conocimiento sensitivo y abstractivo. Se encuentran naturalmente en una situación semejante a la de los ángeles. Tienen la gracia santificante con el cortejo de virtudes y dones compatibles con el nuevo estado. Tienen felicidad y sufrimiento. Se van purificando en orden a la perfecta felicidad del cielo.
De un modo semejante a los ángeles en el orden natural se puede distinguir para las almas separadas del Purgatorio un doble conocimiento: un conocimiento del alma por la misma alma y un conocimiento del alma por especies. Consideraremos la relación de la sabiduría con este doble modo de conocimiento del alma separada en el purgatorio.
a. La sabiduría en el alma separada por la misma alma
Así como el ángel en el orden natural se conoce a sí mismo por sí mismo, en cuanto su substancia intelectual angélica conforta al intelecto angélico de modo inmediato y como principio formal de intelección (como especie impresa). Así también el alma separada conforma a su intelecto de modo inmediato y como principio formal de intelección. Así el alma separada se conoce a sí misma por sí misma. Esto importa, indirecta y analógicamente un conocimiento de Dios, causa del alma.
El conocimiento del alma separada por la misma alma es una sabiduría natural, en tanto conocimiento indirecto y natural de Dios.
Pensamos también, analógicamente y en este orden, en una sabiduría sobrenatural, en razón de la presencia de la gracia santificante en el alma separada, en cuanto forma sobrenatural del alma separada con aptitud para informar sobrenaturalmente al intelecto en orden a una intelección sobrenatural (terminativamente, conocimiento de Dios, por especies expresa o verbo creado o imagen sobrenatural).
b. La sabiduría en el alma separada por las especies inteligibles
El alma separada marcha de este mundo hacia el otro con una carga de especies inteligibles en la inteligencia, cosechadas en este mundo. Esta provisión de especies, le permite mantener ciertos conocimientos del universo y de Dios obtenidos ya en este mundo. Pero de momento que desaparecen los sentidos, la actualización del conocimiento intelectual con las especies resulta distinta.
Además Dios la provee de otras especies inteligibles para que pueda conducirse de modo conveniente en el mundo de los puros espíritus.
Hay que pensar que la Providencia divina, sobre todo en una etapa de seguridad espiritual, purgación y perfeccionamiento como es la del purgatorio, concede un conocimiento muy perfecto de Dios, de la dirección de la propia vida y de la realización de las cosas correspondientes, con los auxilios que resulten necesarios.
Por tanto, pensamos en la existencia de una sabiduría natural especulativa y práctica según las especies inteligibles en el purgatorio. Y también, analógicamente, en una sabiduría sobrenatural, en este mismo orden.
En el cielo
Consideraremos primero la sabiduría del alma separada gloriosa. Y luego la sabiduría de los resucitados gloriosos.
a. La sabiduría de las almas separadas en el cielo
Las almas separadas introducidas por Dios en el cielo tienen la visión beatífica que reemplaza a la fe y a la esperanza y perfecciona a la caridad. En las almas separadas del cielo se considera también a la ciencia vespertina.
La visión beatífica y la sabiduría
La visión beatífica es un conocimiento sobrenatural de Dios directo e inmediato sobre la esencia divina y por la misma esencia divina presente en el intelecto reforzado por el lumen gloriae (luz de la gloria) del bienaventurado.
Objeto material: Dios y todas las cosas naturales y sobrenaturales reveladas por Dios.
Objeto formal quod o terminativo: la esencia divina presente por sí misma, sin mediación de creatura alguna en el intelecto del bienaventurado.
Objeto formal quo o motivo: la misma esencia divina presente por sí misma, sin mediación de creatura alguna, informando cognoscitivamente al intelecto del bienaventurado para que de comienzo al acto de visión sobre el mismo Dios.
Es la más perfecta forma de conocimiento sobrenatural de Dios, donado por el mismo Dios a la creatura racional; y más precisamente, a sus amigos, elegidos, predestinados. Suprema sabiduría. Sobrenatural, especulativa, afectiva y práctica.
La ciencia vespertina y la sabiduría
La ciencia vespertina es el conocimiento de las cosas que tienen los bienaventurados, fuera del Verbo. Conocimiento distinto del que corresponde en la visión beatífica que es en el Verbo y recibe el nombre de ciencia matutina.
La ciencia vespertina entendida en un sentido amplio abarca en el bienaventurado todas las formas de ciencia distintas de la visión beatífica. Y tiene la condición de sabiduría natural y sobrenatural en cuanto importa un conocimiento de Dios en los dos órdenes.
Pareciera darse una forma más propia y superior de la ciencia vespertina, como una redundancia de la visión beatífica. Es decir, la visión beatífica es sin especies inteligibles -impresas o expresas-; es por la sola y desnuda esencia divina presente en el alma, en la inteligencia sobrenaturalmente perfeccionada del bienaventurado, dando comienzo y término al acto de visión. Pero resultaría también como una traducción ad extra de este conocimiento supremo, en un modo menor de conocimiento vespertino, mediante un verbo creado o palabra creada (especie expresa). Esto constituiría otra expresión del misterio; cierta expresión de lo inefable, con un sentido sobrenatural, especulativo y práctico (6).
b. La sabiduría de los resucitados gloriosos
Los resucitados gloriosos recuperan el conocimiento de los sentidos, aunque estos adquieren un modo perfecto. Tienen las ciencias y sabidurías naturales de un modo perfecto. También las sobrenaturales compatibles con su estado. La visión de Dios señorea en ellos sobre toda otra sabiduría intrínseca.
El estado glorioso importa una compenetración del alma, de la gracia y de la gloria con la materia. Una presencia íntima de Dios que afecta incluso a la materia. Una espiritualización natural y sobrenatural del hombre que no anula su materia, sino que la eleva.
La perfección y luminosidad de los bienaventurados importa la realización y expresión de la sabiduría de Dios y de la propia sabiduría participada.
IV. La sabiduría en Cristo
Cristo es el Hijo de Dios hecho hombre por nosotros y por nuestra salvación.
Al Cristo por su naturaleza divina le corresponde la sabiduría increada. En su condición humana elevada tiene la perfecta bienaventuranza, una ciencia infusa y una ciencia experimental (7). La sabiduría en su máxima realidad y expresión.
V. La sabiduría en la Santísima Virgen María y en la Iglesia
La Virgen María es persona humana con perfecta naturaleza humana, inteligencia y voluntad; llena de gracia, Madre de Dios y Corredentora del género humano.
Particularmente su condición de Madre de Dios importa para ella una máxima elevación: queda "en los confines de la divinidad", según la inmortal expresión del Cardenal Cayetano. Y esa elevación de su persona importa también una elevación misteriosa de su perfecta sabiduría natural y sobrenatural. Bajo la luz y el imperio de la superior persona y sabiduría del Cristo Redentor.
Cristo y la Santísima Virgen con su luz e imperio influyen en la sabiduría del resto de la Iglesia. Especialmente en el Magisterio de la misma.
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NOTAS
(1) Cf. RAMÍREZ, J.M. Opera Omnia, T. VII, De donis Spiritus Sancti deque vita mystica. Tract. I, P. II, Dis. I, Sect. III, c. I. Ed. CSIC, Madrid 1974, pp. 320-321.
(2) RAMÍREZ, J.M. op. cit. T VIII, De vitiis et peccatis, L. I, Q. LXXIV, c.2, art. 8, Ed. S.Esteban, Salamanca, 1990.
(3) Cf. STO. TOMAS DE AQUINO, Summa Theol., II-II, 175,3. Ed. Marietti, Roma, 1948.
(4) Cf. ib., I, 5, 4, ob. 1 et ad 1.
(5) Cf. Summa Theol., II-II, 171, prol.
(6) Cf. ib., I, 58, 6-7; III, 9, 3, ad 2.
(7) Cf. ib., III, 9, 10-12.