SERMÓN XVI a[1]
Dice un maestro…
Dice un maestro: si faltara cualquier medio [separador] entre yo y el muro, entonces estaría yo junto al muro, mas no me hallaría dentro del muro. En las cosas espirituales no es así, porque una [cosa] siempre se encuentra dentro de otra; lo que recibe es lo que es recibido, porque no recibe nada fuera de sí mismo. Éste es [un asunto] sutil. A quien lo comprende ya no le hacen falta los sermones. Mas [diré] un poco más de la imagen del alma.
Son muchos los maestros que opinan que esta imagen ha nacido de la voluntad y del conocimiento, [mas] no es así; antes bien, digo que esta imagen es expresión de sí misma sin [la] voluntad y sin [el] conocimiento. Os traeré a colación un símil: que pongan un espejo delante de mí: me reflejo en el espejo, quiéralo o no, sin voluntad ni conocimiento de mí mismo. Esta imagen no proviene del espejo y tampoco proviene de sí misma, esta imagen se fundamenta más que nada en aquel de quien tiene su esencia y su naturaleza. Cuando el espejo ya no se halla delante de mí, no me reflejo más en él, porque yo mismo soy la imagen.
Otro símil más: Cuando una rama brota de un árbol, lleva tanto el nombre como la esencia del árbol. Aquello que brota es lo [mismo] que permanece adentro, y aquello que permanece adentro es lo [mismo] que brota. Así pues, la rama es la expresión de sí misma.
Lo mismo digo también de la imagen del alma: Aquello que sale es lo [mismo] que lo que permanece adentro, y aquello que permanece adentro es lo [mismo] que lo que sale. Esta imagen es el Hijo del Padre y esta imagen la soy yo mismo y esta imagen es la sabiduría. Dios sea loado por ello ahora y por siempre jamás. Amén. Quien no lo comprende ¡que no se preocupe!
[1]
Texto incompleto
de un sermón de Eckhart.
El título abreviado no figura en los textos de la edición crítica. véase nota 1 deI Sermón XLVIII.